Este escrito está dirigido a los desesperanzados, a los incrédulos, a los que han perdido la esperanza de una revolución pacífica en Venezuela y piensan que todo sigue igual, que no ha habido cambios y que no hay una salida posible a la atroz situación que estamos viviendo todos los venezolanos desde hace ya demasiado tiempo. Los afectados por este desánimo no ven los cambios que se están produciendo en el país y que permiten predecir con suficiente firmeza la ocurrencia a corto plazo de acontecimientos políticos de gran trascendencia que permitirán una pronta transición de la dictadura a una nueva democracia que, por la dura y persistente experiencia que hemos tenido todos estos años habrá de ser mejor a la que ya tuvimos en los últimos cuarenta años del siglo pasado. Algo de malo o defectuoso hubo de tener ésta para que haya desembocado en el régimen chavista, militar y castrista que padecemos.

¿Y cuáles son esos cambios que nos autorizan a expresar las ideas señaladas anteriormente?

  1. Que la gente, la ciudadanía, el pueblo en general, sin distingo de clases sociales ni de credos políticos, está dispuesta a votar, renunciando al abstencionismo practicado en los últimos siete años que le permitió a Maduro conservar el poder pese al rechazo de la inmensa mayoría del país.
  2. Que la elección primaria de la oposición, sin haberse realizado, y aun si no se realizara, ha producido ya un importantísimo beneficio a la oposición venezolana, cual es la emergencia de un liderazgo político amplio y popular imprescindible para movilizar a la población y enfrentar con éxito a Maduro. Sin ese factor era imposible el cambio pacífico, democrático y constitucional del cual tanto se ha hablado en todos estos años.
  3. Que el régimen madurista está en condiciones muy críticas, a diferencia de épocas anteriores, por acción de las sanciones, el rechazo nacional e internacional y la crisis económica que no ha podido controlar ni superar por tratarse de un rasgo estructural devenido de la naturaleza misma del sistema socio-político chavista.

Las inhabilitaciones ilícitas aplicadas a los candidatos opositores con más opciones políticas y las maquinaciones, abusos y triquiñuelas propias del régimen, no impedirán que a la postre aflore un candidato opositor que, sin necesidad de ser único, tenga el apoyo mayoritario de la población y pueda vencer ampliamente a Maduro o a cualquier otro candidato oficialista que se le enfrente. Recuérdese lo que ocurrió en el estado Barinas el año 2021 en las elecciones de gobernadores.

El régimen no tiene alternativa: no puede suspender las elecciones ni puede impedir la participación electoral de un candidato opositor con suficiente fuerza para vencerlo.  Tampoco podrá desconocer los resultados y alzarse con el poder porque no está en capacidad de afrontar con éxito la reacción nacional e internacional que tal situación desencadenaría.

Los militares venezolanos, como todos los de su clase en América Latina, África y demás países subdesarrollados, no tienen principios, no creen en la Constitución ni en las leyes, son oportunistas y solo quieren el poder para mandar y enriquecerse. Pero no son estúpidos. No se entierran con el dictador. A éste lo apoyan a sangre y fuego mientras tenga la mayoría o controle la situación por cualquier medio, pero una vez perdidas esas facultades, lo dejan de lado y se preparan para enrolarse en el nuevo orden, asumiendo además un papel protagónico por solo girar los cañones de los fusiles a favor del orden jurídico-político que juraron obedecer y defender cuando recibieron las armas de la nación, sin remordimientos ni castigos por su deslealtad. Esa ha sido la experiencia histórica. ¿Por qué habría de ser diferente la actuación de los militares si se diera en Venezuela la situación planteada en este escrito? Tengamos fe y continuemos la lucha con buena voluntad.


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