Los últimos años han sido un constante aprendizaje; siempre el hecho de cumplir años es definitivamente algo de celebrar, porque estamos vivos, pero también porque conlleva un cúmulo de experiencias que has sumado a tu palmarés en distintos ámbitos de tu existencia. Pero 2020 y 2021 han significado mucho más que eso; nos ha permitido aprender a vivir en la incertidumbre y demostrado que los planes no son para siempre, éstos deben ser revisados con frecuencia; así como lo aprendí en uno de mis estudios avanzados en planeación estratégica urbana, así mismo funciona la vida.

Hoy, que escribo este artículo, estoy aún confinado por estar contagiado con covid 19, enfermedad de la que me mantuve alejado por casi dos años, pero las cepas y variantes se hacen cada vez más contagiosas y el hecho de hacer vida, aun y con los cuidados de bio seguridad, no es garantía de no enfermarte; he ahí la importancia de la vacunación. Pero el hecho de no salir de casa, mantenerme trabajando a distancia, preparar las clases para lo que próximamente será mi estreno como profesor del Tec de Monterrey que marca mi retorno a las aulas como docente universitario, tener que lidiar con los malestares corporales y el frío de estos días de invierno, y aprovechar el tiempo para reflexionar también, me han hecho retomar una de mis pasiones: escribir; y esta columna siempre ha significado para mí una especie de activismo personal, en el que reconozco a muchos y me reconozco, como parte de una sociedad cambiante pero ávida de buenas prácticas y lecciones aprendidas, para hacer del espacio que habitamos un mejor lugar para nosotros y para las próximas generaciones.

Un repaso por lo vivido estos dos años me lleva obligatoriamente a hablar de la pérdida de mi querida madre en junio pasado, que ha marcado un hito en mi existencia, pero también ha significado reinvención y resiliencia. Hacer uso de esas dos formas de abordar la vida, es más que decirlo y pregonarlo, es asumirlo y practicarlo, con conciencia. Entender cuál es tu misión y qué puedes aportar desde tu plataforma, primero para ti mismo, porque estando bien tu es que puedes mostrar algo interesante a los demás, sin ser tan ambicioso en el acabado del producto, pero si esforzándote por dejar algo positivo que los demás puedan aprovechar a corto o largo plazo.

Coincidencia, no lo sé, pero 2021 también significó la pérdida de dos personas a quienes admiro por sus acciones, que como siempre digo en mis columnas de la serie “Las caras de quienes construyen movilidad (o ciudad) en América Latina”, a través de hechos tangibles, aportaron a la transformación positiva de las localidades en las que tuvieron oportunidad de laborar y, por ello los considero personas claves para el desarrollo de la movilidad segura y sustentable en Latinoamérica y otros lugares del mundo. Lamento mucho no haberles podido traer entrevistas de ellos a la columna, pero a cambio, quisiera contar un poco acerca de ellos.

Jaime Lerner, el urbanista brasilero, que con 83 años nos dejó en mayo pasado. Siendo arquitecto de profesión, fue elegido por la revista estadounidense Planetizen, como el segundo urbanista más influyente de todos los tiempos. Además de su actividad profesional vinculada a la arquitectura y el urbanismo, fue también partícipe de los cambios desde la política, siendo alcalde (tres veces) de su natal Curitiba y gobernador del estado del cual esa ciudad es su capital (dos veces): Paraná.

La llamada “Acupuntura urbana”, implementada por el muy reconocido Lerner, es una especie de doctrina que nos heredó a todos quienes nos dedicamos a estos temas de ciudad. Quizás me quede corto en expresar de forma resumida el gran aporte a la concepción de lo que debe ser una ciudad por parte de él, pues su legado traspasó fronteras y se convirtió en cátedra obligada para temas urbanos. Pudiera sólo decir que fue un visionario y aprovechó muy bien las potencialidades del lugar donde pudo ejercer sus funciones como servidor público, experimentando sin improvisar, pues para él, el regirse bajo un plan preconcebido fue siempre la premisa –Plan Director de Curitiba-, dejando abierta la puerta para que fuera revisado y ajustado en el tiempo, como debe ser en todo proceso de planeación estratégica. Nos enseñó que se puede hacer política desde las buenas prácticas, sin caer en la politiquería. Educar con el ejemplo y con hechos. Cuántos Lerner hacen falta para transformar este mundo que hoy vivimos que padece una crisis de gobernabilidad en todos los ámbitos, pero sobre todo en el urbano y por ende, en el medio ambiental que es transversal.

Del Plan Director de Curitiba ideado por Lerner se entiende que el abordaje integral de los temas de ciudad son el deber ser; eso involucra tres elementos básicos: usos del suelo, transporte público y sistema vial. Estos a su vez, generan relaciones de interdependencia para el desarrollo social, las políticas de protección y gestión ambiental y, el desarrollo económico. De la aplicación del plan y sus posteriores ajustes sufridos en el tiempo, surgen algunas lecciones aprendidas que nos pueden dar luces de los errores y aciertos que debemos tener en cuanta cuando hacemos planteamientos para las ciudades: un sistema de transporte colectivo sostenible debe concentrar más de 50% del total de viajes diarios –en un horizonte de largo plazo, con mediciones sucesivas donde se observe el incremento de la demanda en el tiempo-; un sistema de buses rápidos (tipo BRT, por sus siglas en inglés) ideado en los años 70, debe adaptarse a la cultura (hábitos de la gente que lo usa) y ser flexibles para evolucionar integrados a la tipología y al crecimiento urbano; los patrones de uso del suelo y del diseño del transporte público deben ir a la par para lograr eficiencia en los desplazamientos; y no se debe concentrar todo el tránsito en corredores viales por lo que se debe tener visión de red jerarquizada.

Lerner también desarrolló proyectos residenciales y urbanos, diseñó parques y calles peatonales –como la Rua XV en el centro de Curitiba, que fuera la primera en Brasil-. En fin, Lerner se adelantó a sus tiempos, y mucho de lo que hoy contempla la Nueva Agenda Urbana, ya se probó con éxito en su mente y con sus manos. Dejó un legado tangible en el mundo, que habla por sí solo.

La otra estrella que brilla en el cielo es la de Soraya Azán, a quien no solo admiro sino quiero, porque tuve la dicha de compartir amistad con ella desde que ambos vivíamos en nuestra natal Venezuela. Sora se fue muy recientemente, en diciembre pasado, en Colombia, donde se radicó en sus últimos años de vida. Fue arquitecta titulada en la ilustre Universidad Central de Venezuela y magister en Transporte Urbano de la Universidad Simón Bolívar en Caracas, desarrollando su vida profesional en torno a lo que amaba: el transporte. Fue una ejecutiva destacada en todos los papeles que le tocó ejercer: en el Metro de Caracas, en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y finalmente en la Corporación Andina de Fomento -que luego pasó a llamarse CAF Banco de Desarrollo de América Latina-.

Siempre, a pesar de las adversidades que vivió con su enfermedad, tuvo una sonrisa sincera y entusiasta en su rostro. Era técnica rigurosa pero también sensible socialmente, y era alguien que sabía asumir muy bien el papel de catalizador de las transformaciones, siendo activista e involucrándose desde cero en los proyectos que lideraba. Fue una mujer muy aventajada intelectualmente, y no se amilanaba ni ante el auditorio más exigente en el que le tocara expresar su optimismo por el cambio sostenible de nuestras ciudades, en especial las latinoamericanas.

Trabajó mucho -aún convaleciente nunca paró- por el éxito de los sistemas masivos de transporte, como el Metro de Caracas y el Transmilenio de Bogotá, pero aparte fue una fiel defensora del Desarrollo Orientado al Transporte Sostenible, del uso de la bicicleta como modo alternativo de transporte, por la accesibilidad universal y por evidenciar las necesidades de las ciudades intermedias que muchas veces son dejadas a un lado porque no son objeto de grandes apoyos financieros de parte de los organismos multilaterales. Fue la iniciadora del Observatorio Latinoamericano de Movilidad Urbana, cuyas bases de datos son aún una referencia para quienes investigamos o ejercemos la materia.

Vivió con pasión el trabajo que ejercía y sabía entusiasmar a quienes podíamos estar a su alrededor, utilizando las palabras más sencillas para hacerse entender y asegurarse de que su mensaje lograra escalar a la acción ciudadana pero también despertar la voluntad política.

De Soraya siempre recuerdo una de sus presentaciones -a mi parecer una de las más lucidas-, en la que citó una frase de la reconocida Janette Sadik-Kahn –impulsora de los cambios que ha experimentado favorablemente Nueva York-: “Incluso el futuro ya no es lo que solía ser…”, que tuvo a bien recordar en el auditorio del Ayuntamiento de Montevideo durante el XIX CLATPU (Congreso Latinoamericano de Transporte Público y Urbano) que se llevó a cabo en la ciudad capital de Uruguay, en 2016, ejerciendo ella en ese momento como Ejecutivo Principal -Sector Transporte- en la Vicepresidencia de Infraestructura de CAF Banco de Desarrollo de América Latina. Y esta frase tan corta dice tanto, pues resume lo que ante nuestros ojos debe ser el reto de la transformación urbana, adaptada al momento, pues las ciudades son entes dinámicos que mutan –como el coronavirus- y las soluciones que apliquemos deben ser un traje a la medida.

En fin, qué gusto retomar mi activismo personal inspirado en estas dos personas tan valiosas, y entender que la vida no para –aunque es bueno tomarse unas pausas de vez en cuando- y que debemos acuñar con satisfacción aquello que nos representa un valor. Las experiencias de Lerner y de Soraya nos demuestran que mientras se tiene vida se puede avanzar de forma productiva en aportar tiempo y conocimiento en el logro de nuestros objetivos, y en su caso, trabajar en hacer la diferencia. En temas de ciudad, el hecho de que haya personas como ellos, absolutamente inspiradoras, que sean propositivas y que sus acciones sean congruentes con su discurso, estando en roles decisivos, garantiza que se podrán aplicar buenas prácticas y podremos ver de forma tangible, los cambios tan anhelados en el territorio donde habitamos.

A todos, espero haberles contribuido y ¡hasta la próxima entrega!

@juzcategui29)

@Urbano_City

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