Diosdado aseguró que José Vicente Rangel está delicado de salud

«José Vicente Rangel, este abyecto ser del que ha dispuesto el demonio para llevarlo a una de las pailas del infierno, que él y sus compinches desearon a otros, donde disfrutará de la compañía de tanta carroña similar a él que tanto mal hicieron… colega de la farsa política de la que vivió toda su vida, la mitomanía, la calumnia y el asesinato, como  rey e inventor de la mentira en Venezuela y en el ámbito de la delincuencia, donde se destacó por sus inmensas condiciones amorales que le facilitaron su desempeño como primera ave del mal entre las peores. Seres como él nunca saldrán del infierno: es su destino final». Vicente Narváez Churión, exministro de la Defensa.

«Hoy ha partido uno de los grandes que nunca mueren. Un imprescindible a quien podíamos augurar, de sólo seguirlo, un destino de luces solidarias, de surcos anchos y fértiles. En mi corazón se disputan por espacio el dolor y el vacío cuando nuestras preces no lograban alcanzarlo en su elevación. Un venezolano superior que trascenderá los siglos XX y XXI con lugar en la historia de Venezuela. Hombre de familia, de pueblo y de patria. Que su alma nos oriente». Roy Chaderton Matos, exministro de Relaciones Exteriores.

Ninguna de estas dos ¿elegías? se aproxima al verdadero José Vicente Rangel. El primero de estos lamentos proviene de un hombre amargado, cuya efímera gloria transcurrió mientras en su charretera portaba soles. Entonces no tuvo el valor de enfrentarlo porque temía que arriesgaba sus prebendas. Carcomido por el odio acumulado de años, arremete contra el cuerpo inerte de quien ya no está en capacidad de responderle. El summum de la cobardía. El otro es un sicofante que encuentra oportuna esa plañidera adulancia para asegurarse con otros las prebendas por tantos e inmerecidos favores recibidos.

Independientemente del juicio que se tenga de Rangel, personificó como periodista la recurrente frase acuñada por el dramaturgo inglés Edward Bulwer-Lytton de que la pluma es más poderosa que la espada. Otro hecho de destacar en la trayectoria pública de Rangel, y que habría sido destacada en cualquier otra latitud, se mantuvo vigente en política durante toda su vida adulta, en medio de una denodada lucha contra el poder, como un lobo solitario, sin el respaldo de compinches o de una organización política. El MAS y Teodoro hicieron de las candidaturas de Rangel un matrimonio de conveniencia, hasta que se divorciaron.

Sun Tzu, el gran estratega de la era de Confucio, decía que si tu conoces a tus enemigos y te conoces a ti mismo no habría necesidad de temer librar centenares de batallas. Con el agudo olfato de un buen sabueso Rangel identificaba las debilidades de sus presas para luego asaltarlas por la yugular. Las reacciones de sus adversarios y enemigos no fueron todas proporcionadas. Algunas descendieron, quizás por impotencia, al terreno fangoso de lo personal o familiar. Rangel, por el contrario, con un sentido demodé de la gallardía varonil jamás mencionó a ninguna de las esposas, hijos o amantes de sus enemigos. Un detalle que muchos de sus enemigos, con más ínfulas morales, no correspondieron. Enfrentarse por décadas y en solitario al poder con una máquina de escribir exige gran coraje, habilidad y fortaleza. Ninguno de sus enemigos, con armas y poderes superior, pudieron interrumpir o disuadirlo en su tenaz y persistente confrontación.     

Mente cautiva

En uno de esos años de apogeo del chavismo, Emeterio Gómez se preguntó: “¿Qué indujo a un hombre inteligente y valioso como Tobías Nóbrega a aceptarle un ministerio a Chávez? ¿Cómo aceptarle una responsabilidad tan grande a un sátrapa delirante?”. Pronto recibió la respuesta del propio Nóbrega. Fue efectivamente un político valioso” por haber hecho una gran fortuna mal habida. Desde hace siglos se han formulado las mismas interrogantes. Las respuestas reposan en lo más profundo de las complejidades de la naturaleza humana. Poder, gloria, prestigio, vanidad y codicia parecen ser los factores que han seducido a estos «colaboradores del poder» de todos los tiempos. Para muchos de ellos hubo siempre «un sentido genuino de que no había alternativa».

Quizás el más elocuente ensayista sobre este tema es el polaco Czeslaw Milosz, premio Nobel de Literatura, en cuya obra, The Captive Mind (La mente cautiva) analiza la aquiescencia de intelectuales al régimen de Stalin y al influjo que ejerció sobre ellos el totalitarismo. El profesor Mark Lilla de la Universidad de Chicago, en un ensayo aborda el mismo tema: “Mentes descuidadas – Intelectuales en política”. En el curso de su obra desfilan una galería de pensadores que le dieron su respaldo a Hitler o a Stalin, algunos de la talla de Martin Heidegger, Carl Schmitt, Walter Benjamin, Alexandre Kojève, Michel Foucault y Jacques Derrida, el gran filósofo francés. Rangel pues, no estuvo solo en ese círculo de «mentes cautivas».

La izquierda de Rangel

Algunos de sus enemigos le han endilgado a Rangel el epíteto de traidor. ¿Traidor a quién o a qué? Rangel fue un hombre de izquierda toda su vida, desde la Universidad de los Andes hasta su muerte. El advenimiento del chavismo, pese a su caótica ideología, fue lo más próximo a sus ideales después de 40 años adversando y denunciando el lado oscuro de la democracia representativa venezolana. Esa aproximación ideológica, personificada en Chávez, le ofreció el Ministerio de Relaciones Exteriores cuando remontaba los 70 años. Nunca antes había ocupado una modesta o encumbrada posición de gobierno. Una tentación a la que muy pocos políticos se habrían resistido.

El día que desalojaron a Chávez de Miraflores en abril de 2003, la revolución lucía desfallecida, las carreras de muchos chavistas por escapar fueron notorias. Diosdado, vicepresidente, famosamente se disfrazó de enfermera y huyó en una ambulancia. Rangel como si se tratara de una actividad más en su agenda de ministro de la Defensa, anunció a los medios, que se quitaba el «casete de la cabeza y se iba a su residencia a escribir» o a esperar las consecuencias. El mensaje de Chávez restablecido en el poder no se hizo esperar. Diosdado fue sustituido por Rangel en la vicepresidencia.

A raíz de su nombramiento como canciller, nuestras objeciones, que entonces hicimos públicas, fueron de otra naturaleza. Comentamos que sus pasadas críticas entrarían en abierta contradicción con su actuación como alto funcionario. Así ocurrió. Hicimos referencia al hecho de que pocas veces en su carrera periodística había abordado la política exterior de la cual no parecía tener ideas claras, que se agravarían por el hecho de no hablar otro idioma, no haber viajado casi nunca y con una limitada cultura iberoamericana que no trascendía los Pirineos. Solía decir que era un diplomático «atípico», en realidad, era un eufemismo por su inexperiencia con el mundo exterior.

No fue un político común y corriente, pese a haber servido a un gobierno muy por debajo del nivel de común y corriente. No fuimos amigos, apenas conocidos con pocos encuentros personales. El último en Nueva York. Con una controlada cordialidad aludió a algunos de nuestros incesantes ataques a su gestión como interesantes. En algunas de nuestras conversaciones privadas con Rafael Caldera sobre temas de inteligencia, cuando se refería el nombre de Rangel lo hacía con sorna, llamándolo «este ayatolá», una clara alusión despectiva al carácter justiciero y moralista que Rangel le imprimía a sus denuncias.

Alianza con el poder

Rangel se comprometió públicamente a no participar en ningún gobierno. La oferta de Chávez fue probablemente un momento de inflexión. Continuar enfrentando al poder o condescender con el nuevo gobierno revolucionario. El gobierno fue su mejor opción y una tentación difícil de rechazar. Así, como fue obstinado como opositor, lo fue como hombre de gobierno, sin importarle las inconsistencias en las cuales incurrió. Nada extraño en política.

Napoleón decía de su ministro Talleyrand que se le podía dar una patada en el trasero sin que moviera un músculo de la cara. Así era Rangel. Nada lo inmutaba o parecía inmutarlo. Los repetidos insultos de sus adversarios y enemigos los recibía como si oyera llover. Si, como se afirma, los hombres son medidos por sus enemigos, Rangel fue un político venezolano poco común.

Sus enemigos se contaban en una media docena de expresidentes, decenas de exministros, líderes políticos, militares y empresarios. La animosidad y las pasiones que José Vicente Rangel despertó en todo el espectro político venezolano, no tienen precedentes. En psicología, en estrategia y en general en las relaciones humanas se ha estudiado la mejor manera de lidiar con competidores, adversarios y enemigos. Como toda conducta tiene un propósito, esta se define cuándo nos enfrentamos a un competidor, un adversario o un enemigo. Un adversario es alguien que te quiere derrotar o bloquear en tus objetivos. Un enemigo es alguien que te quiere destruir. Los adversarios pueden eventualmente ser aliados. En enemigos no se puede confiar. Compromisos con enemigos es apaciguamiento, con adversarios es táctico o estratégico. El mejor antídoto contra enemigos es rodearse de aliados, eso hizo Rangel.

Salir de su guarida de lobo solitario, aliarse con el poder revolucionario que emergía e incrementar su poder para mantener a sus crecientes número de enemigos a raya, fue una decisión estratégica correcta de Rangel. Al final, cualquiera que sea al juicio definitivo que se haga de José Vicente, sin duda, y por encima de todo, fue un político de gran talento que hizo del periodismo y de la destrucción de sus enemigos instrumentos de supervivencia política.

A Rangel se le atribuye haber convencido a Chávez de abrir un «diálogo estratégico» con la oposición después de su breve deposición en abril de 2003. Una idea que casi 20 años después es la responsable de la desintegración de lo que era una firme oposición.

Aun después de muerto Rangel sigue siendo un enigma para muchos, un ángel para algunos y un demonio para otros.

PSEste artículo fue publicado originalmente en un día como hoy, diciembre 26, 2020 por el blog pararescatarelporvenir.wordpress.com de Alfredo Coronil Hartman y es reproducido por estar vigente mucha de la animosidad que Rangel sufrió en toda una vida controversial y  polémica.

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