Con el permiso del lector, he decidido interrumpir las dos series que vengo alternando –una, dedicada a las coyunturas políticas y sociales en América Latina, que publico con el nombre de Debates Latinos; otra, enfocada en la política de Estados Unidos–, para comentar la publicación de 94 paradojas para pensar el siglo XXI, libro que presentaré en Madrid, la próxima semana, y que en unas semanas circulará en Iberoamérica y Estados Unidos.

Durante los años 2017 y 2018, en este mismo espacio, publiqué más de un centenar de artículos, agrupado bajo el título de “Tendencias”. Domingo a domingo, hice un esfuerzo por exponer mis preocupaciones y expectativas con respecto al rumbo del planeta, en una seguidilla de asuntos que nos conciernen a todos. Allí presenté una agenda de problemas contemporáneos, pasando por la transición hacia una nueva economía, la crisis climática y sus causas, el estado de los derechos civiles y humanos, los movimientos migratorios y su impacto, así como los desafíos, oportunidades y riesgos que tal cúmulo de tendencias presentaba a las gobiernos locales y nacionales, y a los organismos multilaterales, con especial énfasis en impacto social y sobre los ciudadanos.

Antes de dar inicio a la serie, había elaborado una especie de plan de trabajo, una lista de unos veinte artículos a partir de la agenda noticiosa planetaria o cuestiones que, por su enorme importancia –como el debate climático–, me comprometían a tomar posición. Pero, como era previsible, entre el esbozo y la materialización surgieron imponderables que terminaron configurando los artículos y el devenir de la sección.

El primer desafío fue lo concerniente al uso de datos y fuentes certificadas. No quería emitir una colección de opiniones suspendidas en el aire. Mi propósito era que mis puntos de vista tuvieran sustento en la data disponible, no cualquiera, sino aquella confiable, proveniente de organismos multilaterales, centros académicos, reconocidas empresas que investigan variables socioeconómicas y, en no pocos casos, de estadísticas provenientes de institutos oficiales de distintos países.

Luego ocurrió que el reto se multiplicó en mi interés e imaginación hasta trazar un recorrido fascinante. Es lo habitual cuando se investiga y escribe, un tema abre las puertas de otros, estos a otros, y así, sucesivamente. La realidad aparece como lo que es: interseccional, holística, con una transversalidad asombrosa entre una fuente inagotable de hechos y fenómenos, siempre encadenados, relacionados de forma evidente o soterrada. Con esto doy cara al hecho de que la reflexión sobre las tendencias planetarias no tiene final (y que será inevitable, paciente lector, una reincidencia con otra ristra de artículos o ensayos breves sobre el devenir del planeta).

La compilación y revisiones para preparar el libro desembocó en una introducción donde quedó planteado un problema lacerante: la crisis de la democracia (tanto en mi natal Venezuela como –quién lo diría–  en mi país de adopción, Estados Unidos), consecuencia de una tendencia implícita en los asuntos abordados por el libro. Esta inquietante realidad la he estudiado incluyendo mis propias experiencias en el quehacer político y académico, como emprendedor social y activista de los derechos humanos ydel empoderamiento hispano.

El tercer y último aspecto deriva de la interlocución fue generando la serie desde su primera entrega. Nada más apreciado, para quienes tenemos la oportunidad de publicar en medios impresos y portales informativos, que recibir comentarios críticos, preguntas, observaciones, o lo que siempre resulta más sorprendente, las iniciativas de quienes escriben para sugerir temas o solicitar la profundización de esta o aquella afirmación.Como para cualquier autor, estos intercambios son muy estimulantes para mí. Y no los desoigo.

Del total de 100 artículos de “Tendencias”, con el apoyo de un excelente equipo editorial, escogimos 94, que son versiones ampliadas y actualizadas de los textos originales publicados en el diario El Nacional, de Caracas, y luego sindicados para su publicación en varios medios de la geografía iberoamericana y estadounidense. A comienzos de 2019 actualicé algunos datos, reemplazando los precedentes por otros de recientísima divulgación y, eventualmente, añadí episodios que venían a enriquecer los contenidos, siempre con el compromiso de no alterar demasiado la extensión de cada artículo.

La estructura del libro no guarda relación con el orden en que los artículos fueron publicados. Están distribuidos en ocho secciones, determinadas por afinidad temática. Sus rótulos sugieren el temario: la primera sección se llama “Tiempos turbulentos”, y se concentra en asuntos como la guerra de Siria, el auge del español o el declive de la clase media, de perturbadora vigencia. Le siguen “La economía, salto cualitativo y cambio de rumbo”; “Los nuevos parámetros de la vida cotidiana”; “El boom de las ciudades”; “La sociedad a la espera de soluciones”; “Las reinvenciones de la violencia”; y “Venezuela y América Latina”. En conjunto, vistos como un paisaje temático, resumen con bastante proximidad mis intereses personales, profesionales y políticos de los últimos años.

Quizás sea preciso explicar el título del libro, en concreto, el uso de la palabra “paradoja”. Como es de suponer, definir el nombre de un libro tiene relevancia para el autor, pero también para los lectores, es el primer contacto entre ambos y da una clave de lectura. Escogí la palabra paradoja porque invoca las contradicciones que son signo de nuestro tiempo. Estamos en una era en la que los discursos –no solo las fake news– muchas veces no guardan ni una mínima correspondencia con lo real. Se llega al extremo de hacer afirmaciones a contravía del sentido común, de los hechos, de la lógica de las cosas y de las evidencias. He allí un ejemplo de las paradojas que trabajo en el libro.

La irrupción de las redes sociales y las comunicaciones digitales parecía ofrecernos un mundo más y mejor informado, con mayor acceso a fuentes para encauzar la discusión y participación del colectivo, y por esa vía fortalecer las democracias y la participación ciudadana. La paradoja es que ese no ha sido necesariamente el caso. La llegada de las redes sociales nos ha introducido en este mundo de la posverdad o la mentira emocional que ha promovido la intolerancia y la polarización e, incluso, facilitado nuevas formas de interferencia extranjera por parte de actores como el régimen de Putin en Rusia, para influir a su conveniencia, en los procesos políticos de otros países, incluyendo naciones democráticas occidentales, como sucedió en las elecciones del Brexit del Reino Unido, o la elección presidencial de Estados Unidos en 2016.

Como esa, otras paradojas están contenidas en el libro abordando los impactos del crecimiento y el consumo sobre nuestro medio ambiente, o el desplazamiento del factor humano en el mercado de trabajo por la incorporación de la informática o la robotización, entre otras fascinantes tendencias.

No pretendo que los postulados del libro se erijan como la verdad absoluta, pero sí puedo asegurar que no son expresiones de impulsividad ni resultado de una observación desprevenida del entorno. Se basan en fuentes sólidas y en una documentación en gran medida disponible en la red.

94 paradojas para pensar el siglo XXI resume mis inquietudes personales y ciudadanas. No me conformé con ordenarlas, escribirlas y publicarlas en notas aisladas. Las compilé en un libro porque aspiro a que sean objeto de reflexión y análisis, de crítica y discusión. Es mi modo de aportar al credo democrático profundamente arraigado en mi corazón y mis pensamientos.

Los invito a participar en este debate, a transitar por mis aproximaciones a estos asuntos. Confío en que la publicación del libro configurará un foro abierto para prefigurar modelos democráticos, económicamente sustentables e incluyentes, que favorezcan la conciliación entre el ejercicio de nuestras libertades individuales y la justicia social.

@lecumberry.

 

 


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