En ciencias de la salud se sabe que una de las claves del éxito de un tratamiento contra cualquier trastorno o enfermedad es un adecuado diagnóstico. Sin un diagnóstico acertado, los tratamientos simplemente no resultan porque no se corresponden con la patología para los cuales fueron diseñados.  Lo anterior resulta igualmente cierto cuando se habla de atacar o resolver problemas de naturaleza social y política. Las acciones deben diseñarse como consecuencia de un diagnóstico apropiado, y nunca al revés.

Una observación diagnóstica detallada y objetiva del momento político venezolano nos arroja, entre otros, dos hallazgos que merecen atención. Uno, y por razones de distinta índole, la correlación relativa de fuerzas con respecto al régimen de Maduro no parece ser favorable en este momento para las fuerzas democráticas. Estamos en una situación de reflujo, o en el mejor de los casos de enlentecimiento en el avance. Situaciones similares se han presentado en el pasado durante la larga lucha por la liberación democrática de Venezuela y han sido superadas, pero todo indica que estamos en este momento de nuevo en una situación que amerita reacomodos actitudinales y revisiones estratégicas.

El segundo hallazgo, en cierta forma relacionado con el primero, apunta al hecho del estado actual de dispersión de las fuerzas democráticas, en el cual no pocas organizaciones políticas y sociales intentan trazar su propia ruta ante la desconfianza sobre la posibilidad de construir una ruta común.

Frente a este diagnóstico, lo pertinente pareciera ser -en primer lugar- plantearse una estrategia de acumulación progresiva de fuerzas que asuma la lucha por la liberación democrática como un proceso de estadios o momentos sucesivos y ordenados, cada uno de los cuales persigue ciertas metas u objetivos necesarios. Y el primero de esos momentos, sin duda alguna, es el del necesario reencuentro, en el cual la meta principal y más urgente sea pasar del estadio actual de dispersión de las fuerzas democráticas a un nuevo estadio donde frenemos esta tendencia a la entropía y logremos reencontrar a la mayoría de las fuerzas sociales y políticas del país en espacios mínimos de consensos estratégicos y rutas comunes de lucha.

Este momento de encuentro debe realizarse en primer lugar sobre la búsqueda de una ruta estratégica común de lucha democrática que debe ser construida a partir de la escucha y el intercambio sobre cómo cada sector percibe o considera lo que hay que hacer.

El Frente Amplio Venezuela Libre, instancia unitaria de comunicación y articulación entre los partidos políticos democráticos y una amplia gama de sectores sociales organizados, ha querido contribuir con el objetivo principal de este necesario momento de encuentro –frenar la dispersión de la fuerzas democráticas, tan beneficiosa a la dictadura- propiciando una serie de intercambios con distintas organizaciones y sectores en la búsqueda de identificar esos consensos estratégicos mínimos sobre los cuales coincidir en una hoja de ruta común con la cual todos nos identifiquemos.

Como insumo a esos intercambios, el Frente Amplio ha propuesto para la discusión cinco grandes metas u objetivos de nuestra lucha democrática en la actual coyuntura,  que pudieran servir para comenzar a aglutinar en torno a ellos el esfuerzo de sectores políticos y sociales en este momento dispersos. Estas cinco metas son:

1) Alcanzar un acuerdo político nacional, entendiendo por este el resultado exitoso de un proceso de negociación integral, con el acompañamiento internacional de actores reconocidos y relevantes, y que esté orientado a la resolución política de la crisis venezolana.

Este Acuerdo Político Nacional tiene varias características definitorias que son importantes de resaltar. En primer lugar, está orientado a la resolución del conflicto raíz de la crisis nacional que es el político. Por tanto, es un Acuerdo que está en función del objetivo político estratégico que es solución política de la crisis venezolana. En este sentido, se diferencia de los acuerdos parciales humanitarios que puedan lograr otros sectores de la sociedad civil. A estos últimos se les debe estimular y fortalecer, pero al mismo tiempo cuidando que –desde la heterogeneidad y especificidad propias de cada sector- tributen todos al objetivo macro de la superación de la dictadura, que es la raíz y causa de todos los demás problemas sociales y económicos.

En función de lo anterior, es necesario velar para que cada negociación y acuerdo parcial cumpla con tres requisitos para recibir el apoyo de todos los demás actores democráticos: a) que contribuya y no debilite la consecución del objetivo macro: b) que no generen división ni dispersión entre los actores democráticos, y c) que tales acuerdos sectoriales no neutralicen o afecten los intereses de otros sectores.

2) Acercamiento a los sectores moderados y democráticos del chavismo que estén a favor de una solución política a la crisis.

3) Atención de crisis humanitaria, entendiendo por ella todo esfuerzo y acción para lograr una atención efectiva que alivie la grave crisis humanitaria que el país atraviesa. Nótese que se usa el término “aliviar”, ya que la solución de esta crisis solo será realidad cuando se logre una solución al conflicto político nacional.

4)  Construcción de la Unidad Nacional, que no es otra cosa que alimentar todos los esfuerzos que se realicen para lograr el encuentro del país/nación en el marco de un objetivo estratégico común.

5) Enfrentar con éxito los escenarios electorales. Sobre este último punto es necesario detenernos muy brevemente.

Elecciones libres, justas y verificables son la base de una verdadera solución democrática en Venezuela. Recuperar el poder del voto es la gran apuesta de las fuerzas democráticas del país, apuesta que cuenta con el respaldo de buena parte de la comunidad internacional. En justicia, Venezuela reclama un cronograma electoral integral en donde se contemplen, además de las elecciones regionales y municipales, sobre todo la realización de nuevas elecciones presidenciales y legislativas, porque las que se han realizado en el pasado reciente usurpando ese nombre han sido calificadas como ilegitimas ya que no se han cumplido las condiciones para que la voluntad popular se exprese  conforme a los estándares internacionales.

Para alcanzar esta gran aspiración es necesario construir acuerdos que garanticen las condiciones necesarias, teniendo como referencia las que se establecieron de común acuerdo con la Unión Europea en diciembre de 2020 y que no fueron aceptadas por el madurismo, utilizando para ello la movilización y la presión nacional e internacional necesarias.

Nuestra lucha en las actuales circunstancias consiste en la construcción de escenarios electorales que nos acerquen progresivamente a estas grandes aspiraciones, que nos permitan acumular fuerzas, propiciar la movilización política, reivindicar las condiciones electorales necesarias para el cambio político y la edificación de una sólida estructura electoral. La construcción de estos escenarios, y la actuación concreta en cada uno de ellos, dependerá de la evaluación de lo que más convenga en función de los objetivos superiores que demanda el cambio político.

Estas son las 5 metas de la lucha que ha propuesto el Frente Amplio para la discusión, buscando rescatar la necesaria confianza intersectorial entre las fuerzas democráticas del país y que, de compartirse, sirvan de base para la cimentación progresiva de una estrategia mínima consensuada que nos agrupe a todos. Porque si común es el destino que todos enfrentamos, lo inteligente es diseñar y encontrarnos entonces en un camino común para afrontarlo.

 


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