Este extraño título de un tema tan comentado y analizado requiere hoy, cuando se cumplen 30 años, decir cosas diferentes a lo ya repetido tantas veces, no solo para informar al lector, sino para decir las verdades incómodas que historiadores acomodaticios y apologistas oportunistas escriben en cada época para agradar a los gobernantes de turno. En este artículo a 3 bandas (3 momentos históricos diferentes) trataremos de tocar los mismos.

En primer lugar, debemos comenzar con el 4 de febrero de 1992, que pude presenciar en las calles desoladas de Caracas, junto al politólogo Emilio Useche, hoy en la Universidad de Kansas (Estados Unidos), después de visitar los desolados pasillos de la UCV, donde solo nos encontramos al presidente de la FCU, Luis Figueroa, pasando posteriormente a inspeccionar algunas avenidas y los alrededores de la Base Aérea de La Carlota, donde nos conseguimos un grupo extraño de turistas dominicanos, que también salieron a pasear ese día.

Entrando en materia, es importante acotar que nunca se aclaró el rol especifico y relevante del grupo conocido como Los Notables (que había planteado abiertamente la inminencia de un golpe de Estado en entrevistas televisivas los días 17 de noviembre y 1 de diciembre de 1991), en dicho golpe de Estado, a pesar de su papel estelar en la lucha contra todo lo que significó el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. De esta época, se recuerda un célebre informe secreto de la Disip que se difundió a nivel nacional, veamos:  https://elpais.com/diario/1992/03/09/internacional/700095611_850215.html

Igualmente, es destacable el secuestro informativo sobre el verdadero número de participantes y víctimas de los hechos ocurridos, ese día, pues de aceptarse la cifra de “5 tenientes coroneles como cabezas visibles del movimiento, seguidos de 14 mayores, 54 capitanes, 67 subtenientes, 65 suboficiales, 101 sargentos de tropa y 2.056 soldados alistados» (Jiménez, I., Los golpes de Estado desde Castro hasta Caldera, Centralca, Caracas, 1996. p. 133), destacados en 10 batallones, es importante acotar que la oficialidad de prácticamente el resto de las Fuerzas Armadas no apoyó el golpe de Estado por desconocimiento o falta de coordinación o algún elemento político desconocido para la opinión pública, pues el mismo año en noviembre de 1992 se presentó otro intento de golpe de Estado. Tampoco se ha hecho una declaración oficial sobre los civiles armados que realmente participaron en estos hechos, lo que ha servido a muchos para “ganar indulgencias con escapulario ajeno”, durante la época posterior a 1998.

La cifra de víctimas fatales es realmente confusa, pasa de 32 muertos, véase: http://informe21.com/4-de-febrero/12/02/02/lista-de-los-muertos-por-el-4-de-febrero-de-1992

Otros hablan de 143 muertos, véase: Uppsala Conflict Data Program Conflict Encyclopedia, Venezuela, War and Minor Conflict, In depth, Hugo Chávez and the 1992 coup attempt http://www.ucdp.uu.se/gpdatabase/gpcountry.php?id=167&regionSelect=5-Southern_Americas#

Sería justicia histórica, especialmente, si la máxima figura  política  hoy día en el poder, que participó en aquellos hechos, como es Diosdado Cabello, ordenara  construir un monumento que establezca de manera oficial los nombres y apellidos de los participantes y fallecidos aquel día, para acabar con tantas especulaciones y distorsiones de la historia.

Los historiadores oficiales suelen olvidar también que aquel día Rafael Caldera se catapultó hacia la Presidencia de la República con su intervención en cadena nacional, rompiendo la unidad parlamentaria al condenar el golpe de Estado, siendo seguido por Aristóbulo Istúriz que también se enfiló con su posición hacia la Alcaldía del municipio Libertador (Caracas). Estos hechos enterraron al Copei de Eduardo Fernández y colocaron a La Causa R a la cabeza de la resistencia contra los partidos tradicionales.

Lo ocurrido después es demasiado largo para describir en este espacio y por ello saltamos al programa Aló, Presidente N° 351 realizado el 7 de febrero de 2010, cuando el difunto Hugo Chávez, abrazando a María Gabriela Chávez, exponía en el clímax de su poder la inevitabilidad de una economía socialista en Venezuela y la creación de un sistemas político absolutamente comunal, en el que se practicará la democracia participativa y protagónica, haciendo especial énfasis en la caída del capitalismo y en la preeminencia de las empresas del Estado en la economía venezolana. Véase: https://www.youtube.com/watch?v=7PwRClYjr2M

Eran aquellos años finales de bonanza petrolera y aumento sideral del endeudamiento público para pagar la “deuda social” y se ayudaba en forma considerable y sostenida a numerosos países, muy lejos de sospechar lo cercano que estaba el país de caer en el pozo profundo de la debacle económica, por razones que no son tratadas en este espacio.

Así, cuando saltamos al día de hoy, 4 de febrero del año 2022, nos encontramos 30 años después con las resultas de aquel esfuerzo político y militar que tiene la misma estela de polémica que acompaña a muchas revoluciones, especialmente cuando terminan, como ocurrió con la desaparecida Unión Soviética, que era la luz de la verdad y la justicia para millones de seguidores, hasta que se autodisolvió y ninguno quiere hablar de ello y quienes se atreven, simplemente dicen que allá nunca hubo revolución, sino una dictadura brutal que se separó del verdadero pensamiento de Carlos Marx.

Hoy, cuando el dólar estadounidense manda a lo largo y ancho de la economía nacional y es utilizado abiertamente en todo tipo de transacciones; cuando el producto interno bruto de  casi 400.000 millones de dólares cayó a 40.000-45.000 millones, además de la fuga de varios millones de jóvenes y adultos, es difícil plantear como una celebración los hechos ocurridos 30 años atrás, a no ser que se señale una desviación tan grande entre los postulados y la realidad, que implica señalar un culpable que muchos de los expulsados del Polo Patriótico detectan en el actual gobierno de Maduro, mientras sus partidarios culpan a infiltrados y contrarrevolucionarios, insertos desde el principio, como Luis Miquilena o Rafael Ramírez.

Lo cierto es que existen demasiadas dudas históricas sin aclarar, como existen divergencias sobre los resultados de la obra de Hugo Chávez, que para  algunas personas continúa en el presente y para otros terminó en el año 2012.

Quedará en mano de sus testigos presenciales e historiadores aclarar estos puntos.

 


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