El régimen ya acostumbrado y habituado a desconocer, violar y desdibujar los derechos constitucionales, ha permitido controlada y arbitrariamente la participación de 37 partidos políticos, que respaldan 13 candidatos a la presidencia.

Por supuesto, 1 de los 13 es Maduro, otros 11 son apéndices y a la vista aliados del régimen y atienden a sus estrategias, intereses y designios.

Todos estos 12 candidatos fueron postulados y apoyados por 36 de los 37 partidos participantes. Sólo 1, el postulado por la MUD, anunciado como candidato provisional o tapa, pudiera ser considerado oposición y representar la salida a la premeditada y hoy ejecutada asfixia e implosión del proceso electoral presidencial.

Es absurdo, aberrante e inmoral lo que estamos viendo y viviendo. Eso de construir e imponer 12 candidaturas contra una probable y vulnerable o la desproporcionada participación de 36 partidos sin consistencia contra 1 es la muestra de la debilidad del régimen y la crisis severa de la fracasada oposición tradicional, que fue desplazada por otra oposición de corte pro oficialista que nació prematura, bajo la sombra de la revolución, con grandes carencias estructurales y llena señalamientos y dificultades por su dudoso origen y condiciones de funcionamiento -con escasa militancia y poca presencia y posicionamiento político-, evidentemente también condenada a morir.

Estas 36 organizaciones forman parte de 2 polos perfectamente direccionados desde Miraflores. El primero es el llamado Patriótico que tradicionalmente ha acompañado al régimen, que en parte ha sido forzado por la vía de la judicialización a permanecer bajo el control del PSUV, principal partido de esa instancia política.

Partidos como el PPT, PCV, MEP, Podemos, por contradecir, oponerse y pretender deslindarse de la fallida revolución, fueron despojados de sus símbolos y tarjetas y puestos en manos de personajes desconocidos y otros cuestionados, pero todos leales al proceso, como ellos le llaman. Amalgamados y cohesionados por la fuerza, el chantaje y las prebendas, como el control de instituciones, todas en ruinas y algunos espacios bajos y medios de poder, sin ningún sustento ideológico y menos doctrinario, absolutamente todos tutelados y controlados postulan al aspirante oficialista a la reelección.

A este Polo Patriótico se le adhieren nuevas organizaciones, entre ellas una conocida como Futuro, denominación que había sido solicitada hace mucho tiempo por Henri Falcón y sorpresivamente y por la vía exprés ya acostumbrada, fue legalizado y otorgado a las decadentes fuerzas revolucionarias que lidera el gobernador oficialista del estado Miranda. Es otro despojo arbitrario, para poner en práctica otro ensayo para refrescar el ambiente revolucionario que suple el proyecto fracasado denominado Somos Venezuela, que surgió para captar la migración oficialista generada por el desencanto y los rigores partidistas del PSUV, que terminó siendo un generador más de la burocracia y una fuente de empleo precario para la juventud, carente de oportunidades y sin estímulo al estudio debido a la creciente e indetenible crisis económica.

Serían en total 11 organizaciones, fantasmales unas, enclenques y facinerosas otras, las que están postulando directamente al inquilino actual de Miraflores.

Como podemos observar, el Polo Patriótico original subordinado y desmoralizado se convirtió en un grupo de tarjetas representadas por un puñado de dirigentes de segunda, amantes del negociado y la buena vida, todos vivianes del poder. Quedando demostrado que la partidocracia oficialista pasó a formar parte de la degradación política de todas las tendencias que engañan, manipulan y persisten en controlar a la sociedad venezolana evidentemente humillada y empobrecida. Su valoración en la estadística en las principales encuestadoras del país los ubica como insignificantes, nada determinantes y sin peso político alguno.

El otro nefasto polo, nutrido y representado por figuras políticas desleales, oportunistas, apátridas, plagiarios, advenedizos y tarifados lo configuran el reducto del sector partidista tradicional también empoderados por la judicialización. AD, Copei, Voluntad Popular y otra serie de viejas y nuevas organizaciones, que juntas ascienden a un total de 25 partidos. La mayoría de ellas desconocidas por el electorado que respaldan a las 11 candidaturas aupadas desde el poder central oficialista, etiquetadas por la opinión pública nacional de fraudulentas y engañosas concebidas para dividir el gran esfuerzo de unidad nacional que sigue avanzando y consolidándose en medio del caos generado por quienes son enemigos del cambio.

Ambos polos se adueñaron en su totalidad del tarjetón o bandeja electoral para tratar de confundir, dividir y mostrar una fortaleza inexistente. Sin embargo, el proceso electoral presidencial se debatirá entre la opción que representa lo que queda del PSUV y la opción de la unidad nacional que lidera quien no se le permitió postularse, pero que lleva la voz cantante y el respaldo de la mayoría de los venezolanos, María Corina Machado.

El manejo doloso del ente rector, la actuación de los factores políticos de todas las tendencias hoy puestos en evidencia, vaticinan una derrota aplastante a los 2 polos y sus 12 candidatos y el contundente triunfo de la unidad ciudadana y su representante finalmente definido, con el respaldo de 90% de los venezolanos.

86% de los venezolanos no quiere saber de los partidos políticos y se declara independiente, eso nos conlleva a pensar y poder calcular que la estrategia oficial de crear este marasmo disfuncional de partidos vendidos como opositores finalmente no funcionará por razones obvias.

Nadie, ni siquiera los oficialistas están dispuestos a permitirle 6 años más a la revolución y a su candidato, hoy inhabilitado por la impopularidad y la pésima gestión e imposibilitado de alzarse con la victoria con 7% en las encuestas. Solo basta con ver y comparar las encuestas de los últimos 24 meses, mirar y evaluar las movilizaciones y concentraciones convocadas por el líder de la revolución, para concluir que perdieron su base de sustentación, que fue en un momento el hoy engañado y decepcionado pueblo venezolano.


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