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2021 será el año del gran debate electoral en Colombia que desembocará en la elección de los parlamentarios del ciclo 2022-2026 y del presidente que ejercerá la máxima magistratura entre esos mismos años. La realidad es que ese país entra desde ya en la precampaña y lo hace bajo el signo de la crisis en lo económico, en lo sanitario y en el área de la seguridad ciudadana.

Los días de Iván Duque en la presidencia están contados y al no poder repetir su mandato – gracias a la reforma constitucional de 2015- deberá convertir a este año en uno de logros visibles, de manera de no dejarle a su partido un perverso legado en lo electoral y de no ahondar el sentimiento de cansancio y agotamiento que prevalece en el electorado acerca de los partidos y políticos tradicionales.

La primera vuelta de la elección presidencial, a finales de mayo del año entrante, irá precedida dos meses antes de la elección parlamentaria y ya en ella podrá tomarse la temperatura de lo que pudiera ocurrir en la justa por la Casa de Nariño, que incluye igualmente al vicepresidente.

Con anterioridad a estos dos procesos, los partidos políticos y las regiones deberán escoger, a través del mecanismo de las consultas a los candidatos salidores a la presidencia. Para esta fecha ya se anticipa que se efectuarán cuatro consultas para armar las listas al Senado y a la Cámara, en fechas cercanas a las parlamentarias: las de la derecha, centro e izquierda y una que abarcará los liderazgos regionales.

El telón de fondo que inspirará la precampaña que ya ha arrancado será, sin duda, el relacionado con la superación de la pandemia que en Colombia ha alcanzado cifras atroces porque ella ha servido para ahondar los dramas sociales del país que afectan a los electores y para descalabrar el crecimiento económico que empezaba a hacerse realidad a fines de 2019. El dramático saldo de desempleados en Colombia que ya alcanza 19% de la fuerza laboral -5 millones de ciudadanos perdieron sus empleos durante la pandemia- obligará al actual gobernante a iniciar medidas de recuperación económica inmediatas que dependerán en parte de los resultados de la vacunación. Ello llevará a los partidos y sus candidatos a hacer uso de una bola de cristal para avizorar el país que les será entregado a escaso año y medio del presente y proponer sus propios proyectos y modelos de desarrollo.

El otro tema de gran calado que estará sobre el tapete en esta etapa preelectoral es el vandalismo, la delincuencia y el imperio del terror que cunde en el país como consecuencia del despertar de la violencia de la subversión armada en manos de los disidentes de las FARC y el ELN en comandita con el régimen venezolano. Dentro del ambiente de desestabilización prevaleciente no es menos importante el relacionado con las dificultades generadas por la torpe puesta en funcionamiento del Acuerdo de Paz de La Habana que ha provocado el fenómeno político de la infiltración de las ramas del poder con simpatizantes de la dupla santismo-FARC.

El inventario de candidatos y de líderes de partidos que juegan en este ajedrez es grande y variado y la carrera apenas comienza, pero dentro de la atomización, desde ya se sabe que las izquierdas se han fortalecido con la ausencia de resultados contundentes de la presidencia de Duque en favor de las poblaciones más débiles. Gustavo Petro sigue pisando fuerte con la validez que le otorgan sus 8 millones de votos de la segunda vuelta electoral en 2018.

El régimen de Nicolás Maduro y la presidencia de Joe Biden tendrán una palabra importante que decir y un rol determinante por jugar en este proceso preparativo a las contiendas parlamentarias y presidenciales. Ninguno de estos dos actores renunciará a la importante gravitación que hoy ejercen sobre los asuntos colombianos, un país que sigue siendo clave para la estabilidad latinoamericana.

En todo caso, el tablero es complejo en este año 2021 y cualquier paso que se dé en el presente, tanto por el lado del gobierno como por el lado de la oposición, tendrá que ser pensado en función de la sucesión política y estará revestido, inevitablemente, de un tinte electoral.

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