Efraín Campo Flores y Francisco Flores fueron arrestados en noviembre de 2015 | Archivo

Nicolás Maduro logró lo que quería. Por eso es que eran inexplicables las reuniones de altos funcionarios estadounidenses con él en Miraflores. No estaban negociando nada que interesara a los venezolanos sino la liberación de los sobrinos de la primera combatiente, que fueron sentenciados en Estados Unidos por tráfico de estupefacientes.

Es imposible calificar el comportamiento del gobierno de Joe Biden en este caso, pues para ellos se trataba de sacar de las peores mazmorras a seis estadounidenses y un residente permanente que Maduro tenía (estos sí) injustamente secuestrados. Y también con esta acción se sabe la razón por la cual estaban tras las rejas; para el gobernante chavista no eran más que fichas de cambio para presionar por la liberación de Efraín Antonio Campo Flores y Francisco Flores de Freitas, sentenciados desde 2016 por tratar de introducir en Estados Unidos 800 kilos de cocaína.

Jorge Toledo, Tomeu Vadell, José Luis Zambrano, Alirio Zambrano, Matthew Heath, Osman Khan y José Pereira no habían cometido ningún delito, solo que eran parte de la directiva de Citgo a los que los funcionarios de Maduro les inventaron cargos de conspiración y otros delitos. Por eso es que la participación del enviado especial de la presidencia para Situación de Rehenes, Roger Carstens, era primordial, porque Estados Unidos entendió que los tenía secuestrados.

Los «inocentes» Campo Flores y Flores de Freitas se unen así a su primo Carlos Malpica Flores, que desde junio salió de la lista de sancionados del Departamento del Tesoro por la misma gestión. “…Como producto de distintas conversaciones desde el pasado 5 de marzo con el gobierno de Estados Unidos se ha logrado la liberación de dos jóvenes venezolanos injustamente apresados en ese país”, dice un comunicado de Maduro, como si los sobrinos no hubieran sido agarrados prácticamente con las manos en la masa en Haití por la Administración para el Control de Drogas estadounidense en noviembre de 2015 y sentenciados un año después, luego de que un tribunal conociera los hechos y revisara las pruebas en su contra.

Y dice el comunicado de Miraflores que la “decisión” de liberar a los estadounidenses la tomó sobre la base de “razones humanitarias”. Tan sencillo como que estaban retenidos para hacer el canje. Ellos sí estaban injustamente presos, porque ni juicio hubo en su contra. Para Biden esta es la justificación de un acto que a muchos venezolanos seguramente llenará de indignación, pues una vez más Maduro usa su poder despótico para salirse con la suya. Quiere decir que sus sobrinos no pagarán a la sociedad por los delitos cometidos.

Ahora la primera combatiente debe estar celebrando que pronto tendrá a todos sus sobrinos juntos en casa, mientras cientos de familias aún lloran porque tienen a sus familiares presos en las mazmorras del régimen por el solo delito de oponérseles.


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