Un escolta identificado como Carlos Andrés Soto Hernández, de 27 años de edad, fue asesinado para robarlo, en el sector Los Frailes de Catia, por un grupo de hombres armados el viernes en la noche.
Según el relato de su esposa, Aracelis Jaspe, la víctima se dirigía a la parada de buses para trasladarse al estado Vargas, donde vivía. En el camino fue interceptado por tres hombres armados que le exigieron la entrega de sus pertenencias. Soto Hernández se negó, forcejeó con los delincuentes y le dispararon en la cabeza.
“Hasta cuándo el hampa va a seguir cobrando vidas. No hay quien les ponga freno a los delincuentes. Las OLHP lo único que han hecho ha sido reprimir y atentar contra inocentes. No atacan a los cabecillas de estas bandas que no solo matan, roban secuestran, extorsionan. La policía debe hacer un trabajo que implique ubicar a estos grupos y desmantelarlos”, dijo Jaspe, quien agregó que la víctima trabajaba como guardaespaldas en la gerencia del servicio VEN 911 y dejó a dos niños huérfanos, uno de 1 año de edad y otro de 14 años.
En otro hecho mataron a un obrero, identificado como Carlos Río Urrieta, de 21 años. El viernes al mediodía estaba desayunando en su residencia, en la calle Lara del barrio El Carpintero de Petare, cuando un hombre pateó la puerta de la vivienda y, al llegar a la sala, le disparó en seis oportunidades. El homicida huyó en una moto. Fuentes policiales indicaron que se trata de un azote del sector, apodado “el Corroncho”.
Con Urrieta van cinco integrantes de esa familia que han fallecido en circunstancias violentas, víctimas del hampa o por haberse cruzado en la línea de fuego durante un enfrentamiento entre bandas rivales. La víctima dejó en orfandad a dos pequeños: un bebé de 1 mes de nacido y otro de 5 años de edad.
Entre el viernes en la tarde y el sábado en la mañana fueron ingresados 16 cadáveres a la morgue de Bello Monte. 80% de los traslados correspondió a homicidios, mientras que el resto, a accidentes de tránsito y muertes por investigar.