El puño de hierro golpea duro las comunicaciones. La llamada revolución bolivariana y la cubana se encuentran a la zaga del continente en cuanto  a la conectividad de Internet. Tanto en Caracas como en La Habana se bloquean portales poco convenientes para ambos regímenes y la infraestructura tecnológica es obsoleta. En Venezuela la velocidad de navegación es de apenas 1,3 megabites por segundo, mientras en el resto de la región el promedio es de 5,6. Las quejas de los usuarios se multiplican y las fallas del servicio afectan diversos ámbitos productivos de la ya maltrecha economía nacional y comprometen derechos fundamentales como el acceso a la información

“¿Tira la palanca y endereza? Que la guagua va en reversa”. La letra del merengue del dominicano Juan Luis Guerra puede servir para ilustrar la involución de la calidad de vida del venezolano y del ejercicio de sus derechos relacionados con el acceso a Internet durante los últimos años de la llamada revolución bolivariana.

La imagen del dinosaurio que aparece en las pantallas cuando no hay Internet es un claro recordatorio de los problemas de las conexiones en Venezuela. Miles de usuarios tratan de comunicarse con Cantv para presentar la queja, pero apenas alcanzan a tener un número de reporte de un problema que no se solventa.

Adriana, diseñadora gráfica que laboró por mucho tiempo para un diario hasta que el sueldo no le permitió continuar, encontró una oportunidad como freelance. “Ahora mi gran problema es Internet: trabajo desde mi casa, pero casi nunca hay conexión o es muy lenta la velocidad de descarga; me cuesta cumplir con los tiempos de entrega”, dice.

Un estudio reciente del Instituto Prensa y Sociedad suministra una explicación a las continuas fallas en la red en todo el territorio nacional: mientras la velocidad de navegación en Internet en América Latina y el Caribe para 2016 era de 5,3 megabites por segundo y mejoró a 5,6 en 2017, en Venezuela pasó de 1,9 Mbps a 1,3 durante enero y febrero de 2018; es decir, Venezuela figura entre los colistas del continente en ese ámbito.

Esa es apenas una de las razones por la que Freedom House –organización no gubernamental con sede en Washington–  en su último informe sobre el Estado de la Libertad de Internet calificó por primera vez a Venezuela de “no libre”, como Cuba. En 2016 estaba clasificada como “parcialmente libre”.

“Varios elementos influyeron en esta calificación: el deterioro del acceso y de la calidad de los servicios de telecomunicaciones, los bloqueos selectivos de sitios web, las detenciones arbitrarias de reporteros y activistas, así como los mayores niveles de violencia física y técnica registrada contra periodistas, medios digitales y sitios web de organizaciones ciudadanas”, señala el informe.

Pero para tener una idea del estado de las telecomunicaciones en Venezuela con respecto al resto del mundo, los estudios de la Unión Internacional de las Telecomunicaciones pueden dar luces. Esa agencia de la ONU, especializada para las tecnologías de la comunicación y la información,  emite desde 2009 un reporte anual sobre el tema en el que analiza 11 indicadores.

El porcentaje de hogares con computadoras, con conexiones a Internet y suscriptores de telefonía móvil son algunos de los elementos que la organización toma en cuenta para el cálculo.

El ranking de 2017 indica que de 35 países de América Latina, Venezuela ocupa el puesto número 17, superada por naciones como Trinidad y Tobago (11), Grenada (12), Antigua y Barbuda (13), Dominica (14) y San Vicente y las Granadinas (15), que tuvieron un mejor desempeño en las TIC.

En el ámbito mundial, de 176 países, Venezuela ocupó el puesto 86, con índice de desarrollo de las TIC de 5,17 puntos. En 2016 estaba en el puesto 82 con 5,22 puntos. Por su parte, Cuba, aunque pasó del puesto 135 al 137, mejoró su índice el año pasado en 0,11 puntos, para alcanzar 2,91 puntos.

Orígenes del naufragio

La periodista y académica venezolana Raisa Uribarri, autora del informe de Freedom House, explica los orígenes del naufragio tecnológico venezolano. Precisa que desde2000 a 2006 hubo políticas del gobierno que apuntaron a la masificación de la red. Producto de ellas se establecieron zonas de acceso a conexiones inalámbricas (wifi) libres, la creación de infocentros para que los ciudadanos usaran la red y la entrega de computadoras Canaima en escuelas y liceos.

Pero eso comenzó a cambiar a partir de 2007 –explica Uribarri– con las políticas de hegemonía comunicacional reveladas por el entonces ministro de Comunicación, Andrés Izarra, la nacionalización de la Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela y en 2010 con la reforma de la ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos.

“Se empieza a constreñir las libertades de acceso a Internet a través de varios mecanismos: Conatel aplica sanciones a los sitios web, hackeos a sitios personales, detención de infociudadanos o periodistas; pero eso es lo visible, pues hay una censura invisible que obra por la vía de una burocracia gubernamental”, señala.

Esa censura invisible consiste –de acuerdo con Uribarri– en el desmantelamiento de la infraestructura de las telecomunicaciones. Primero con la toma de Cantv, que maneja 80% de las comunicaciones y que tiene un operador de telefonía móvil: Movilnet, empresas estatales que no reinvirtieron sus ganancias en la modernización de equipos y procesos.

Al sector privado el cinturón estrecho de la burocracia roja no le ha permitido hacer las adecuaciones tecnológicas. Por una parte se impide la actualización de las tarifas a precios competitivos, y por la otra el estricto control cambiario no ha permitido a los operadores de telecomunicaciones tener acceso a suficientes divisas.

Mario Seijas, directivo de la Cámara del Sector de las Telecomunicaciones, explicaba en entrevista a finales de 2017 que ese año al sector solo le asignaron 3,5 millones de dólares a través de las subastas de divisas. La cifra contrasta con la que se otorgó 17 años atrás, que superaba el millardo de dólares. 

Foto: Manuel Sardá

Sitios bloqueados

El hecho de que un ciudadano tenga Internet activo y, con suerte, una velocidad de descarga apropiada para navegar, no significa que pueda ingresar al portal de su gusto: la censura opera de diversas formas.

Entre 2015 y 2016 Ipys llevó a cabo otro proyecto dirigido a documentar los incidentes que comprometieran los principios de acceso y neutralidad de la red. Este monitoreo y diagnóstico permitió tener una medición exhaustiva durante la campaña electoral parlamentaria de 2015 en cuatro momentos esenciales: en los días de cierre de la campaña electoral, los previos al proceso, el día de las elecciones y los días posteriores al evento comicial. 

Los resultados obtenidos se fundamentaron en la medición que se realizó de manera sistematizada en cuatro entidades federales: Aragua, Bolívar, Táchira y área metropolitana de Caracas. La medición abarcó 48 días (del 25 de noviembre de 2015 al 14 de enero de 2016), en los que se obtuvieron 6,4 millones de pruebas que fueron analizadas y sistematizadas.

Se encontraron 43 casos de sitios web objeto de bloqueo sistemático por uno o más proveedores de Internet que operan en Venezuela. Las categorías de web más proclives a ser bloqueadas fueron: sitios relacionados con el mercado paralelo del dólar (44,19%), medios de comunicación (18,60%) y blogs de crítica al chavismo (11,63%). El bloqueo no se ejecuta únicamente a través de Cantv; otros operadores también lo emplearon.

El costo de un dispositivo para navegar es otra de las limitaciones. En Venezuela una tableta se puede conseguir en el portal de compras Mercado Libre por 20 millones de bolívares (15 salarios mínimo integrales), un teléfono inteligente de los más económicos cuesta alrededor de 12 millones de bolívares y una computadora usada básica el mismo precio (9 salarios mínimo), sin incluir el costo del modem y los planes de servicios de datos.

Hay que recordar que el salario mínimo es de 1.307.546 bolívares, incluido el bono de alimentación, equivalente a menos de 6 dólares mensuales, insuficientes para comprar dos kilos de queso al mes.

La producción

Pero el problema del acceso a Internet no es solo del acceso a la información a la que tienen derecho los ciudadanos, sino también un dolor de cabeza para el sector privado productivo.

Ricardo Cusanno, primer vicepresidente de Fedecámaras, indica que han recibido muchas quejas sobre el servicio de Internet desde las regiones del país. Explica que recientemente convocaron una reunión a distancia de las cámaras regionales, pero “la mitad de los representantes no pudieron conectarse por problemas con el servicio o de energía eléctrica”.

En las ciudades más habitadas del país la calidad del servicio de Internet es mala, pero en la provincia es peor. “Las diferencias de acceso entre la capital y los centros menos poblados, sobre todo en las áreas rurales, persisten”, destaca el informe de Freedom House. “Las ofertas de banda ancha móvil se concentran en ciudades con poblaciones de más de 50.000 habitantes y en zonas de altos ingresos”, añade el reporte.

Eso explica los argumentos de Cusanno, quien destaca que hay poblaciones de algunos estados, como Falcón, que no cuentan con servicio bancario por problemas en Internet. Esta realidad se expresa a través de las redes sociales, que dan cuenta de las innumerables quejas provenientes del interior del país. Por ejemplo, la usuaria de Twitter identificada como @lmedinar denuncia desde Tucupita: “Tengo un mes con reporte y miles de llamada, y aún sin respuesta, sin aba ni tono”. El usuario @Sarmientodan escribió desde Falcón: “Sectores de Pueblo Nuevo de Paraguaná sin servicio de aba y teléfono”. Existe la cuenta @Sinabacantv, en la que los usuarios dejan constancia de su descontento con el pésimo servicio.

Para el sector comercio también es un inconveniente –apunta el dirigente empresarial– ya que por la falta de efectivo muchas de las transacciones se deben realizar con transferencia electrónica. Sin Internet esta opción tampoco es viable.

Otros afectados son las personas que trabajan desde sus casas. Hay muchos procesos que pueden ser manejados de manera remota; por ejemplo, en las agencias de viajes se usa la figura del freelance y se vende a través de Internet, lo que es imposible si la red no está disponible.

La labor de la declaración de impuestos y otros trámites automatizados también constituye problema ante las dificultades tecnológicas.

Portales y redes sociales

 Un asunto medular es que el mal servicio también impide que la gente se informe. Según el reporte anual de Tendencias Digitales, más de 80% de los internautas usan la red para ver noticias o entrar en las redes sociales.

Uribarri destaca que debido a la censura en medios tradicionales como televisión, radio y prensa, gran cantidad de ciudadanos buscaron en la red la información a la cual no podían acceder por otra vía, pero los bloqueos de páginas web y la imposibilidad de conexión están limitando la alternativa digital.

Por ejemplo, durante las protestas de 2014 y 2017 buena parte de los ciudadanos se enteraban de lo que ocurría en las calles únicamente a través de portales electrónicos o de las redes sociales. “Lo que se está haciendo es censurar. Cuando se caen las telecomunicaciones, lo que se cae es la comunicación de los ciudadanos; eso es lo que está en el sustrato”, señala Uribarri.

En el mundo académico se ha acuñado el término brecha digital para explicar cómo puede marcar a un país, o grupo humano, la imposibilidad de tener a la mano las herramientas de las tecnologías de la comunicación e información con respecto a otros grupos que sí tienen acceso.

El profesor Pippa Norris, de la Universidad de Cambridge, publicó en 2001 el trabajo “Compromiso civil, pobreza de la información e Internet”, en el que explica que la brecha opera en un sentido global (entre distintos países), social (en el interior de una nación) o en la democracia(entre quienes participan y quienes no participan en los asuntos públicos en la red).

Norris cita un extracto del discurso del ex secretario general de la Organización de las Naciones Unidas Kofi Annan, quien advirtió del peligro de excluir a los pobres del mundo de la revolución de la información. “Las personas carecen de muchas cosas: trabajo, refugio, comida, cuidado de la salud y agua potable. Hoy, estar desconectado de los servicios básicos de telecomunicaciones es una dificultad casi tan aguda como estas otras privaciones, y de hecho puede reducir las posibilidades de encontrar remedios para ellos”.

Se entiende entonces que los rezagos en el acceso a las tecnologías de la comunicación de los grupos humanos ocasionarán que sean más pobres, el país más atrasado y su sociedad menos democrática. “Tira la palanca y endereza. Que la guagua va en reversa”.


Comparando realidades

Venecuba es un espacio venezolano con fines informativos dirigido por el periodista Andrés Cañizalez, creado para compartir noticias y análisis sobre la presencia e influencia de Cuba en Venezuela y comparar los modelos cubano y venezolano desde distintas perspectivas. La alianza de Venecuba, con el blog 14ymedio –cuya cabeza es la periodista Yoani Sánchez– y El Nacional, ha permitido el desarrollo de este reportaje.



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