Yoselyn Carrizales, esposa del teniente coronel detenido Igbert Marín Chaparro, empezó su ponencia en el Foro «Basta de Torturas» citando al reconocido director de teatro Bertolt Brecht, artista entregado a la lucha política contra el nazismo y la tiranía. A su lado se erigió la bandera de la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde se realizó el evento.

“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”, expresó Carrizales, mientras se esforzaba para que su voz no se quebrara.

Dedicó esas palabras a su esposo, que fue detenido el 2 de marzo de 2018 junto con otros ocho militares, al que se le acusó de tres delitos: Traición a la patria, instigación a la rebelión y acciones contra el decoro militar.

Egresado de la Academia Militar de Venezuela, el Teniente Coronel Marín Chaparro fue el primero de su promoción. Su promedio es el más alto de la institución, así lo explicó con orgullo su esposa a El Nacional Web.

Al momento de su detención era el comandante del Batallón de Infantería Juan Pablo Ayala.

“Fue trasladado, junto con otros ocho, a la sede de la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim), donde permanecieron siete días incomunicados. Cuando fueron presentados ante un tribunal, estaban visiblemente torturados y maltratados. Uno de los detenidos tenía dos costillas fisuradas al momento de la presentación”, relató la esposa.

Desde esa visita al tribunal, Carrizales y su hijo pasaron dos meses sin saber del padre de familia. La mujer recordó con sentimiento que fueron momentos difíciles.

“Mi hijo me preguntó una noche o me reclamó, más bien, que le dijera la verdad. Que por qué tenía tanto tiempo sin hablar con su papá. Que por qué tenía tanto tiempo sin llegar a la casa», narró Carrizalez. 


«Porque aunque fuese tarde, siempre solía llegar de madrugada. Me preguntó si su papá había muerto”

Yoselyn Carrizales


Luego de dos meses peleando, reclamando y suplicando le dijo al custodio: “Yo te voy a tener que traer al niño para que le digas tú que no puede ver a su papá, porque ya no se qué decirle”, así lo contó, mientras realizó otro esfuerzo para evitar las lágrimas.  

Una semana después, logró verlo y estaba distinto de como lo recordaba físicamente debido a que tenía 12 kilos menos y la piel pálida, no había visto la luz del sol desde su presentación. Carrizales le lleva, todos los fines de semana,  vitamina E para suplir esa carencia.

Durante las pocas visitas que le hacen a Marín Chaparro, evitan hablar sobre cosas negativas para que el infante no se vea afectado por el momento que enfrenta la familia. 

El hijo tiene apenas seis años y ve al militar como un héroe, es lo «máximo», y no conoce las razones que lo mantienen  en ese lugar, ni sabe por qué hay hombres altos vigilando el breve encuentro y escuchando la conversación. 

En cuatro meses y medio, madre e hijo han tenido la oportunidad de ver a Marín Chaparro en tres visitas de tres horas. En uno de esos encuentros, entre susurros, el teniente comentó que mientras rezaba una oración logró escuchar gritos, presuntamente, de torturas. 

La formación castrense da la fortaleza mental y física para soportar situaciones díficles, pero esos gritos logran quebrar un poco al militar. Tres semanas se cumplieron sin que haya recibido visitas o haya hecho llamadas.

La esposa concluyó con entereza y elevó un mensaje para aquellos que tienen el control de sus vidas porque para ella, con el Teniente Coronel preso, toda la familia está encerrada en angustia.

“Los derechos humanos son inherentes a la condición humana. Nos sentimos presos y en un callejón sin salida. Solo pido que les sean respetados sus derechos fundamentales a la legítima defensa a ellos, que han entregado la mitad de su vida a la patria, sacrificando familias y hogares”.

Carrizales es esposa, hija y nieta de hombres militares y recuerda los momentos importantes en los que su padre no pudo estar por el servicio. Sin embargo ha aprendido a enfrentar los retos que le tocó asumir y se llena de fuerzas con los mensajes de esperanza que suenan dentro del calabozo en el que retienen a su esposo:  “El agua mansa si está en movimiento triunfa contra la dura roca con el tiempo”.


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