No todas las personas tienen buenas intenciones, pero Diana está convencida de que sí. Solo que, entre la humanidad, las pericias verbales de Ares repercuten en comportamientos bélicos. El dios de la guerra pretende acabar con todo mediante la confrontación.

La joven vive en un mundo idílico, unas islas que antojan para desmarcarse de tanta adversidad y desasosiego. Ahí se crió junto con las demás amazonas, guerreras de la mitología griega que están confinadas en ese lugar, lejos de Ares. Las leyendas son constantes a su alrededor y ella cree profundamente en esas historias fantásticas.

En Mujer Maravilla, que se estrenó ayer en Venezuela, la directora Patty Jenkins presenta una encomiable película en la que se respeta y se revitaliza la entremezcla mitológica con hechos históricos relevantes para la humanidad. Lo hace argumental y visualmente, como en los primeros minutos del primer acto, en los que para contextualizar, la cineasta estadounidense se vale de la estética de la pintura mitológica para explicar coherentemente todo ese entramado de enfrentamientos entre Zeus y Ares, así como las razones por las que este grupo de mujeres permanece tantos años en la isla. Es como un recorrido en un museo entre lo clásico y el pop art.

Ahí, portadoras de una sabiduría ancestral, viven entre el temor y la preparación para un posible encuentro con ese ser tan poderoso que busca desgracias.

Diana, una espectacular Gal Gadot, es hija de Hippolyta (Connie Nielsen), reina de las amazonas, quien prefiere no revelar a la joven los gloriosos y misteriosos orígenes de su existencia. Le hace pensar que es una amazona más creada del barro. Sin embargo, ella misma empieza a descubrir su potencial. Si bien la madre la sobreprotege, es la tía Antiope (Robin Wright) quien se apresta en demasía para que explote toda esa capacidad física y sobrenatural que contiene en su cuerpo y mente.

Pero la habitualidad en la isla se desvirtúa cuando un avión cae en las aguas cercanas. Su piloto es Steve Trevor (Chris Pine), quien escapa de unos alemanes. De esta forma se abren las puertas de la realidad a las amazonas, hasta ese momento acostumbradas a las delicias de paradisíacas costas que les brindan resguardo.

En las afueras de esa dimensión, Europa es territorio sanguinolento por la Primera Guerra Mundial.

Jenkins y el guionista Allan Heinberg (Grey’s Anatomy yGilmore Girls) se basan en una historia de Zack Snyder y Jason Fuchs. Logran un largometraje que reivindicará a DC Comics del aluvión de críticas adversas que recibió, por ejemplo, Batman vs Superman: El origen de la justicia, en el que apareció brevemente el personaje de Gadot.

Mujer Maravilla no sucumbe ante el espectador. Sus responsables saben hilar bien la trama, que mantiene expectante a quien cada vez necesita saber más de un desenlace promisorio.

Diana, a pesar de su formación en confines desconocidos, aparentemente no está preparada para el mundo hostil que encontrará en la vida real. Además, es mujer en una época de subestimación y subyugación. Pero es ella en realidad quien se entrevé como la solución de un conflicto que va más allá de la capacidad humana.

Es obligada a llevar un traje señorial, pero sin dejar de lado su espada y escudo. La miran raro, pues es incongruente con un contexto que aún no entiende. Mientras los aliados buscan infiltrar los planes alemanes y descubrir cuál es el plan con armas químicas, la amazona busca a un dios mitológico llamado Ares cuya muerte sacará de su desvarío al enemigo, que volvería a ser bueno una vez muerto el villano.

Jenkins, directora y guionista de Monster (2003), marca un buen precedente para esta franquicia que se convertirá en un clásico entre los que han sido llevados recientemente al cine a partir del cómic.


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