Lilian Villalba, trabajadora de 48 años de una tintorería de La Campiña, gana 88.000 bolívares semanales por planchar hasta 1.000 sabanas al día.

Es el sostén de una familia compuesta por ocho miembros.Cuatro hijos, uno desempleado, otro con una condición especial, un estudiante de contaduría y una hembra que tiene 3 niños, uno recién nacido, reseñó El Pitazo.

Los ocho viven en una casa con una nevera dañada, y sin ingresos suficientes para repararla. Duermen en un cuarto con tres camas que se reparten entre todos. El débil salario de Lilian no alcanza para cancelar la caja CLAP, y vive de los bonos que da el gobierno a duras penas.

 “Un día mío es estar en mi trabajo y cuando no tengo que comer, buscar, pedir. Pasamos bastante hambre y podemos estar todo el día sin comer, hasta los niños”, confiesa Villalba.

Pero sueña con una mejor situación. “No me gustaría vivir como rica, o muy bien, pero sí al menos saber que puedo comer cada día, que vamos a tener algo”, comentó.

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