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Decenas de botellas de salsa inglesa ocupan varios metros en un anaquel de un supermercado de Caracas. Enfrente, en el refrigerador, un par de envases con piña troceada ya oscurecida. Al lado, en la carnicería, luces apagadas y cámaras vacías.

Esta imagen se repite en varios de las grandes tiendas visitadas esta semana en las ciudades de Caracas, Valencia y Puerto Ordaz.

Aunque en los últimos años en Venezuela la escasez en los supermercados ha sido un problema que además estacionalmente se acrecienta los meses de enero, ahora están semivacíos también establecimientos habitualmente bien provistos.

«Hay 1.000 botellitas de salsa de soja tapando todo. Antes realmente lograban tapar todos los espacios, pero ahora ni siquiera tienen tanto producto para tapar», dice Luis González tras salir de un supermercado de Valencia, ciudad industrial en el centro-oeste de Venezuela.

González, que no consiguió «casi nada» de lo que estaba buscando, relata un truco de muchos supermercados en los últimos años para no dar apariencia de desolación.

Pese a que los meses de enero siempre se produce cierto desabastecimiento tras la campaña de Navidad, este año es peor, según las personas entrevistadas.

En los 17 meses que llevo viviendo en Venezuela, nunca había visto los supermercados que frecuento tan vacíos.

Aunque siempre han faltado algunos productos, en diciembre el aspecto era otro. En diez días que estuve fuera, el cambio fue notable.

Como dice González, se ven estantes llenos, pero con un mismo producto, generalmente una salsa o agua mineral.

Ahora están escaseando también frutas y verduras, una solución económica en la actual crisis que vive el país con una hiperinflación que eleva los precios casi a diario y que ha convertido la carne de res o el pollo en artículos de lujo.

Escasez y saqueos

La crisis ha provocado una caída notable de las importaciones en un país extremadamente dependiente del exterior que ha visto además hundirse la producción nacional en todos los rubros.

«No están trayendo nada. Pasaba a menudo en enero, pero esta vez los supermercados se han quedado sin stock. Esperemos que las frutas y verduras lleguen a final de semana», me dice un empleado de un supermercado de la cadena Plan Suárez, en el este de Caracas.

Esta situación de escasez ha provocado en las últimas semanas saqueos a supermercados y episodios de protestas.

El Observatorio Venezolano de la Conflictividad Social contabilizó 107 saqueos o intentos en los primeros 11 días del año, cifra superior a la suma de los casos de enero de los últimos tres años.

El Puerto Ordaz, en el este del país, hay miedo en los comercios de alimentación ante los recientes saqueos.

Las distribuidoras están casi paradas.

«Estamos a media máquina por la falta de materia prima, y por los insumos, que no llegan», afirma un empleado de una distribuidora de alimentos que sirve a varias cadenas de supermercados y que prefiere no revelar su nombre.

«No contamos con mercancía. De diciembre para acá nos quedamos sin existencias», agrega.

Los supermercados agotaron sus inventarios después de que en los primeros días de enero el gobierno obligara a rebajar precios ante la creciente inflación, la más alta del mundo.

La población acudió en masa a comprar productos a precios reducidos. Y a eso se sumó lo que en Venezuela se conocen como »compras nerviosas», aquellas que se producen por la incertidumbre futura más que por una necesidad del momento.

La consecuencia: los supermercados se vaciaron. Y así siguen.

«Precio especulativo»

El presidente, Nicolás Maduro, afirma que la inflación en Venezuela es inducida, fruto de una agresión para desestabilizar al país y a su gobierno. Esta semana denunció un aumento de precio en una lata de atún 756% del 15 de diciembre al 3 de enero.

«No vamos a aceptar ningún precio especulativo», dijo el martes el vicepresidente,Tareck el Aissami, en una reunión con el sector agroindustrial y las empresas de alimentos.

El Aissami, que se reúne este viernes con la red privada de supermercados, aseguró que se debe volver a los precios de diciembre.

«No hay justificación para que los productos tengan en menos de 20 días aumentos de hasta 10.000%», condenó.

Este control gubernamental supone que las cadenas no cubran el costo de reposición de unos productos que pueden terminar vendiendo a un precio mucho menor que el de compra.

BBC Mundo contactó a varios empresarios del sector, incluida la Asociación Nacional de Supermercados y Autoservicios (ANSA). Todos rechazaron por el momento hablar mientras se produce una intensa negociación con el gobierno, que está decidido a controlar los precios.

«Estamos pasando por un proceso de boicot y desestabilización a la economía en nuestro país», dijo esta semana William Contreras, el superintendente para la Defensa de los Derechos Económicos, ente encargado de fiscalizar precios.

En juego estos días está definir la estructura de costos, el negocio de los supermercados, pero sobre todo el abastecimiento de la población.

Pero no sólo eso. Contreras recordó esta semana a los empresarios que la ley establece que las personas que incurran en los delitos de especulación y usura tendrán una pena máxima de ocho años de cárcel. Pero si se evidencia un claro boicot a la economía nacional, la medida podría extenderse a 15 años.

*Colaboraron Tibisay Romero desde Valencia y María Ramírez desde Puerto Ordaz.


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