Los venezolanos lideran el ranking de radicaciones en Argentina. Con más de 25 mil en lo que va de enero a junio de este año, superaron a los países limítrofes, dejando en segundo y tercer lugar a la inmigración paraguaya y boliviana, que históricamente representan el mayor flujo de migrantes a Argentina.

Las cifras confirman el fenómeno que se vive cada día con más fuerza en la ciudad de Buenos Aires: hay ciudadanos venezolanos en casi cualquier negocio, restaurante, o servicio. Llegan tras el sueño argentino, a un país en el que el idioma es el mismo y la entrega de documentos es relativamente sencilla.

En una escalada veloz y reciente, si en 2016 los migrantes venezolanos estaban en el quinto puesto, en 2017 pasaron al tercero y en 2018 son los primeros, según las últimas cifras de la Dirección Nacional de Migraciones, dependiente del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda. “Una situación excepcional, nunca vista en la historia reciente», según describe Horacio García, director de Dirección Nacional de Migraciones.

Y que tiene su correlato mundial: según The Economist el éxodo venezolano ya podría haber alcanzado los 4 millones de desplazados (en una población de 30 millones) superando a los exiliados sirios. Sólo que en Venezuela no hay un conflicto bélico que justifique la categoría de refugiados, más bien se huye de una inflación pronosticada de un millón por ciento, una retracción de la economía cercana a 20%, escasez de alimentos y medicinas, entre otros factores.

Cifras

Desde enero de 2018 se radicaron en Argentina 25.445 venezolanos (25% del total de radicaciones en el país), 24.429 paraguayos (24%), 18.827 bolivianos (19%), 8889 peruanos (9%), 8063 colombianos (8%) y 14.951 de otros países (15%). Del universo de más de 25 mil venezolanos llegados este año al país, a un 22.038 se les otorgó una radicación temporaria y a 3.407 la permanente.

En los últimos dos años y medio, 530.000 venezolanos se radicaron en Argentina. De ese universo, 83% se estableció en la Capital Federal y sus alrededores. «Es un gran número y enorme desafío, que tenemos que revertir con lógica y talento», explica Horacio García, quien está convencido de que es un país muy grande para quienes vayan a trabajar y estudiar.

Gran parte de los esfuerzos de la Dirección de Migraciones actualmente tienen que ver con entender qué necesidades profesionales tiene cada provincia y comenzar a orientar paulatinamente los flujos migratorios hacia ellas. Según explica García, es importante preguntar qué oficio tiene cada migrante que llega al país («no es lo mismo un electricista de hogares que uno de obra») y volcar esos datos en una plataforma laboral. Mañana miércoles se llevará a cabo en la Dirección de Migraciones una jornada sobre el direccionamiento de flujos migratorios que hará foco en los ingenieros venezolanos.

«Podemos mandar electricistas, médicos o ingenieros adonde se necesiten. Me parece que este es el camino y esto es lo que genera una recepción mucho mas cálida: cuando cumples una función respetada como buena en la sociedad, te integras. Si necesitas un plomero no le preguntas si es chino, francés o paraguayo, quieres que haga su trabajo y se quede en el barrio. Estamos ante una gran oportunidad de empezar a ver el fenómeno migratorio como algo útil para las sociedades, más allá de enfrascarnos sólo en la cuestión humanitaria» , explicó García.

Ecos de un fenómeno global

Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones, que depende de las Naciones Unidas, hubo un marcadísimo aumento de venezolanos que salieron de su país en apenas dos años. Entre 2015 y 2017 la cifra de venezolanos en Sudamérica fue de 89.000 a 900.000, un aumento de 900 por ciento. Más allá de Argentina, los venezolanos se están asentando en Chile, Brasil y Uruguay.


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