Venezolanos en el mundo - alemanes
Foto cortesía Elisa González

«Desde la reunificación de Alemania, no, desde la Segunda Guerra Mundial, no se había planteado a nuestro país ningún otro desafío en el que todo dependiera tanto de nuestra actuación solidaria mancomunada».

El 18 de marzo, por primera vez desde 2005, cuando asumió el cargo como canciller de Alemania, Ángela Merkel se dirigía a sus compatriotas en un discurso televisado a toda la nación. Solo lo hace una vez al año, en diciembre, para la salutación de Año Nuevo.

Era imperativo, pues los alemanes, destaca la venezolana Elisa González, se han tomado muy a la ligera la tragedia que ha ocasionado en el mundo la pandemia del coronavirus.

Abogada de 38 años de edad, González vive en Ingolstadt, ciudad del estado federado de Baviera, cercana a Múnich, desde hace cuatro años con su esposo e hijos de 5 años y 6 meses.

«Nosotros nos hemos puesto en cuarentena de manera voluntaria. Nos visita una tía de 72 años de Venezuela, que se recupera de un cáncer de mama, y para cuidarla a ella hemos decidido cuidarnos nosotros en extremo», dice González.

Al día de hoy en Alemania hay 16.290 contagiados, 44 muertos y 115 recuperados. La aparición de Merkel en televisión concientizó mucho a la población, destaca González, que hoy siente que los alemanes, por primera vez, asumen el coronavirus como lo que es: una pandemia que dejará secuelas políticas, económicas y sociales.

«El alemán –dice González- se siente muy seguro, invencible, muy seguro de su país y cómo superar las adversidades, con un gran sistema de salud capaz de soportar cualquier crisis. No estaba preparado para esto, pero le ha tocado asimilar lo que está sucediendo en el mundo que, además, golpeará a Alemania. Aquí se han relajado con el tema del coronavirus».

Desde que el lunes se anunció el cierre de las escuelas comenzaron las compras nerviosas en Ingolstadt, donde viven 146.000 personas y hasta el momento hay 2 casos confirmados con coronavirus. «La gente se desesperó por el papel higiénico. No se encuentra alcohol, gel de manos, pasta, pan… Mi compra nerviosa fueron 4 paquetes de Harina Pan porque el asiático que las vende dentro de poco cerrará su tienda», confiesa González. El local lo lleva una vietnamita preocupada porque últimamente no han ido al negocio. «Aquí ya empiezan a mirar raro a los asiáticos».

González reconoce que hay una parte de la población molesta con aquellos que aprovechan la coyuntura para salir, por ejemplo, a hacer picnics. «Hay una zona muy concurrida, los Jardines Ingleses, donde la gente monta bicicleta, se reúne. No le temen a las dimensiones de esta tragedia».

Comenta que recientemente decidió salir de su casa con el fin de ir al centro de jardinería a comprar algunos artículos para cuidar sus plantas, una de las maneras en las que invierte su tiempo por estos días. «Me asombró la gente sin ningún tipo de protección, muy cerca unos de otros. Eso me asustó».

Pero más temor sintió González cuando hace una semana debió llevar a su hijo al doctor. «En un principio nos habían dicho que atenderían casos por teléfono, como en el resto de Europa, y es lo que se había sugerido aquí. Llamamos y me dijeron que acudiera a la consulta. El doctor no tenía guantes ni tapabocas, tampoco el personal del centro de salud».

A González y su esposo les ha tocado, también, explicarle a su hija de 5 años y a sus amiguitas vecinas que no pueden jugar juntas. De hecho, ha tenido que sacar a las niñas de su casa. «Me sorprendió la respuesta de las nenas: ‘A los niños la enfermedad no les da fuerte’. Y eso es lo que les comentan los padres a sus hijos que salen a jugar fútbol en la calle sin problema. Eso me parece una irresponsabilidad».

Otra realidad con la que se ha encontrado González es que los alemanes poco visitan a sus padres y familiares ancianos, no asumen como una responsabilidad cuidar a una persona mayor. «Eso se lo dejan al sistema de ayudas. Y en este momento ha aflorado la solidaridad de voluntarios que les hacen mercado a los mayores».

A partir de la próxima semana, cree González, se tomarán medidas más drásticas porque la situación así lo exige. «De hecho, en Bavaria se ha contemplado sacar a la milicia para aplicar un toque de queda forzoso».

Ángela Merkel ha dicho que hasta 70% de los alemanes podrían infectarse con coronavirus. Y González no lo duda. «Yo no me siento segura porque creo que en cualquier momento pudiera contagiarme por la tranquilidad con la que han tomado esto los alemanes. Pero, por otro lado, me siento aliviada porque hay un sistema de salud que me garantizará atención médica de calidad. Creo que por eso a las personas no les importa contagiarse. Se han creído eso de que solo ataca a los viejos. Y ya sabemos que no es así».


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