venezolanos en el mundo italianos
Foto cortesía Daniel Cáceres

Han pasado 17 días desde que Daniel Cáceres está confinado en su apartamento, que comparte con un amigo italiano. Periodista egresado de la Universidad de Los Andes, llegó a Roma hace dos años. Salió en un momento de desesperación del país. Realizaba una cobertura de ejercicios militares en Lobatera, estado Táchira, como fotógrafo freelance de la agencia AFP cuando lo detuvieron funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar. Le quitaron la cámara, le robaron el celular y lo llevaron a la sede de la Dgcim. Lo dejaron en libertad, pero con una citación a la que nunca acudió.

De inmediato llamó a sus amigos que habían emigrado buscando la mejor opción para salir del país. En Colombia, pensó, no encontraría muchas oportunidades de trabajo. Entonces comenzó a buscar pasajes. El más barato tenía destino Italia. Y a Roma llegó. En Táchira quedaron sus padres y en Caracas sus dos hijas.

«Es impresionante ver tanta soledad en las calles de Roma. Yo nunca me imaginé ver esta ciudad así», dice el videógrafo que continúa trabajando como freelance para la agencia AFP y es corresponsal de W Radio de Colombia.

Ha salido de casa lo estrictamente necesario, básicamente para buscar comida. Cuando el gobierno italiano oficializó la cuarentena obligatoria, Cáceres reconoce que la gente se desesperó un poco y llenaron los supermercados, donde veía colas larguísimas de gente. «Fue imposible no pensar en Venezuela». Sí, hubo estrés por el papel higiénico, que no se conseguía en todos los lugares. Pero las autoridades llamaban a la calma: prometieron surtir los supermercados, aunque reconoce que no encontró todo lo que buscaba la última vez que fue.

El italiano, dice, nunca fue consciente de la crisis que se venía con la pandemia del coronavirus. «Cuando decretaron la primera zona roja se recomendó no viajar, quedarse en casa. Y muy pocos hicieron caso. La gente seguía saliendo del norte, la región del país donde había más contagiados, viajaba en trenes, socializaba. Fue cuando en el gobierno se dieron cuenta de que no funcionaba la recomendación y prohibieron a todo el país movilizarse».

Pero ahora, reconoce Cáceres, los italianos están asustados. Hasta el momento, el país registra el mayor número de muertes por la enfermedad covid-19, 8.215, y 80.589 contagiados, solo superado por Estados Unidos y China. «La gente comenzó a tomarse todo más en serio. Ves las calles vacías. En Roma dispusieron de puntos móviles de control que recorren la ciudad y si hay personas en la calle sin justificación, las multan o pueden ir a prisión».

El fotógrafo de 43 años de edad sabe que su trabajo se verá afectado. «Vivo de estar en la calle. El trabajo ha bajado mucho porque las empresas recomiendan por seguridad mantener a los empleados lo más posible en casa. Las compañías con las que colaboro me dijeron que, por ahora, no habría trabajo».

En San Cristóbal quedaron sus padres, casi septuagenarios. Su madre es paciente oncológica. Ahora está preocupado porque el gobierno colombiano cerró la frontera. «Mi familia hace mercado en Cúcuta porque es mucho más barato que en San Cristóbal», dice. «No están saliendo, siguen las recomendaciones, con todos los problemas que hay en Táchira».

Le preocupa el futuro, la recesión que vendrá. Comparte apartamento con un italiano que trabaja en el área de hostelería, donde han despedido a mucha gente.  Una amiga que trabaja en Airbnb le ha dicho que no hay reservas hasta junio. Y los restaurantes también han salido de personal. Dejan a los empleados que tienen hijos. A los otros les dan vacaciones, negocian su salida o les anulan el contrato.

«En mi caso, ha bajado la demanda de información muchísimo. Quisiera que la cuarentena funcionara y se dinamizara todo de nuevo. Tendría que buscar cómo ofrecer contenidos sobre la situación que vivimos. Pero en Roma, como imagino en todo el mundo, el impacto será muy grande», dice Cáceres.

Por ahora, todos los días a las 6:00 pm sale a socializar a su balcón. Un vecino músico toca la batería y la gente canta. Y también aplaude a los trabajadores del sistema sanitario. «Es el momento en el que uno se reencuentra».


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