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Un grupo de refugiados venezolanos montó una pequeña villa en el basurero municipal de la ciudad brasileña de Pacaraima, en la frontera con Venezuela. Allí disputan restos de comida con buitres y perros.

Cerca de 40 refugiados venezolanos viven en seis pequeñas viviendas fabricadas con material de desecho y escondidas en medio del basurero de Pacaraima, constató Efe en una visita al lugar, aproximadamente a 10 kilómetros del límite entre ambas naciones.

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Pacaraima, el único paso en los casi 2.200 kilómetros de frontera terrestre entre Brasil y Venezuela, recibe diariamente 400 venezolanos, aproximadamente, que huyen de la crisis económica, política, social y humanitaria de su país.

Y muchos, sin recursos para continuar hacia Boa Vista, la capital del estado de Roraima, terminan estableciéndose en Pacaraima y sus alrededores, donde esperan vivir de lo que pueden. Eso ha generado tensión por el incremento de la violencia en la región. También se han provocado ataques xenófobos.

Sin miedo a las cámaras

Pese a que aseguran que se dedican a rebuscar entre la basura latas, metales, cartones y otros materiales reciclables que pueden revender, los venezolanos establecidos en el basurero no esconden que también buscan comida para su propio consumo.

A uno de ellos no le importó que las cámaras lo filmaran mientras rasgaba una bolsa con pedazos de pollo congelado. A pesar de no ser apta para el consumo, y que emanaba un olor nauseabundo, separó las que consideraba menos dañadas.

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Las más podridas las arrojaba lejos e inmediatamente eran disputadas por perros y buitres.

Una vez separadas, las escondió en un recipiente que tapó con otras basuras para impedir que los animales le robaran su tesoro.

Pese a que a simple vista el basurero parece vacío, y desde la carretera tan solo se observan las montañas de desperdicios y numerosos perros y buitres, un recorrido por su interior permite ir encontrando grupos de personas removiendo objetos.

Los jóvenes

Tres jóvenes de entre unos 17 y 23 años de edad prendieron una fogata con desechos para calentar lo que llamaron desayuno. Consistía en un plato de espaguetis y otro de carne enlatada que no dijeron de dónde procedía, y que comieron sin que la presencia de periodistas los interrumpiera.

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«Recogemos materiales como cobre y aluminio para sobrevivir. Ahora llevamos cuatro días aquí, pero vamos y venimos, Algunas veces duramos dos o tres semanas. El cobre y el aluminio lo vendemos aquí», dijo a Efe uno de los jóvenes.

«Aunque no lo parezca, aquí estamos bien. Apenas venimos a buscar la platica porque en nuestro país no conseguimos empleo», indicó otro de los recicladores.

Ellos se identificaron como Júnior José, Julio Medina y Leonel González.

Los tres admitieron que la comida que encuentran a veces la consumen si está en buenas condiciones. Pero que nunca la llevan a sus familias porque puede ser perjudicial para los niños.

Agregaron que lo más difícil es la hostilidad que siente en las calles. Muchos brasileños los insultan y los amenazan.

CORRERÍA TRAS LA BASURA

La aparente calma en el basurero es interrumpida dos veces al día cuando un camión lleva los desperdicios procedentes de Pacaraima.

En ese momento, los migrantes tratan de rescatar de la basura recién llegada lo que les interesa. Asimismo, rasgan con fuerza las bolsas que quieren hurgar.

Una incursión más profunda permite descubrir la pequeña villa que los venezolanos construyeron en medio de un bosque, a la que se llega por un camino tapizado de basura.

Frondosos árboles no permiten percibir las viviendas construidas en medio del basurero ni las condiciones en que viven los propietarios, todos refugiados venezolanos, entre los que destacan varios niños y adolescentes.

Gran parte de los venezolanos que huyen del hambre, la falta de trabajo y la escasez de alimentos en su país cruza la frontera por Pacaraima y continúa hacia Boa Vista, desde donde, con el apoyo del gobierno brasileño, son trasladados a otros centros urbanos de Brasil, como Sao Paulo, Río de Janeiro o Recife.

Al menos 264.000 venezolanos que huyeron de su país e ingresaron a Brasil, según datos oficiales, ya solicitaron la regularización de su situación migratoria en el país.

Cerca de 4 millones de venezolanos han salido de su país rumbo a otros lugares del mundo desde finales de 2015, en uno de los mayores flujos migratorios del planeta, de acuerdo con la ONU.


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