Cada 72 horas
Foto: AFP / Dominique Faget

Cada 72 horas una mujer es asesinada en Italia y cada día 88 mujeres son víctimas de actos de violencia, una cada 15 minutos. Ese drama va en aumento año tras año, pero en el que también se encuentran señales de esperanza: cada vez más mujeres se atreven a denunciar.

¿Por qué hay cada vez más feminicidios en un contexto de mayor libertad para la mujer? Precisamente esta es la clave, según la vicepresidente de D.i.Re, Antonella Veltri, quien ve una reacción masculina frente a un mayor conocimiento y afirmación de los derechos de las mujeres.

La maté porque era mía

«Hay más asesinatos cuantas más mujeres se dan cuenta de que tienen que alejarse de una relación en la que no están bien» o el movimiento feminista que en los últimos años ha sacudido al mundo e Italia ha hecho a las mujeres más conscientes de su situación, explica a Efe Veltri.

Los datos muestran que de los 142 feminicidios ocurridos en el año 2018, según un estudio del centro EU.R.ES, 119 tuvieron lugar dentro de la familia, 6,3% más que en 2017.

Los terribles datos llevaron al feminismo italiano a salir a la calle por cuarto año consecutivo, en una marcha masiva que según Ni una menos, organización convocante, congregó a unas 100.000 personas en Roma el sábado, de cara a la celebración este lunes del Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Otro informe, de la policía italiana, muestra que en 82% de los casos de violencia contra la mujer el autor era su pareja, ex pareja o un familiar.

«Eres una cosa mía, si te alejas de mí te mato», así resume Veltri la motivación de los feminicidios, en los que los celos y la posesión son todavía la causa principal, según el informe de EU.R.ES.

Pero poniendo el foco solo dentro de las paredes de la casa no se alcanza a entender la magnitud del problema, pues también influyen las políticas públicas y la justicia, que de acuerdo con Veltri, simplemente no funciona.

Una política tímida

En los centros contra la violencia que gestiona su asociación, a los que acuden mujeres víctimas de agresiones, han observado que las mujeres encuentran dificultades al dirigirse al sistema judicial italiano, a causa sobre todo de la lentitud del procedimiento y de la falta de confianza en la mujer que denuncia.

«En los procesos a menudo la que está bajo una lupa es la mujer», que tiene que demostrar el delito que denuncia, y no su maltratador, critica Veltri.

A pesar de esto, en 2018 aumentó el número de denuncias por violencia sexual (5,4% más que el año precedente). Esa cifra D.i.Re la encuentra, aunque pueda parecer paradójico, reconfortante, porque evidencia que hay una mayor confianza en la justicia por parte de las mujeres y por tanto denuncian más.

En cuanto al aspecto político, las organizadoras de la marcha contra la violencia de género denuncian que poco ha cambiado en las actitudes hacia este tema entre el anterior gobierno, de la ultraderechista Liga y el antisistema Movimiento 5 Estrellas, y el actual, del M5S y el centro izquierda del Partido Democrático.

«La violencia es estructural, no cambia cualquiera que sea el color de los partidos en el gobierno», cuestiona Carola, de Non Una di Meno (Ni una menos), que ve que polémicas leyes como el decreto Pillon, propuesto por el anterior ejecutivo y que limita el derecho al divorcio, según su organización, sigue aplicándose en los juzgados.

Una justicia lenta

Este decreto indica que los jueces pueden acusar de alienación parental a la madre que huye de una relación de maltrato y se lleva a sus hijos con ella, explica Carola, por lo que los hijos deben quedarse con el padre, arriesgando su vida.

Otra ley promulgada cuando Matteo Salvini era ministro de Interior, el Código Rojo, también ha sido duramente criticado por activistas feministas como Veltri, porque considera que aporta un enfoque de emergencia, basado en la seguridad, para solucionar la violencia de género, al endurecer las penas a los agresores.

«Lo que nos interesa no es tanto las penas a los agresores, sino más medidas para garantizar la tutela a las mujeres que denuncian y que no sufran represalias«, señala Giorgia, una de las organizadoras de la manifestación.

Se necesitan cambios estructurales

Desde los diferentes colectivos feministas apuntan a que la solución a la creciente violencia de género no se puede limitar a leyes concretas, sino que son necesarios cambios estructurales.

Una de las principales reclamaciones es mejorar el financiamiento de los centros contra la violencia de género, que solo reciben 78 céntimos por cada mujer que acude, repudia Carola.

Carmen, de la Asociación Antiviolencia Olympia de Gouges, reclama respetar la Convención de Estambul que Italia ratificó en 2013, primer instrumento vinculante a nivel europeo contra la violencia de género.

«En el futuro todo depende de la formación», asegura Veltri, porque en su opinión, solo interviniendo en la prevención del fenómeno se podrá superar el paradigma del patriarcado, y de esta manera se frenarán los feminicidios que cada vez más acechan a Italia.


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