Foto: CTV News

El presidente Donald Trump participó en la ceremonia de graduación de la academia militar de West Point, una de las tradiciones que acompañan a la Presidencia, y que el mandatario pidió que se mantuviera a pesar de la pandemia.

Más de 1.100 cadetes que llevaban desde marzo sometidos a un confinamiento domiciliario regresaron a sus barracones hace dos semanas para poder celebrar este evento, modificado para mantener la distancia de seguridad y con medidas de control de la epidemia reforzadas.

Pese al celo inicial, los cadetes abandonaron las mascarillas al cierre de la ceremonia y repartieron generosos abrazos nada más lanzar sus sombreros al aire, una tradición que se acompañó con el sobrevuelo de helicópteros militares.

Aunque todos los cadetes recibieron pruebas de diagnóstico al volver al campus hace dos semanas y los 15 que dieron positivo ya se recuperaron, la imagen de los militares abrazándose y celebrando sin mascarilla chocó con la petición de prudencia de las autoridades de salud.

Además, supuso todo un contraste con las graduaciones virtuales que debieron celebrar este mes cientos de instituciones educativas, cuyos estudiantes se tuvieron que conformar con festejar desde su casa.

Trump aseguró que no son policías del mundo

En una ceremonia sin familiares y en la explanada de la centenaria academia para poder los seis pies de rigor, Trump aseguró que EE UU extinguirá esta plaga(coronavirus) a la que volvió a referirse como «el enemigo invisible que vino de una tierra lejana llamada China».

La academia descansa a orillas del Hudson a un centenar de kilómetros de Nueva York, que fue durante mayo el punto del país más afectado por el covid-19 y ahora comienza lentamente a reabrir.

La semana que viene, Trump tiene previsto reanudar sus actos de campaña electoral con un evento en Tulsa (Oklahoma), mientras que a finales de agosto prometió aceptar la candidatura republicana con un gran evento en Florida, un estado que está experimentando una segunda oleada de contagios.

El discurso de Trump fue sobrio y ajustado al guión. Aseguró que Estados Unidos no va a ser el policía del mundo y no va a implicarse en conflictos antiguos en tierras lejanas.

Pero sostuvo que defenderá a su nación de la amenaza extranjera, al tiempo que celebró haber «acabado al cien por cien con el Estado Islámico y matado al terrorista número uno», el general iraní Qasem Soleimaní.

Las relaciones de Trump con el estamento militar, que este sábado estuvo representado por el secretario del Ejército, Ryan McCarthy, se ven recientemente resentidas por el uso que el mandatario hace de las Fuerzas Armadas durante las protestas contra el racismo y la brutalidad policial.

Trump amenazó con invocar la ley de insurrección con el fin de desplegar fuerzas armadas convencionales para contener las protestas, en su mayor parte pacíficas, y generó polémica con una aparición este mes frente a una iglesia cerca de la Casa Blanca que sufrió leves daños durante actos vandálicos.

Para poder desplazarse a la iglesia y fotografiarse con la Biblia en la mano, Trump ordenó disolver una protesta pacífica a la fuerza y se presentó junto al jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, que el pasado jueves lamentó su participación en esa foto.

El discurso de Trump ante los cadetes fue conciliador

El tono de Trump en su discurso ante los cadetes fue conciliador, en un día soleado, con ambiente de celebración y en un encuadre natural excepcional, y agradeció a la Guardia Nacional por mantener el «imperio de la ley en las calles» durante las manifestaciones.

«Lo que hace a Estados Unidos único es la durabilidad de las instituciones frente a las pasiones y prejuicios del momento. Cuando los tiempos son turbulentos, cuando el camino es arduo, lo que más importa es lo que nos hace permanentes, atemporales, sólidos y eternos», señaló Trump en un discurso institucional y sin salidas de guión.

Trump, que dijo que West Point es «un símbolo universal de gallardía, lealtad devoción, disciplina y destreza», hizo un saludo marcial, manteniendo la distancia social, a cada uno de los 1.107 graduados, que se desprendieron del tapabocas para acercarse al podio donde se encontraba el mandatario.

Tras la celebración final los cadetes se abrazaron y gritaron sin protección alguna, mientras que Trump incluso se acercó a saludar a algunos de los graduados.


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