Rusia.
AFP

La amenaza nuclear mundial volvió a dispararse hace dos meses cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció que suspendía la participación de Rusia en el tratado de control de armas nucleares New START, adoptado junto con Estados Unidos.

La decisión del presidente Putin, adoptada en el contexto de la guerra de Ucrania, se interpretó como una amenaza de Rusia al mundo y a un paso que abría las puertas al posible empleo de armas nucleares en el conflicto ucraniano.

Sin los corsés del tratado, y sin las inspecciones mutuas a los arsenales que implicaba, se interpretó, Rusia podría aumentar su arsenal nuclear sin incómodos testigos.

Sin embargo, la medida podría perseguir el objetivo contrario: esconder el calamitoso estado en que se encuentra el arsenal nuclear ruso.

Según publica The Kyiv Independent, en los últimos años Moscú ha visto con impotencia cómo se reducía su arsenal nuclear debido a la obsolescencia de sus ojivas nucleares y de sus misiles para lanzarlas.

La precariedad de la industria militar rusa –de la que ha quedado notoria evidencia en la guerra de Ucrania– ha impedido al Kremlin reponer su armamento nuclear, lo que se traduce en una menor fuerza de disuasión.

Sobre el papel, Rusia es la primera potencia nuclear del mundo. Sin embargo, su arsenal está, en gran medida, desfasado y la mayor parte de sus ojivas y misiles son herencia de la Unión Soviética.

Según la Federación de Científicos de Estados Unidos, Rusia cuenta con 1.674 ojivas nucleares estratégicas desplegadas y que podrían lanzarse de forma inmediata.

Además, contaría con 2.815 ojivas tácticas no desplegadas y otras 1.400 obsoletas que no se pueden emplear.

Estados Unidos, segunda potencia nuclear sobre el papel, cuanta prácticamente con el mismo número que Rusia de ojivas estratégicas desplegadas, 1.670, además de 100 armas nucleares tácticas desplegadas, 1.938 en reserva y 1.536 retiradas.

Juntos, Estados Unidos y Rusia concentran el 89 % del arsenal nuclear en todo el mundo.

Para el Kremlin, reconocer que su armamento nuclear ha quedado obsoleto sería una humillante derrota en un momento en que trata de presentarse como un igual en disuasión nuclear con Estados Unidos y que está empleando la amenaza nuclear como principal instrumento para evitar una mayor implicación de occidente en el conflicto ucraniano.

Los sistemas de lanzamiento de sus ojivas nucleares, tanto los misiles balísticos como los bombarderos estratégicos, están en un estado que roza la obsolescencia.

Ese sería el motivo último que llevó a Rusia a suspender desde 2020, empleando como excusa la pandemia de coronavirus, las inspecciones a su arsenal.

Según detalla The Kyiv Independent, Rusia afirma contar con 320 misiles balísticos intercontinentales –entre los que destacan las 82 unidades del RS-24 Yars –, 10 submarinos nucleares y 66 bombarderos pesados Tupolev.

De entre los misiles, las Fuerzas Nucleares Estratégicas rusas afirman contar con 46 misiles R-36M2 Voyevoda, conocidos como Satan en la nomenclatura de la OTAN.

Con todo, no se aclara el estado de este arsenal. The Kyiv Independent apunta a que los Satan han superado con creces su vida operativa de máximo 15 años de servicio y, de hecho, están en proceso de retirada.

El misil llamado a sustituir a los imprescindibles R-36 es el RS-28 Sarmat, llamado Satan II en la nomenclatura de la OTAN.

Pero el proyecto roza el fracaso. Solo se ha probado en dos ocasiones y el segundo lanzamiento, en febrero de 2023 –durante una prueba destinada a responder a la visita de Joe Biden a Kiev–, se saldó con un estrepitoso fracaso.

Así las cosas, cada vez son más las dudas sobre la capacidad de Rusia de realizar un lanzamiento exitoso de un arma nuclear. Mientras tanto, el Kremlin juega a la incógnita al ocultar el estado real de su arsenal sin dejar de amenazar con el apocalipsis nuclear.


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