José Luis Rodríguez Zapatero
Zapatero y Sánchez se abrazan antes de un mitin en Barcelona, el pasado 26 de mayo - Eva Ercolanese/ PSOE

El viernes, en el plató de Espejo Público, se apareció José Luis Rodríguez Zapatero. No en persona, sino a través de un whatsapp enviado a uno de los contertulios, Chema Crespo. El expresidente, que es seguidor del programa de Susanna Griso, estaba indignado porque alguien había ido diciendo que él ya daba por perdido el Gobierno.

En su mensaje, Zapatero negaba la mayor, insistía en que Pedro Sánchez tiene opciones de seguir en la Moncloa y acababa con esta frase lapidaria: «Me voy a hacer toda la campaña». Con ella confirmaba que tendrá un papel protagonista de aquí hasta las elecciones generales del 23 de julio.

Lo que ha ocurrido esta semana con el expresidente, que el lunes reivindicó con vehemencia en la COPE que fue su Gobierno el que acabó con ETA, refleja a la perfección el estado anímico de los socialistas. El único que ha sido capaz de subir la adrenalina a la izquierda en los últimos meses, aunque solo fuera por unas horas, es un expresidente del Gobierno que: acabó su mandato con una valoración –3,3– por debajo de la que arrastraron Felipe González con los GAL y José María Aznar con la guerra de Irak; permitió que la crisis gangrenara la economía española –todo con tal de no reconocerla– hasta verse obligado a decretar el mayor recorte de gasto social de la democracia en aquel aciago mayo de 2010; y dejó España al borde del rescate y con 2,5 puntos más de déficit de lo que su Gobierno había reconocido en las cuentas públicas.

El expresidente que sembró la semilla del independentismo, con su famoso «apoyaré la reforma del Estatuto que salga del Parlamento de Cataluña». Y también la del populismo en España, en medio de una enorme crisis económica, política, social y territorial que eclosionó en el 15-M. Un movimiento que surgió meses antes de que ese mismo Zapatero impulsara una reforma de la Constitución –la primera en tres décadas– en pleno verano de 2011: por la vía de urgencia, en apenas un mes, sin voz ni voto de la ciudadanía.

Un expresidente ahora convertido en el principal embajador internacional de Nicolás Maduro, a quien visita asiduamente. La última vez –que se sepa–, en enero, a propósito del papel mediador de Venezuela en la negociación entre el Gobierno de Colombia de Gustavo Petro y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

José Luis Rodríguez Zapatero y Nicolás Maduro, en enero en Caracas

El expresidente del Gobierno, cuya relación con Pedro Sánchez ha pasado por no pocos altibajos, está de vuelta. Ya asomó en la campaña de las elecciones municipales y autonómicas, cuando participó en el mitin de cierre en Barcelona. Puesto que es en Cataluña donde tiene mayor predicamento. Allí reivindicó los que han sido los dos grandes lastres del sanchismo, como así lo demostraron las urnas del 28 de mayo: sus pactos con Bildu y sus pactos con el independentismo. Y alabó la «valentía», el «coraje» y la «determinación» del presidente del Ejecutivo por indultar a nueve condenados del procés.

Conociendo la trayectoria de Zapatero cabe hacerse una pregunta: ¿ha vuelto para intentar salvar a Sánchez o para firmar el acta de defunción del sanchismo e influir en el futuro del PSOE? Del PSOE en particular o de la izquierda en general, porque a lo que se había dedicado el expresidente en los últimos meses es a mediar entre Pablo Iglesias y Yolanda Díaz para que llegaran a un acuerdo en torno a Sumar. De hecho, con ambos guarda una excelente relación.

¿Qué interés tiene Zapatero?

¿Qué pretende Zapatero? Nadie en el PSOE sabe la respuesta a ciencia cierta, aunque ahí está su currículum para hablar por él. En las primarias que el PSOE celebró en julio de 2014, Zapatero apoyó a Carme Chacón frente a Sánchez. En las primarias de mayo de 2017, hizo todo lo posible para que Susana Díaz ganara a Sánchez. Ni siquiera lo ocultó, sino que hizo campaña por la entonces líder del PSOE de Andalucía, con quien participó en varios actos ante la militancia: «Mi apoyo a Susana Díaz es de intenso convencimiento», decía entonces. «Es una excelente candidata y que tiene unas grandes condiciones para liderar el PSOE».

Cuando Sánchez se impuso al aparato socialista, Zapatero se acercó a Pablo Iglesias, hasta convertirse en uno de sus consejeros áulicos. Ambos se habían conocido en 2014, en una cena organizada por José Bono en la que también estuvieron Íñigo Errejón y Emiliano García-Page. «Nos caímos muy bien. Me gusta. Cuando he tenido dudas sobre temas importantes, le he llamado y me ha atendido», confesó el exlíder de Podemos años después.

Pablo Iglesias y José Luis Rodríguez Zapatero

Cómo sería de estrecha la relación que, tras las elecciones de abril de 2019, Iglesias pidió ayuda a Zapatero durante la negociación para la investidura de Sánchez. Podemos quería entrar en el Gobierno a toda costa. El candidato del PSOE se negó a entregar a los morados el Ministerio de Trabajo y, en pleno debate, Zapatero escribió un mensaje a Iglesias que éste leyó en la tribuna del Congreso: «Le hago desde aquí una nueva propuesta. Después de escuchar su discurso he recibido el mensaje de alguien muy relevante de su partido, de una persona con mucha autoridad moral en el PSOE que me ha dicho: ‘he escuchado el discurso de Pedro Sánchez, pídele que os ceda las competencias en políticas activas de empleo’. Pues estoy haciendo la recomendación que me ha hecho alguien de su partido: renunciamos al Ministerio de Trabajo si ustedes nos ceden las competencias para dirigir las políticas activas de empleo en este país». Sánchez no solo no cedió y convocó unas nuevas elecciones, sino que cuando se enteró de quién había sido el autor de ese mensaje montó en cólera.

Zapatero asesoró a Iglesias en la negociación para la investidura fallida de julio de 2019

Con Yolanda Díaz la relación de Zapatero es más reciente, pero también muy buena. En diciembre, ambos viajaron a Buenos Aires para participar en un acto de apoyo a Cristina Fernández de Kirchner, organizado por el Grupo Puebla. Porque, según los convocantes, la vicepresidenta argentina era «víctima de un juicio político orquestado por la derecha con operadores de la justicia y medios de comunicación para sacarla del debate democrático». Del proyecto político de la socia de Sánchez dijo una vez Zapatero en La Sexta: «Lo que suma a la suma, suma».

Así pues, Zapatero está de vuelta. La duda es para qué.


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