Harry Rodgers respira hondo, levantando la vista de sus papeles para dedicar unos segundos al público del congreso: “No quiero explorar cómo los venezolanos construyen una ‘nueva vida’ en el extranjero. Se trata de la continuación de una vida ya existente”. Apiñados en una de las acogedoras salas de la Universidad de Exeter, una ciudad en el suroeste de Inglaterra, los invitados le devuelven la mirada, pendientes de cada detalle.

Tras más de 10 intensas horas navegando por el congreso Venezuela, dispersa, El Nacional lamenta anunciar que el torbellino de emociones ha llegado a su fin. De Brasil y Perú a Venezuela, Estados Unidos y Europa, los 23 oradores -conectados por Zoom o reunidos en persona- se han comprometido de todas partes para la ocasión. ¡Cada uno para promover el estudio de Venezuela!

Hace 10 años, en una ciudad británica tan pequeña y tan lejos de Caracas, un congreso sobre Venezuela habría sido inimaginable. Pero mientras la crisis migratoria se dispara, lo que antes era un desafío nacional ahora da pie a un fuerte debate mundial. “Quiero demostrar la humanidad de los migrantes venezolanos que rara vez se capta en las estadísticas”, afirma Rodgers mientras esboza una sonrisa.

“Lo poco visible que es nuestra crisis se refleja en el hecho de que, sobre todo en Reino Unido, muchas veces hay que describir dónde queda Venezuela geográficamente”, reflexiona Cinzia de Santis, primera ejecutiva y Fundadora de Healing Venezuela.

La migración de venezolanos

De Santis inaugura el congreso describiendo su trabajo, el cual busca aliviar la crisis sanitaria de Venezuela: “El potencial que hay en Venezuela sigue siendo el mismo que siempre. Las personas son cálidas, generosas, con deseos de cambio. Nunca dejan de pensar en nuestro país”.

Katie Brown, coorganizadora del congreso junto con Rebecca Irons, señala que si bien la conferencia no puede cambiar la actitud de los gobiernos, espera concienciar sobre la migración y sus consecuencias para la identidad y pertenencia de la comunidad venezolana.

Arte contra el poder

Los sentimientos están a flor de piel mientras el segundo investigador acelera el ritmo, dirigiéndose al frente de la sala. Emilio Piñango, quien realiza su tesis doctoral en la Universidad Sorbonne Nouvelle, cuenta sus descubrimientos sobre el uso del arte contra el poder: cómo los migrantes venezolanos usan sus derechos culturales, al exilio y desde el exilio.

El público al borde de sus asientos, Piñango nos recuerda la Constitución venezolana de 1999 y su supuesto avance de la creación cultural. Cita el derecho de “no afiliarse a ninguna ideología, a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad y a gozar de las artes”. Un suspiro resuena en toda la sala.

Muchos nacidos y criados en Venezuela, entre Piñango y los demás invitados, se da por hecho que este artículo constitucional es nada más lejos que la realidad. “Este punto en sí”, empieza, “demuestra la fragilidad de la Constitución chavista”.

Cautivado por fotos artísticas de las protestas caraqueñas detrás de Piñango, el público escucha atentamente mientras nos hace la pregunta, “bajo la revolución bolivariana, ¿dónde están los límites de la creación cultural?”. Siendo las fotos de primer plano, no queda otra que fijarse en los ojos de los manifestantes, llenos de añoranza pero rojos e irritados por la brutalidad policial. “Así vemos”, continúa Piñango, “cómo una imagen tan dulce puede someterse a una dinámica tan violenta”.

Extrañar Caracas viviendo en Caracas

Tras testimonios de migración y un muy necesario descanso para comer, Manuel D’Hers Del Pozo, estudiante de doctorado en la Universidad Rovira i Virgili, dio una nueva perspectiva. “¿Qué pasa con las personas que no migran?”, preguntó. Al presentarnos a quienes permanecen en Venezuela, sostuvo que estos “se enfrentan a considerables transformaciones: “Sufren las mismas condiciones sociales que los que se fueron”, explica.

Informa de estadísticas del deterioro de Venezuela: “Son ansiedades por vivir de la incertidumbre. Se van acumulando y trágicamente se convierten en la rutina de la gente”, lamenta.

“Es como una locomotora que nos está pasando por encima”, dice D’Hers Del Pozo citando un testimonio de investigación: “Hay una gran extrañeza con lo que está afuera de la puerta de tu casa porque no es volver a lugares a los que dejé de ir, es volver a reconocer lugares y pensar: cómo es posible que esto sea así ahora? No es normal que la gente deje de estar así tan rápidamente”, continúa.

Migrantes venezolanos y el discurso oficial

Quien haya vivido un congreso sabrá que hay mucha información para asimilar, con muchas voces diferentes, y que se pasa mucho tiempo escuchando. En Venezuela, dispersa, El Nacional notó que el siguiente orador siempre se aseguró de levantar el ánimo. Masaya Llavaneras Blanco, profesora universitaria, abordó cómo el gobierno de Nicolás Maduro representa a los emigrantes venezolanos, argumentando que la imagen de Maduro se utiliza para promover sus agendas políticas: “Los emigrantes hemos sido asociados con la delincuencia, la promiscuidad, el potencial e indeseable desenlace de elecciones políticas”, manifiesta.

Después, Llavaneras Blanco recalcó el uso del inglés al difundir información pública. “Se hace para promoverse como líder generoso que facilita el retorno del pueblo venezolano”, afirma.

Destaca que Maduro usa diferentes tonos para diferentes audiencias. “Al hablar en castellano, se convierte en una figura de regaño, mientras se le ve mucho más calmado al hablar en inglés, y aprovecha del financiamiento internacional destinado a repatriaciones”. Llavaneras Blanco reflexiona que los emigrantes venezolanos se presentan como “hijos malagradecidos” en el discurso oficial de Maduro y que su papel de “padre que perdona” fue inherente a realizar el Plan Vuelta a la Patria.

Tallulah Lines

La salud y los derechos de las mujeres

Mirando el lado positivo, el discurso de Tallulah Lines, investigadora en la Universidad de York, quien demostró el poder de la voz a través de la fotografía, fue como una bocanada de aire fresco.

Enseñó ejemplos de mujeres y chicas venezolanas autóctonas desplazadas en Brasil, quienes documentan por sus propias fotografías los desafíos que han enfrentado a sus derechos reproductivos al irse de Venezuela. “Aunque la provisión escasa de servicios sanitarios sexuales es uno de los retos más sombríos, a través de las fotos, destacan sus roles como cuidadoras. Ellas mismas enfatizan que son una fuente de fortaleza, determinación y consuelo”, reflexiona.

¿Qué viene ahora?

Tras un día completo de intercambiar nuevas ideas, Venezuela, dispersa llegó a su fin con poesía, vino, y una increíble sensación de unidad y éxito. Parte de una serie de más proyectos por Voces venezolanas en el mundo, el congreso inaugural ha sido solo el comienzo para sensibilizar sobre la situación venezolana.

“Queremos producir cambios graduales como el acceso a la sanidad”, dice la coorganizadora Katie Brown. “Llamar la atención sobre la migración venezolana como un impacto global y fomentar un mayor estudio del tema”, agrega.

Yiniba Castillo, una de las últimas oradoras, describió la migración como una prueba de actividad, “una acción para seguir actuando”, afirma: “Queremos que todos los que emigran entiendan por qué emigraron y que esa razón forme parte de ellos con orgullo”.

@_natashatinsley


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