La ciudad polaca de Gdansk, convertida en símbolo de la resistencia contra el nazismo y de la lucha por la recuperación de las libertades en Europa, fue galardonada este jueves con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2019.
La ciudad simboliza la «resistencia» de Europa frente a las corrientes «hostiles y contrarias al espíritu» del proyecto comunitario, señaló el jurado en su acta.
Gdansk es «un símbolo histórico y actual de la lucha arriesgada por las libertades cívicas en un punto crucial donde el espíritu de Europa consigue renacer una y otra vez frente a la intolerancia y la opresión», destacó el jurado.
El acta subraya también que «la historia y el presente de la ciudad de Gdansk son un ejemplo de sensibilidad ante el sufrimiento, de solidaridad, de defensa de las libertades y los derechos humanos y de extraordinaria generosidad».
Gdansk sufrió la que está considerada la primera batalla de la Segunda Guerra Mundial, cuando el primero de septiembre de 1939 el ejército nazi invadió Polonia.
Al terminar el conflicto, la ciudad estaba 90% destruida y fue integrada a Polonia, lo que supuso la expulsión de sus habitantes alemanes.
Décadas más tarde, en la ciudad surgieron los primeros focos de oposición al régimen comunista polaco y en sus astilleros está el origen del sindicato Solidaridad, protagonista de la caída del comunismo en 1989 y cuyo líder, el Premio Nobel de la Paz Lech Walesa, fue en 1990 el primer presidente elegido democráticamente desde 1939.
Convertida en símbolo de la resistencia contra el nazismo y de la lucha por la recuperación de las libertades en Europa, la ciudad conmemorará el próximo primero de septiembre el octogésimo aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Mundial para rendir homenaje a «las víctimas y a los héroes y dar testimonio de la escala de la tragedia humana, del heroísmo y del sacrificio».
Gdansk ha destacado, desde el restablecimiento de la democracia en Polonia hace 30 años, por su dinamismo económico, apertura, cohesión ciudadana y carácter tolerante, especialmente por sus programas dedicados a la integración de la inmigración y la defensa del colectivo LGTB.
De su casi medio millón de habitantes, más de 20.000 son extranjeros, la mayoría refugiados procedentes de territorios de la antigua Unión Soviética, como Chechenia y Ucrania, o de zonas que han sufrido conflictos, como Ruanda y Siria.
En 2016, el Ayuntamiento publicó el documento «Modelo de integración de los inmigrantes», que desarrolla un sistema de gestión en las instituciones públicas y organizaciones sociales de la ciudad para facilitar la integración de refugiados e inmigrantes en áreas como educación, cultura, asistencia social, alojamiento, empleo o salud.
El impulso de las políticas sociales de la ciudad se atribuye a quien fue su alcalde durante las últimas dos décadas, Pawel Adamowicz, en el cargo desde 1998 hasta su apuñalamiento y posterior fallecimiento durante un acto público en enero de este año.
La actual alcaldesa, Aleksandra Dulkiewicz, sustituyó en funciones a Adamowicz hasta las elecciones anticipadas celebradas de marzo pasado, en las que resultó elegida con 82% de los votos.
El Premio de la Concordia recayó el año pasado en la oceanógrafa estadounidense Sylvia Earle, y en anteriores ediciones ha distinguido, entre otros, a la Unión Europea, los héroes de Fukushima, Manos Unidas, Unicef, la ciudad de Berlín, Hussein de Jordania y Stephen Hawking.
El galardón de la Concordia cierra el proceso de concesión de los ocho premios que convoca anualmente la Fundación Princesa de Asturias y que serán entregados en el próximo mes de octubre por el rey Felipe VI en la ciudad de Oviedo (norte).
La relación de premiados de este año se completa con el dramaturgo Peter Brook (Artes), el Museo del Prado (Comunicación y Humanidades), Salman Khan y la Khan Academy (Cooperación Internacional), la esquiadora Lindsey Vonn (Deportes), la escritora Siri Hustvedt (Letras), el sociólogo Alejandro Portes (Ciencias Sociales) y las biólogas Joanne Chory y Sandra Myrna Díaz (Investigación Científica y Técnica).