Pareciera que nada puede acabar con el fenómeno político llamado Cristina Fernández de Kirchner.

Ni estar procesada en una decena da causas de corrupción, ni negarse a criticar abiertamente a Nicolás Maduro, ni haber sido un factor dentro de la división y tensión política habitual en Argentina. Nada de eso la archiva como figura.

Este jueves, la presidenta de Argentina entre 2007 y 2015 presentará su libro, Sinceramente, en la Feria del Libro de Buenos Aires.

Al acto no puede ingresar la prensa por «razones de seguridad». Tampoco pueden usarse celulares y todas las entradas fueron otorgadas por invitación. Afuera, en la ancha avenida Sarmiento del barrio porteño de Palermo, pondrán pantallas gigantes para que sus seguidores la acompañen.

Muchos esperan que Fernández de Kirchner, en su monólogo, finalmente confirme su candidatura a las elecciones presidenciales del 27 de octubre. Pero la hoy senadora tiene plazo hasta el 22 de junio, día en que cierran las listas.

El libro llegó al mercado hace un par de semanas, agotó 200.000 ejemplares en días y fue objeto de análisis, memes y reportajes en televisión. Más que unas memorias, Sinceramente es un compendio de opiniones y reflexiones políticas sobre sus gobiernos, Argentina y la actual coyuntura.

Es un libro de campaña.

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Nunca dejó de ser protagonista

Desde que dejó la presidencia en un polémico traspaso de mando al que se negó a asistir, Fernández nunca dejó de ser protagonista de la política local.

En parte porque en 2017 fue elegida senadora y tuvo varias intervenciones mediáticas en el Congreso durante debates de alto impacto, como el caso del aborto.

Pero también porque las acusaciones y escándalos de corrupción, que empezaron en junio de 2016 con la publicación de un video de un asesor suyo escondiendo bolsos de dinero en un convento, dominaron la prensa durante estos años.

Varios de sus aliados pasaron por la cárcel o siguen presos y ella está citada para empezar juicios orales en los próximos meses.

Fernández niega los cargos; dice que todo es parte de una persecución política del gobierno de Mauricio Macri en la línea de lo que, para ella, pasa en Brasil con elexmandatario Lula da Silva.

Pero además de los escándalos, expertos consultados por BBC Mundo aseguran que Macri se ha encargado de mantener viva la figura de Fernández de Kirchner.

Por un lado, porque le conviene antagonizar con una figura que, en términos absolutos, genera más rechazo que apoyo.

Y, por el otro, porque el presidente culpa a Fernández de los problemas económicos que empeoraron durante estos cuatro años: primero los adjudicó a «la herencia recibida», luego a los casos de corrupción y ahora a que «el mundo (los mercados) cree que los argentinos quieren volver atrás».

En efecto, todo indica que Fernández será candidata en las elecciones que tendrán su primera vuelta el 27 de octubre. Y su contendor, al menos por ahora, probablemente sea el presidente, que buscará la reelección.

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Qué la mantiene vigente

«En los análisis que se hacen desde afuera de líderes peronistas siento que se les canta la defunción prematuramente», asegura la politóloga María Esperanza Casullo.

«Pasó igual con Juan Domingo Perón y con Carlos Saúl Menem», agrega.

Según la experta, Kirchner representa a un sector minoritario pero importante del electorado -un 30%- por dos razones.

«Una es de carácter programática: hay un aparte de la sociedad que espera ciertas cosas de un gobierno -limitaciones al mercado, redistribución del ingreso, mayor inversión pública en educación y salud, respeto a los derechos humanos- que nadie ofrece de manera tan clara como ella», explica.

Pero, por otro lado, «hay una identificación afectiva con respecto a lo que representa ella como símbolo de un momento de Argentina y América Latina».

La analista concluye que »ninguna figura de la oposición apostó a que al gobierno de Macri le fuera a ir mal económicamente y apostó desde el principio a hacer oposición franca».

La situación del país, que entró en recesión y vio sus indicadores económicos empeorar de manera dramática, le terminó dando la razón.

Andrés Malamud, politólogo argentino de la Universidad de Lisboa, explica la vigencia del fenómeno Kirchner en tres puntos.

«Primero hay un voto identitario: a tu equipo le puede ir mal, pero lo sigues apoyando hasta la muerte», explica a BBC Mundo.

Luego está el efecto memoria, que en Argentina «es muy corta y cada vez le rinde menos a Macri (…). Entre más te acostumbras a algo, más valor pierde, dice la teoría de los rendimientos decrecientes».

Y por último está el efecto comparación, dice el experto: «La frustración que generó el gobierno de Macri es muy grande y eso revaloriza lo anterior; te parece mejor».

Mauricio Macri es presidente, en parte, gracias a que representa exactamente lo contrario a Kirchner: discurso político en bajo volumen, cuentas fiscales ordenadas, buenas relaciones con el mundo.

Hoy Cristina Fernández de Kirchner es presidenciable, en parte, gracias a que representa exactamente lo contrario a Macri: antagonismo con los mercados, carisma y paternalismo económico y político.

La mayor carta electoral de Macri y Fernández es que no son el otro. Y eso los mantiene vigentes políticamente pese a los descalabros de ambos gobiernos.


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