Argentina arrancó este lunes la campaña para las presidenciales de octubre tras el sorprendente resultado de las primarias del domingo, que perfila unos comicios generales de final abierto, pero que, sobre todo, echa aún más leña al fuego de la enorme incertidumbre en torno a la maltrecha economía del país suramericano.

Unos 35,4 millones de argentinos estaban convocados para definir con su voto las listas de candidatos que quedarían habilitados para competir en las generales, en las que se elegirán presidente y vicepresidente, y algunos escaños de la Cámara de Diputados y del Senado.

Pero el saldo de las primarias mostró una foto de un electorado partido en tres y con un protagonista inesperado: Javier Milei, un economista de derecha que se convirtió en el más votado al conseguir el 30 por ciento de los sufragios.

Milei, de la formación La Libertad Avanza, se colocó ligeramente por delante de las coaliciones tradicionales: la de oposición de derecha Juntos por el Cambio (28,27 por ciento), que postula a la exministra de Seguridad Patricia Bullrich, y la del peronismo gobernante Unión por la Patria (27,27 por ciento), con el ministro de Economía, Sergio Massa, como candidato.

El batacazo de Milei en la jornada del domingo es un resultado no previsto por las encuestas e inesperado para los mercados, que este lunes reaccionaron negativamente a su triunfo.

Los bonos soberanos argentinos que cotizan en Wall Street y otros mercados internacionales reaccionaron negativamente con caídas cercanas al 10 por ciento. Al tiempo que el Banco Central devaluó el peso cerca de 20 por ciento y elevó en 21 puntos porcentuales la tasa de política monetaria, a 118 por ciento anual.

“Lo sorpresivo del resultado podría traer presión sobre el mercado cambiario y sobre los mercados de renta fija y variable”, indicó este lunes un análisis de la administradora de fondos Grupo SBS.

Pero lo cierto es que el resultado del domingo es visto como un claro rechazo al establishment político argentino en un país marcado por una fuerte crisis económica: con una inflación que llega al 115 por ciento interanual y una pobreza en aumento que pronto podría alcanzar a la mitad de la población del país.

En palabras de Aldo Abram, director ejecutivo de la Fundación Libertad y Progreso, “es clarísimo que más de la mitad de los argentinos ha votado por un cambio drástico de rumbo. Sea que gane Milei o Bullrich en las elecciones de octubre, va a haber un apoyo muy grande de la gente para que se tomen las medidas necesarias para que ese cambio se haga”.

Y es que el discurso de Milei contra lo que llama la “casta política” capitalizó el descontento con los políticos tradicionales y lo convirtió en un fenómeno novedoso de la elección.

Este economista libertario logró hacerse con el triunfo con la promesa no solo de dolarizar la economía para abandonar el devaluado peso argentino, sino también de demoler el Banco Central y pasar una “motosierra” por el gasto del Estado. Pero también ha propuesto polémicas y cuestionadas ideas, como “regular” la venta de órganos humanos, permitir el porte libre de armas y poner fin al sistema gratuito de salud, entre otras.

Milei “es reflejo del desencanto que ha generado que muchos votantes descrean de los partidos políticos”, opinó al respecto Juan Negri, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Torcuato di Tella. Y agregó: “Luego del fracaso del gobierno de Mauricio Macri (Juntos por el Cambio), muchos han virado hacia una derecha más radical”.

Enormes dudas

Con todo, el resultado electoral deja varias dudas con vistas a octubre,cuando se lleven a cabo las elecciones generales, justo el día que Milei cumple 53 años: ¿Podrá el candidato libertario, de ideas disruptivas que van mucho más allá del neoliberalismo, sumar más apoyos o el de este domingo es su techo?, ¿Puede haber un traspaso de votos de la dirigente de centroderecha Patricia Bullrich, ganadora en la interna de Juntos por el Cambio, a Milei, o viceversa?

Y más interrogantes: ¿quienes votaron este domingo al alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, en la interna de Juntos por el Cambio, darán su apoyo a Bullrich o al oficialista Sergio Massa? ¿A quién irán los votos del peronismo no kirchnerista y de la izquierda tradicional? ¿Habrá una segunda vuelta electoral en noviembre y entre quiénes?

La incertidumbre es más que política, ya que los tres candidatos tienen propuestas muy diferentes sobre el rumbo que debe tomar una economía con profundos desequilibrios fiscales y monetarios, una inflación que ronda el 120 % interanual, pobreza en aumento y una multimillonaria deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Y, más allá de quién venza en las presidenciales y llegue a la Casa Rosada el 10 de diciembre, existen enormes dudas sobre cómo y a qué ritmo el nuevo jefe de Estado pondrá en marcha las medidas económicas que se proponga ejecutar.

‘Shock’ o gradualismo

Bullrich lo tiene claro: una economía en estado casi terminal necesita cirugía mayor y sin demoras. Propone ir a una economía «bimonetaria», eliminando de manera «inmediata» las restricciones para la compra de dólares y que han dado pie a que coexistan una veintena de tipos de cambio en Argentina.

Para ello, promete aplicar una «ingeniería jurídica» que evite que «explote» la economía por la súbita unificación cambiaria, algo que podría desencadenar una violenta devaluación de la moneda argentina y un salto inflacionario catastrófico.

Bullrich pretende, además, buscar nuevos créditos internacionales, impulsar reformas laborales e impositivas y una ley de protección a las inversiones, medidas que, a su juicio, permitirán un rápido crecimiento en un país cuyo PIB se contraerá este año 3 %, según las últimas proyecciones privadas.

Milei va más allá: unificación cambiaria, sí, pero mediante el cierre del Banco Central y una dolarización de la economía que podría llevar entre 9 y 24 meses hasta la circulación cotidiana del dólar en la calle.

Un «cambio de 180 grados», como lo define Milei, quien propone además achicar el Estado, eliminar subsidios y bajar impuestos y gastos en obra pública.

Por el contrario, Massa sostiene que no se puede levantar el «cepo» cambiario súbitamente. En ese caso, la pobreza se dispararía al 60 %, advierte. Para poner fin a las restricciones, dice, Argentina debe lograr primero un «flujo normal» de comercio y divisas.

Apuesta a un mejor perfil exportador desde 2024 que permita recomponer las reservas monetarias y lograr el equilibrio fiscal, pero sin relegar el rol del Estado como ordenador del desarrollo y garante de la inclusión social.

Mientras los tres candidatos se zambullen en un duro debate, Argentina, sin reservas monetarias, vive la zozobra de una economía paralizada y sin oxígeno, tormentas cambiarias permanentes y grandes sectores sociales agobiados por el peso de la inflación.

Reacción de los mercados

El mercado reaccionó en forma negativa porque Milei, durante la campaña, propuso dolarizar la economía argentina pese a que algunos expertos aseguran que semejante medida es difícil de implementar, debido a la baja cantidad de reservas internacionales, ya que hoy las netas son negativas en unos 10 mil millones de dólares.

La demanda de pesos es baja en Argentina, un 12 % del PIB, y el temor es que la propuesta de dolarización haga que la búsqueda de dólares sea aún mayor.

Además, Milei propone eliminar el Banco Central y pasar la «motosierra» por el gasto público en un país que sufre décadas de alta inflación, que trepó en junio pasado hasta casi el 116 %.

La administradora de fondos considera que las propuestas de Milei también podrían presionar sobre la renta soberana en pesos.


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