Nicaragua
Congresistas nicaragüenses en la sesión en Managua en la que urgieron al gobierno a salir de la OEA. Foto: Oswaldo Rivas/ AFP

Aunque el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, maniobrará para sacar a su país de la Organización de Estados Americanos (OEA) y eludir las sanciones políticas y económicas que el foro hemisférico le impondría este mes por romper el orden democrático nicaragüense, los tiempos diplomáticos obstaculizarán el intento de Managua de unirse a Cuba y Venezuela para marginarse de esa institución.

El proceso por el que Nicaragua denunciará o declarará inválida la Carta de la OEA, que suscribió el 30 de abril de 1948 como uno de sus 21 fundadores, para la desconexión total del organismo durará dos años, según las normas interamericanas.

“Es una muestra más de soberbia del régimen. Ortega es la figura de un delincuente que huye cuando se siente atrapado. Pretende profundizar la impunidad y la represión”, dijo la nicaragüense Vilma Núñez de Escorcia, presidenta del (no estatal e ilegalizado) Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH).

“Revela ignorancia del significado de salirse de la OEA. Ortega no podrá evitar la vigilancia permanente del sistema interamericano de derechos humanos por dos años. Piensa que dentro de dos años dirá que por fin se salió, pero las facultades de la OEA seguirán intactas en ese plazo”, alegó Núñez a EL UNIVERSAL.

“Si cree que seguirá impune, sin que nadie lo vigile, diga nada ni dé alerta internacional de la barbarie de violación de los derechos humanos en Nicaragua, Ortega está equivocado”, afirmó.

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Las tensiones Washington—Managua se agravaron luego de que Estados Unidos ordenó ayer impedir el ingreso a suelo estadounidense de Ortega, de su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, del resto de su familia y de los miembros de su régimen, por fraude electoral, daño a la democracia y actos represivos y abusivos.

La medida siguió a las sanciones a jerarcas estatales nicaragüenses que, por idénticos motivos y por separado, emitieron EE UU, Canadá y Reino Unido el pasado lunes.

De manera coincidente, la Asamblea Nacional de Nicaragua, dominada por el gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), instó ayer a Ortega a que denuncie la Carta de la OEA por lo que catalogó como “reprochable acto injerencista” de la 51 Asamblea General de ese foro, efectuada la semana anterior en Guatemala.

La OEA instruyó el 12 de este mes a su Consejo Permanente a “una evaluación colectiva inmediata de la situación” en Nicaragua, basada en la Carta de la OEA y en la Carta Democrática Interamericana, emitida en 2001, en un trámite que debe completar “a más tardar el 30 de noviembre” para adoptar “las acciones apropiadas”.

Con 25 votos a favor de sus 34 miembros y la abstención de México, la Asamblea resolvió que “en las evidentes circunstancias, las elecciones de 7 de noviembre en Nicaragua no fueron libres, justas ni transparentes y no tienen legitimidad democrática”. Ortega ganó con su esposa y asumirá en enero de 2022 un cuarto quinquenio consecutivo.

México se abstiene de condenar elecciones en Nicaragua, en asamblea de la OEA

Sobre “los principios establecidos” en ambas cartas, “las instituciones democráticas en Nicaragua han sido seriamente socavadas por el gobierno”, agregó.

El artículo 21 de la Carta Democrática definió que, si la Asamblea constata la ruptura democrática en un país miembro, podrá suspenderlo de inmediato de participar en la OEA con “el voto afirmativo de los dos tercios”, o sea 24 de los 34.

El artículo 19 estableció que la ruptura del orden democrático o constitucional en un Estado Miembro “constituye, mientras persista, un obstáculo insuperable para la participación de su gobierno” en las diversas instancias de la OEA. Otros artículos son aplicables.

“El problema es de cumplimiento. ¿Cómo se hace para imponerle una resolución a otro estado soberano?”, como Nicaragua, planteó el abogado y diplomático costarricense Wálter Hernández, ex embajador de Costa Rica en Venezuela.

“Si Managua se retira no veo nada que la pueda obligar a retornar”, perjudicará a la OEA, “que viene debilitándose a pasos agigantados hace mucho tiempo”, expresó Hernández a este medio.

Amenaza

El acuerdo legislativo de ayer en Nicaragua fustigó a la OEA por el “afán de preservar” un orden internacional sujeto a “los intereses de EE UU y otros gobiernos subordinados”, acusó que la resolución dictada en Guatemala violenta la no injerencia en asuntos internos de otros Estados y defendió la legalidad de los comicios.

“¡Por fin! Nos vamos de la OEA”, tuiteó el periodista nicaragüense William Grigsby, director de Radio La Primerísima, del aparato de propaganda del FSLN.

“Nos vamos para nunca más volver” a un ente que es un “adefesio al servicio del imperialismo yanqui”, proclamó.

Al aducir injerencia en sus cuestiones domésticas, el cuestionado gobierno de Venezuela completó en abril de 2019 los dos años de gestión para salir de la OEA, a la que Cuba, que la define como “ministerio de colonias” de EE UU, tampoco pertenece desde 1962. El gobierno interino de Venezuela sí participa.

Cooperación

Sin importar si se le suspende o se sale, Nicaragua “quedará aislada políticamente”, sin ayuda técnica de la OEA en salud, agricultura, seguridad, puertos, cambio climático, comunicaciones “y, quizá la más impactante, la del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)”, advirtió el diplomático y abogado costarricense Enrique Castillo, ex canciller y ex embajador de Costa Rica en la OEA.

El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial “serán llamados a sumarse a la aplicación de sanciones” a Nicaragua, “todo lo cual implica aislamiento económico”, relató Castillo a este diario.

La salida unilateral y voluntaria de Nicaragua “no afectará a la OEA”, sino que, al contrario, “recobrará legitimidad”, subrayó.

Si se autoexcluye, Nicaragua “se aísla más” y quedará fuera del BID o de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), clave por el Covid—19, aseveró el diplomático y abogado panameño Guillermo Cochez, ex embajador de Panamá en la OEA.

“Me parece un absurdo, una bravuconada. Es terminar aislándose”, explicó Cochez a este periódico, al señalar que Ortega está “ante la desesperación de verse atacado por todos lados” y pretende mostrar que “puede salirse con la suya”.

Por José Meléndez/ El Universal de México

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