Fernando Karadima
Foto: Vladimir RODAS / AFP)

El exsacerdote chileno Fernando Karadima, condenado por el Vaticano por abusos sexuales en 2011, un sonado caso que destapó un escándalo de abusos a menores de edad perpetrados por clérigos locales, murió a los 90 años de edad debido a múltiples enfermedades en una residencia de ancianos en Santiago, según un documento oficial.

Karadima murió la noche del domingo a causa de una «bronconeumonía, insuficiencia renal, diabetes melitus e hipertensión arterial», según consigna el certificado de defunción, al que tuvo acceso la AFP.

El Arzobispado de Santiago no confirmó la muerte y se desligó de tema al afirmar que ya no es sacerdote.

Fernando Karadima fue expulsado del sacerdocio por el Vaticano en 2018, la mayor condena aplicada dentro de la Iglesia católica, que previamente lo había relegado a una vida alejada de oración y penitencia por los abusos sexuales cometidos contra menores de edad en las décadas de 1980 y 1990.

El caso es uno de los más emblemáticos en Chile por la influencia del entonces sacerdote dentro de la Iglesia.

Desde la parroquia santiaguina de El Bosque, situada en un sector acomodado de la capital, que dirigió desde 1980 hasta 2006, Karadima forjó durante años sólidos nexos con la élite política y económica de Chile.

De acuerdo con cifras oficiales, hasta 2019 más de 200 miembros de la Iglesia en Chile han sido investigados por más de 150 casos de abusos sexuales, mientras que se han identificado más de 240 víctimas, de las cuales 123 eran menores de edad.

«Eslabón más»

La justicia chilena declaró prescrita la causa penal en contra del exsacerdote pero hace dos años ordenó a la Iglesia en Chile pagar una indemnización de 450.000 dólares por «daño moral» a tres de sus víctimas: el médico James Hamilton, el filósofo José Andrés Murillo y el periodista Juan Carlos Cruz, rostros hoy de la defensa de las víctimas de abusos sexuales cometidos en el seno de la Iglesia en Chile.

La sentencia judicial consideró que la Iglesia en Chile fue negligente al no investigar las denuncias de abusos y acreditó el «daño psicológico» que sufrieron Hamilton, Murillo y Cruz, los tres demandantes que abrieron en 2010 con su denuncia la caja de pandora que sacó a la luz pública la «cultura de abusos» en la Iglesia en Chile que fue reconocida por el papa Francisco.

«Ha muerto Fernando Karadima, exsacerdote católico que abusó sexual y espiritualmente de muchas personas, entre ellas nosotros. Todo lo que teníamos que decir de Karadima está dicho. Él era un eslabón más en esta cultura de perversión y encubrimiento en la Iglesia», dijeron en una declaración pública los tres demandantes.

«Nosotros estamos en paz y solo nos mueve seguir luchando para que estos crímenes no vuelvan a pasar y por tantas personas que lo han vivido y que aún no tienen justicia», agregó la declaración.

Tras una visita a Chile en enero de 2018, el papa Francisco promovió una completa renovación de la Iglesia católica, que ha perdido la enorme influencia que tenía en el país latinoamericano tras la serie de escándalos de abusos sexuales a menores de edad.

Después de reconocer que las preguntas de la prensa lo hicieron dudar sobre la dimensión de los abusos en Chile y la información que se le hacía llegar, decidió enviar una misión especial encabezada por el arzobispo Charles Scicluna, quien tras escuchar las denuncias de cientos de víctimas redactó un informe en el que se confirmaron los abusos y el encubrimiento por el clero chileno.

Francisco pidió perdón y admitió su error. Escuchó a víctimas de abuso de curas en el Vaticano y luego, en un hecho inédito y de gran significación, convocó a Roma a todos los obispos chilenos, quienes frente a él presentaron su dimisión.

En agosto de 2019, impulsada por este caso, se promulgó en Chile la ley que declara «imprescriptibles» los delitos sexuales contra menores de 18 años.

Juan Carlos Cruz fue designado en marzo miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!