monedero guerra fría
Foto archivo

El político español Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores del partido de izquierda Podemos, actualmente coaligado en el gobierno de su país al Partido Socialista, teme que Latinoamérica se convierta en el escenario de una nueva guerra fría entre Estados Unidos, por un lado, y China y Rusia, por otro.

Así lo expresó en una entrevista con EFE en Panamá el también profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid y uno de los líderes del movimiento de protesta conocido como 15M. Este movimiento supuso en 2011 el comienzo del fin del bipartidismo en España entre el socialdemócrata Partido Socialista Obrero Español y el Partido Popular, de centro derecha.

Monedero repasó durante la entrevista, desde un punto de vista muy crítico hacia Estados Unidos, la conflictividad política en Latimoamérica.

El fundador de Podemos no se siente un izquierdista sino el fundador de un partido que pretende superar el dilema entre izquierda y derecha.

¿Tiene un denominador común la reciente conflictividad política en varios países de Latimoamérica?

Desde Europa tenemos la tentación de unificar América Latina como si fuera un mismo espacio y es como pretender que los Chalecos Amarillos, en Francia, es lo mismo que las Sardinas, en Italia, y no son lo mismo.

Es verdad que comparten respuestas a un capitalismo neoliberal en crisis. Y ahí sí que encontramos un punto común en todos los movimientos de protesta.

Creo que la crisis en Chile tiene otras características vinculadas a los incumplimientos del proceso de paz y al asesinato de líderes indígenas. Estoes diferente de lo que está pasando en Ecuador, donde hay una protesta contra la persecución de los líderes correístas y el desmantelamiento de todos los procesos de la revolución ciudadana, que es diferente a las protestas que hay en Brasil contra las políticas que recuperan la dictadura en términos discursivos, pero también en términos prácticos por parte de Jair Bolsonaro. Todos ellos, cada uno diferente, forman parte de un momento de confrontación entre el modelo neoliberal amparado bajo el paraguas de Donald Trump y una respuesta en nombre de la democracia, de las mayorías, que bebe de los posos que han dejado los gobiernos de cambio en todos los países latinoamericanos.

Esa confrontación es la que está ahora encima de la mesa. Por un lado, la derecha tiene un apoyo definitorio de Trump, sean los golpistas de Bolivia, sea el presidente autoproclamado de Venezuela, sea el desmantelador Lenin Moreno, sea Bolsonaro, mientras que los otros movimientos son muchos más magmáticos, no hay una línea compartida, nadie que los unifique, y me hacen temer que América Latina va a ser el espacio de confrontación de la nueva guerra fría entre Estados Unidos y China y Rusia.

En ese contexto, ¿qué particularidades tiene el caso de Chile?

Vengo de Chile y allí me he encontrado con que el estallido de octubre es el agotamiento de una serie de generaciones. A ellas se les negó cualquier tipo de salida.

Esa balsa de aceite, ese escaparate de modelo neoliberal que había presentado el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que era Chile, de repente estalla, no golpeando a los McDonald’s o los bancos, sino quemando sus propias naves, que es el metro; es una manera de decir hasta aquí hemos llegado.

Tiene elementos que tienen que ver con el 15 M, con las primaveras árabes, es el momento de impugnación del modelo económico y político, muy horizontal, joven, conectado por las redes, alimentado por una gran deliberación que tiene lugar a través de Whatsapp, de Telegram, de Facebook, pero al mismo tiempo tiene elementos comunes con la Transición española, en la medida en que están planteando terminar con el modelo heredado de Pinochet y plantear un proceso constituyente.

¿Y el caso de Venezuela?

Yo creo que Juan Guaidó es un cadáver político. Este vaivén que ha demostrado Trump, primero no queriendo recibirlo y después haciéndole un recibimiento sobreactuado tiene detrás el hecho de que la mitad de los diputados que justo hace un año apoyaron a Guaidó en la Asamblea ya no lo apoyan. Por tanto, la opción de Guaidó no es ya una opción válida.

Hay ahora mismo un conflicto en el que han detenido a una ex congresista colombiana corrupta (Aída Merlano), y quién la va a devolver. ¿Guaidó?, ¿o la va a devolver a la justicia colombiana Maduro? Creo que ahí Donald Trump forzó una estupidez, que es reconocer a un tipo que se proclama presidente en la calle sin ningún tipo de legitimidad.

Si no hablan en Venezuela aquello va a empeorar las condiciones. No hay solución, porque en tanto y cuanto persista el bloqueo y persista la amenaza estadounidense es imposible que haya fisuras en el chavismo, porque lo que les está ofreciendo Trump es ejecutarlos, como ejecutó a Gadafi o a Sadam Hussein.

Al mismo tiempo, que alguien me diga qué país en el que ha intervenido Estados Unidos ha mejorado. Porque si vemos como está ahora Afganistán, Irak, Siria, Libia están infinitamente peor; entonces, por ahí es imposible que veamos alguna cesión por parte del chavismo.

Y por parte de la oposición, no tienen fuerza, lo han intentado todo y no han sido capaces de derribar a Maduro. Lo único que van a conseguir es entregar a Venezuela a China y a Rusia.

¿Y qué le corresponde a Maduro?

El régimen de Maduro está intentando sentarse a negociar unas elecciones tuteladas internacionalmente; que a ambas partes les parezca que garantizan un resultado justo y legítimo.

¿Es el caso de Nicaragüa parecido al de Venezuela?

La Nicaragua de Daniel Ortega no representa mi modelo político. Creo que ha habido un comportamiento inasumible en su tratamiento a los estudiantes; en su tratamiento a las mujeres, su vinculación con los sectores más reaccionarios de la Iglesia Católica y su connivencia con los sectores de la derecha.

Creo que Nicaragua no forma parte de la posibilidad de una izquierda alternativa en América Latina y, por tanto, yo lo que desearía para Nicaragua es que ese impulso que expresaron en algún momento los estudiantes no fuera manipulado por Estados Unidos.

Es muy difícil pensar en posibilidades que democraticen los países cuando está la bota estadounidense amenazando constantemente. Yo no soy muy optimista con la situación en Nicaragua.

Anteriormente ha hablado de golpismo en Bolivia ¿Es un golpe de Estado lo que sucedió en ese país?

En Bolivia es evidente que hubo un golpe de Estado. La OEA  dice que hay problemas en 200 mesas de más de 20.000, lo que no hubiera cambiado, y lo reconoce la propia OEA, la victoria en las elecciones de Evo Morales, y los militares dicen: o sales del país o hay un baño de sangre, y entra la loca de la Jeanine Áñez con el Camacho y la Biblia en el Palacio de Gobierno. Y es intolerable que la comunidad internacional permita ese golpe de Estado.


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