Maduro, Venezuela
Foto: EFE

No obstante las buenas intenciones y de las frases amigables que se han cruzado los presidentes Gustavo Petro y Nicolás Maduro, a propósito de la reapertura de la frontera entre los dos países este lunes, la verdad es que en las últimas horas esa relación se ha convertido en toda una papa caliente para Colombia.

La designación del mandatario venezolano como garante de unos posibles diálogos de paz con el ELN y otros grupos al margen de la ley que permanecen en la frontera bajo la protección del régimen del vecino país, no ha sido bien recibida en muchos sectores, tanto internos como externos.

“¿Qué garantías ofrece un dictador? ¿Para quién ofrece garantías un dictador? Maduro como garante es más una amenaza”, dijo la senadora uribista Paloma Valencia.

“¿Cómo puede ser garante de paz este miserable?, que ordenó a la GNB y FANB disparar contra venezolanos, a algunos le pasaron las tanquetas por encima, secuestraron y asesinaron políticos y periodistas”, dijo el senador Jota Pe Hernández, elegido por la coalición Alianza Verde Centro Esperanza.

Entre tanto, en Estados Unidos ya se oyen voces que expresan la incomodidad que les produce la relación de Petro con Maduro.

Los senadores republicanos Marco Rubio y Chuck Grassley, en una carta a Rahul Gupta, director de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de la Casa Blanca, le dicen que Petro restableció las relaciones diplomáticas con el “narcorrégimen”.

El mandatario Nicolás Maduro manifestó estar dispuesto a ser garante del proceso de negociación entre el gobierno Nacional y el ELN. Foto: Armando Benedetti

“Las acciones favorables de Petro hacia actores que trabajan de cerca con narcotraficantes en nuestro hemisferio ponen en duda el compromiso del presidente colombiano de cooperar con Estados Unidos para evitar el flujo de drogas a través de nuestra frontera”, aseguraron en la misiva.

Sobre las razones por las cuales se eligió a Maduro como garante para diálogos con el ELN, el propio presidente Petro dijo en Noticias Caracol que es “porque allá están”. “Venezuela, en mi opinión, fue clave en el gobierno Santos para el desarme de las Farc, y yo creo que puede ser clave en la posibilidad de un éxito en el proceso con el ELN”, destacó.

Además, el jefe de Estado también advirtió que hay otros países interesados en ser garantes.

No obstante, dos episodios ocurridos casi que en una misma semana ponen al Ejecutivo en una situación difícil: el tercer informe sobre Venezuela de la Misión de Determinación de Hechos de ONU y las recientes declaraciones del presidente Boric, de Chile.

La ONU documentó 122 casos de víctimas que fueron “sometidas a tortura, violencia sexual y/u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes”, perpetrados por agentes de los servicios de inteligencia. En otras palabras, la ONU acusa a Maduro y a jefes de inteligencia de crímenes de lesa humanidad.

A su vez, el jefe de Estado chileno, en su paso por Nueva York, afirmó: “Me enoja cuando eres de izquierda y puedes condenar las violaciones de derechos humanos en Yemen o en El Salvador, pero no puedes hablar de Venezuela o Nicaragua”. Para él, “no podemos tener un doble estándar”, aseguró en una conferencia en la Universidad de Columbia.

Previamente, en la Asamblea General de la ONU, Boric había acusado a Venezuela de provocar “una presión tremenda” sobre Chile por los miles de venezolanos que ingresaron a su país huyendo de la crisis humanitaria.

En respuesta, Diosdado Cabello le dijo: “Si creen que vamos a capitular porque un bobo como Boric salió a hablar pendejadas de Venezuela, están equivocados”.

La confrontación quedó abierta. El diputado chileno Daniel Manouchehri dijo que las palabras de Cabello son “repudiables” y que si la dictadura venezolana no respeta los derechos de sus ciudadanos, tampoco respetará las opiniones políticas de un presidente.

La pregunta es de qué manera estos hechos y señalamientos podrían restarle maniobrabilidad política al gobierno colombiano en su apuesta por unos diálogos en los que uno de sus garantes, el presidente Maduro, es calificado de dictador y violador de derechos humanos.

Esto podría deslegitimar su papel y eso significaría un riesgo para Petro.

Además, ese país ya reconoció que ‘Iván Márquez’ sí está en su territorio convaleciente y recuperándose.

Qué dicen expertos

Jairo Libreros, catedrático de la Universidad Externado, dijo que esa decisión no afecta para nada y al contrario beneficia a Petro como Presidente y como vocero de la nueva izquierda.

“Todos saben que Maduro es dictador y violador de derechos humanos, pero Petro necesita involucrarlos a los dos. A Chile porque ha acompañado los procesos, y porque con Boric tienen una relación personal. Además, debe quedar claro que ELN no le jugaría al proceso si Venezuela no es garante. El ELN lo exige”, dijo Libreros.

Carlos Enrique Moreno, profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Javeriana, recordó que Venezuela ejerció como garante con las Farc y en ese escenario Maduro ya tiene tras de sí un proceso de paz exitoso.

El gobierno de Maduro fungió como garante del proceso de paz con las extintas Farc-Ep. El proceso fue impulsado por la administración del expresidente Juan Manuel Santos. Foto: Presidencia Colombia

“Venezuela en ese contexto es un garante que puede estar más inclinado hacia el ELN y le brinda confianza a ese grupo de que la negociación se seguirá de acuerdo con lo previsto”, dijo el catedrático, quien destacó que el hecho de que estén Chile y Venezuela en la mesa como garantes no afecta en nada.

De acuerdo con Guillermo Henao, analista y estratega político, la presencia de Maduro “a pesar de suscitar dudas, es importante en la medida en que reafirma el interés de la paz de ese país y sirve para que Maduro demuestre realmente que hay un interés genuino en acabar la relación ilegal que se tiene con esa guerrilla y la presencia de esta en su territorio”.

Destacó que, por otro lado, Maduro se juega la carta de la legitimidad, usada esta vez para poder tener incidencia en la agenda latinoamericana y hoy Petro le tira un salvavidas.


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