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Gustavo Petro y Nicolás Maduro FOTO Alexa Rochi. Presidencia

La crisis de democracia venezolana sigue preocupando a la región. La comunidad internacional presionaba por una fecha para la realización de las elecciones presidenciales correspondientes para este año. Y, aunque se logró, las condiciones no son del todo “justas ni libres”, pues hace una semana se le impidió a la oposición postular a su candidato y, por el contrario, se aceptaron los que el régimen quiso.

A la par de pedir una fecha, el petitorio, que fue plasmado en parte en el Acuerdo de Barbados, firmado entre oposición y gobierno en octubre del 2023 bajo la mediación de Noruega y el acompañamiento de Estados Unidos, se le sumaba la habilitación de posibles candidatos presidenciales, como el caso de María Corina Machado, a quien la gente escogió en primarias para enfrentar a Nicolás Maduro.

Lo único que se cumplió fue la definición de la fecha, pautada para el 28 de julio. Del resto, el mundo vio cómo el 25 de marzo, a las 11:57 pm, el partido Fuerza Vecinal y Un Nuevo Tiempo (UNT) inscribieron al gobernador del Zulia, Manuel Rosales, ante la imposibilidad de postular a Corina Yoris, la abanderada de Machado y que en teoría también sería inscrita por UNT y la Mesa de la Unidad Democrática, que en una prórroga de ocho horas, fue obligada a poner el nombre de Edmundo González, “para no dejar el puesto vacío”, le dijo a El Tiempo una fuente.

La intención de inscribir a González era que, durante el proceso de sustituciones, el cual debería iniciar a principios de abril, se pudiera hacer el cambio e introducir a Yoris, pero Diosdado Cabello, dio sentencia.

“Ellos pueden apoyar a los que ya están postulados, léanse las leyes escuálidos, perdón, señores opositores. Apoyen a Maduro pues. Tienen para escoger 13 candidatos”, afirmó Cabello, lo que quiere decir que las sustituciones solo podrán hacerse con los ya inscritos.

Lula y el chavismo han estado en sintonía desde los tiempos del fallecido presidente Hugo Chávez

¿Qué significa todo esto para la región?

Bajo estas condiciones, el panorama parece favorable para que Nicolás Maduro resulte reelecto para el periodo 2025-2030. La inscripción de Rosales ha sido calificada por Machado como una “traición”, y hasta que la opositora no dé el espaldarazo al candidato Edmundo González son pocas las opciones de la oposición; a pesar de que encuestas como Datanálisis aseguran que 70 % de la población quiere un cambio político.

Ante esta situación, los principales aliados de Venezuela, Colombia y Brasil, emitieron inesperadas declaraciones en las que se cuestionan los procedimientos poco democráticos, desatando roces entre los tres países.

“Los gobiernos de derecha y la izquierda cobarde no son capaces de condenar los golpes ni las maniobras que atentan contra la paz. Callan de manera cómplice”, dijo Maduro, quien asegura que lo han intentado matar en los últimos meses. El mandatario añadió que Vente Venezuela, el movimiento de la inhabilitada María Corina Machado, era “terrorista”.

El presidente colombiano Gustavo Petro respondió en X: “No hay izquierda cobarde, hay la probabilidad de, a través de profundizar la democracia, cambiar el mundo. La magia de Chávez fue proponer democracia y cambio del mundo. La revolución de hoy es: transformar el mundo profundizando la democracia”.

¿Pero cómo es que Petro se atrevió a señalar a Maduro? Para el politólogo venezolano Ángel Medina, más allá de la “amistad” que pueda haber entre los mandatarios, es que Maduro, entre la disyuntiva de mantener el poder o reinsertarse en la comunidad internacional, algo en lo que Petro ayudó, prefiere mantenerse en la silla presidencial, pues ser aceptado en la región requiere compromisos y valores democráticos que no está dispuesto a cumplir.

“Por eso es que están pasando los cortocircuitos con Lula y con Petro, porque a ellos les conviene que Maduro se reinserte para generar estabilidad en Venezuela, que significa menos migración, mayor intercambio comercial y un esquema de seguridad regional fortalecido”, explica Medina a El Tiempo.

Pero Medina también es realista y asegura que, aunque la comunidad internacional está “preocupada por Venezuela”, en este momento hay una enorme crisis de gobernanza global evidenciada en conflictos como el de Rusia -Ucrania, Israel-Hamás. “Putin ganó sin oposición en Rusia, y no pasa nada”, puntualizó.

Lula y Petro cuestionaron la exclusión de la candidata opositora a la elección presidencial.

¿Votar o no votar?

Los años han demostrado que no votar fue la peor decisión en Venezuela, pues esto permitió al chavismo cubrir todos los espacios y ahora es difícil recuperarlos. La última elección competitiva en el país se podría decir que fue la de 2015, cuando la oposición arrasó en el parlamento y el chavismo, desmoralizado, prefirió montar una asamblea paralela y no volver a sus curules.

Desde entonces, la oposición se ha apoyado en la comunidad internacional. Eso dio paso a que las elecciones de 2018, en las que ganó Maduro, fueran declaradas por el parlamento como no válidas y por ende justificando un vacío de poder que terminó con la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente, se inició un gobierno interino, 60 países lo reconocieron y EE UU, intensificó las sanciones al país, pero nada de esto funcionó para desplazar a Maduro.

Ya la administración Biden se pronunció sobre lo que serían estas elecciones “La aceptación por parte del CNE de solo aquellos candidatos de la oposición con los que Maduro y sus representantes se sienten cómodos va en contra de unas elecciones competitivas e inclusivas”, advirtió el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller.

En respuesta, Venezuela afirmó que Estados Unidos intenta desconocer y deslegitimar las elecciones presidenciales del próximo 28 de julio.

Para Medina, la abstención en las elecciones no es opción en este momento. Lo mismo piensa el director de la firma Datanálisis, Luis Vicente León, pero cree que el riesgo está latente debido a la desmotivación en medio de lo que ha ocurrido con sus opciones de liderazgo. “El gobierno estimula claramente que eso ocurra”, dice León a El Tiempo.

León añade que la fractura que se pueda generar en la oposición hace probable un escenario de rechazo al voto, pero “es importante decir que la situación está condicionada por un fuerte deseo de cambio, cerca de 70 %, y un aprendizaje sobre las experiencias pasadas de la abstención”.

Para el analista, las experiencias negativas del pasado, representan una oportunidad debido a que la intención de voto es mayor que en el año 2018 y le pone “más cuesta arriba al Gobierno” lograr una estrategia de abstención.

 


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