Miles de simpatizantes de la oposición se concentraron ayer en Caracas por quinta vez en diez días para protestar contra el gobierno de Nicolás Maduro, que sigue apostando a la represión para aplacar el malestar social.

«Esto es una lucha de resistencia: ver quién se cansa primero, si nosotros de luchar o ellos de reprimir», dijo ayer el vicepresidente de la Asamblea Nacional, el diputado opositor Freddy Guevara.

Con banderas de Venezuela y carteles como «SOS» y «¡Elecciones ya!», miles de estudiantes, dirigentes políticos y partidarios de la oposición salieron a las calles de la capital y agravaron una crisis política que se reavivó luego de que el Poder Judicial se arrogó facultades legislativas.

Como en protestas previas, efectivos de las fuerzas de seguridad impidieron el paso de los manifestantes hacia el centro de Caracas con piquetes y gases lacrimógenos, lo que generó enfrentamientos con jóvenes encapuchados que devolvían las bombas y lanzaban piedras.

A pesar de que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) dio marcha atrás con los polémicos fallos, la Asamblea Nacional, dominada por la oposición, sigue sin poder aprobar leyes porque la máxima corte asegura que se encuentra en «desacato».

En la última semana, casi 200 personas fueron detenidas durante las protestas, 57 de las cuales aún se encuentran tras las rejas, según la ONG local Foro Penal.

En otras ciudades, cientos de personas formaban largas filas para firmar un petitorio con el que buscan la renuncia de los siete magistrados del TSJ que aprobaron las controvertidas sentencias.

«Tenemos que salir de este gobierno tan nefasto. No hay medicinas, no hay comida, lo que hay es inseguridad», dijo César Cáceres, un técnico electricista de 54 años, en una plaza de Caracas donde se congregaban los manifestantes. «Seguiremos en la calle porque ya no se puede vivir, hay que luchar.»

Varios pacientes, incluido un recién nacido, fueron evacuados de un centro médico de Caracas, tras ser impactado por bombas lacrimógenas lanzadas por las autoridades para dispersar una protesta.

En tanto, Maduro viajó anteanoche a La Habana para conseguir el apoyo de los gobiernos que participan de una reunión de cancilleres de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), bloque de izquierda que lidera junto con Cuba. La cita, que respalda al mandatario en momentos de máxima tensión, será el lugar donde Maduro denuncie un plan para derrocarlo por parte de la oposición, la Organización de los Estados Americanos (OEA) y Estados Unidos.

«El vago se fue de asueto a Cuba, ¡haría un favor al país si se queda allá!», escribió en su cuenta de Twitter el líder opositor Henrique Capriles, que fue inhabilitado para presentarse a cargos públicos por 15 años. Capriles también advirtió a la comunidad internacional que sigue el «golpe de Estado» en Venezuela y llamó a los venezolanos a resistir en las calles la «represión» del gobierno chavista. «Aquí el autogolpe sigue y Maduro cree que con represión va resolver la crisis. Como pueblo tenemos el derecho no sólo de protestar, sino a expresarnos libremente y dirigirnos hacia cualquier poder público», expresó.

El dos veces candidato presidencial aseveró que no abandonarán las calles hasta que el gobierno entienda que tiene que respetar la Constitución.

La oposición culpa a Maduro de la grave crisis económica que sufre Venezuela, con la inflación más alta del mundo, recesión y escasez, pero el líder chavista dice que sus adversarios libran una «guerra económica» para desbancarlo.

Asimismo, Brasil y el jefe de la OEA, Luis Almagro, pidieron ayer la celebración de elecciones para restaurar la democracia plena en Venezuela y elevaron la presión diplomática sobre Caracas.

Tras una reunión en la capital brasileña, Almagro dijo que las elecciones son la única solución a la crisis política e institucional en la que está inmersa Venezuela tras el aplazamiento de votaciones estatales y una represión contra partidos opositores.

Por su parte, el canciller brasileño, Aloysio Nunes Ferreira, reforzó que la posición de Brasil es que «la responsabilidad primaria para revertir el rumbo de este proceso le cabe al gobierno de Venezuela, que es el principal responsable».

El gobierno venezolano no ha convocado aún de forma oficial a las próximas elecciones presidenciales, previstas para 2018.

Otros diversos países de América y Europa han pedido a Maduro respetar la separación de poderes, liberar a un centenar de presos políticos y convocar a elecciones generales. Sin embargo, el mandatario ha pedido que cese la injerencia en su país.


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