Partidos políticos y movimientos sociales de la izquierda brasileña empezaron una vigilia permanente en las afueras de la sede policial de Curitiba, donde el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva fue encarcelado.

“La ciudad de Curitiba será el centro de nuestra acción política. Solo saldremos de aquí cuando Lula salga. Esta vigilia será permanente”, proclamó entre una multitud de simpatizantes la presidente del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hoffmann, después que Lula llegara a la sede de la Policía Federal el sábado por la noche en un clima de conmoción.

Lula, que lidera las encuestas para las elecciones de octubre, “no es un preso común, es un preso político, el primer preso político después de la reapertura democrática en 1985”, añadió Hoffmann.

De acuerdo con la Central Única de Trabajadores, el movimiento espera la llegada de decenas de caravanas de todas partes de Brasil.

La prisión del líder de izquierda se dio en un clima de tensión y enfrentamientos entre simpatizantes y detractores.

Al menos ocho personas sufrieron heridas leves, informaron los bomberos.

Se fracciona la izquierda. La prisión de Lula da Silva deja al Partido de los Trabajadores acéfalo, fracciona el resto de la izquierda y abre una gran incógnita sobre las elecciones presidenciales de octubre.

Aunque legalmente Lula, líder en todos los sondeos de intención de voto, puede disputar las elecciones encarcelado –como el PT ha dicho que se propone– las dificultades obligan a otros partidos de izquierda a buscar candidaturas propias, hasta ahora ninguna viable, según coincidieron analistas políticos.

«Lula no solo es el único líder conocido del PT, que depende totalmente de su dirigente, sino también el único que puede unir a la izquierda y el único aspirante de izquierda con posibilidades de vencer las elecciones», según Michael Mohallem, especialista en ciencias políticas de la Fundación Getulio Vargas.

Pese a que los líderes de izquierda apoyaron a Lula tras el auto de prisión, admitieron que difícilmente se unirán en torno a una candidatura única.

Las fuerzas de izquierda, históricos aliados del PT, ya habían postulado candidatos propios ante la incertidumbre que generaba la aspiración de Lula.

El Partido Comunista do Brasil inscribirá a la ex diputada Manuela D’Avila, el Partido Democrático Laborista al ex ministro Ciro Gomes, el Socialista Brasileño al ex magistrado del Supremo Joaquim Barbosa, el Partido Socialismo y Libertad al líder de los Sin Techo Guilherme Boulos, y la Rede Sustentabilidade a la ex ministra y ecologista Marina Silva.

Pero el PT, mayor formación de izquierda de América Latina y que gobernó Brasil por 13 años, insiste en mantener la candidatura de Lula hasta las últimas consecuencias.

Los analistas dicen que legalmente Lula puede disputar las elecciones en la cárcel, aunque tendrá que superar varios obstáculos.

«La legislación permite tener un candidato preso, en plena actuación en la campaña electoral, mientras respete las limitaciones físicas de su restricción de libertad», según Savio Chalita, profesor de Derecho Electoral del Centro Preparatorio Jurídico.

«Pero, aún si consigue la libertad, la situación ya es muy difícil. Lula está inhabilitado electoralmente porque fue condenado en segunda instancia. El PT asegura que presentará recursos en todas las instancias para poder inscribirlo», agregó Diego Werneck Arguelhes, investigador del Centro de Justicia y Sociedad.

En su criterio, el PT tendrá un gran desafío para intentar habilitar a Lula antes de septiembre ante el Tribunal Superior Electoral y ante la propia Corte Suprema.

«Pero el hecho político de su encarcelamiento puede alterar el comportamiento de los electores, restarle credibilidad y llevar a aliados que aún creían en la posibilidad de su candidatura a buscar alternativas», agregó.

En los últimos años el PT se concentró en Lula, no quiso construir otros líderes y quedó totalmente dependiente de Lula.

“Eso favoreció a Lula pero disminuyó al PT. Ahora quedó decapitado», dijo el investigador. El PT se quedó sin alternativas porque los posibles herederos de Lula no cuentan con consenso en el propio partido.

Para Chalita, el PT puede aprovechar una brecha legal que permite a un partido sustituir a un candidato declarado inelegible a solo 20 días de las elecciones.

«De esa forma un candidato puede comandar toda la campaña y al final pedir que su nombre sea sustituido en la urna electoral», dijo.

«En una elecciones totalmente fragmentadas e imprevisibles, en que hay candidatos de decenas de partidos, la izquierda se quedó huérfana y solo tiene posibilidades si se une», según Mohallem.


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