coronación de Carlos III
Venezolanos Karla Quetglas y Helios Gala en su puesto Pabellón. Fotos: Natasha Tinsley

A las 10:20 am hora británica el sonido de los tambores se acerca. Pum, pum, pum. Familias, amigos y parejas, miles se reúnen por The Mall de Londres. “¡Hay un carruaje!”, grita una niña en asombro. En ese medio segundo, un segundo que conlleva tantas expectativas mientras la multitud estira el cuello y se pone de puntillas, la música de la marcha parece calmarse.

“Quién es?”, susurra la misma niña. Entre la pompa y circunstancia, lo nunca visto por los miles de británicos allí presentes, en el momento en el que pasa el carruaje, parece que Londres se detiene por completo. El carruaje sigue rodando y, mientras continúa su recorrido de procesión, todos comienzan a asimilar lo que acaba de suceder. De repente prestan atención a la pregunta de la pequeña y, embargados por la emoción, contestan al unísono: “¡El rey!”.

El ritmo de la coronación del rey Carlos III y la reina Camilla vuelve a acelerarse. Hay un popurrí de sonidos. Las campanas de la Abadía de Westminster, donde tuvo lugar la prestigiosa ceremonia, se mezclan con el runrún de los helicópteros y las alabanzas del pueblo británico. “¡Dios salve al rey!”, empiezan a cantar a coro. Algunos de los asistentes llevan acampados fuera para ver este momento desde el pasado jueves 27 de abril. Con un largo día por delante, el momento ha llegado. Y no defraudó.

Presencia venezolana en la coronación de Carlos III

Después de la procesión, mientras los británicos se fijan en las pantallas grandes que transmiten la ceremonia de la coronación, a la distancia se ve un puesto llamado Pabellón. Al acercarse, El Nacional recibe una calurosa bienvenida de los dos dueños, la pareja caraqueña Karla Quetglas y Helios Gala. Pese a la fila larguísima, empiezan a contar cómo se siente ser el equipo que llevó el pabellón a la coronación británica.

“Empezamos a trabajar a las 3:00 am”, explica Quetglas sonriendo de oreja a oreja. “A esa hora hicimos desayunos, té, café… el desayuno inglés de acá. A eso de las 9:00 am cerramos y ya arrancamos con el almuerzo normal venezolano”, agrega.

“La arepa de carne gusta mucho y eso es lo que más vende aquí”, sigue Quetglas. No es para menos. En 2019, ese sándwich ganó el mejor del Reino Unido en los Premios británicos de comida callejera.

“El evento ha sido muy bonito con muchísima gente. Hemos tenido a reporteros grabando desde la terraza del tráiler que es muy emocionante. De hecho subimos nosotros un momento y desde arriba se ve todo y cómo pasa la carroza con el rey. Una locura”, dice.

Venezolanos Karla Quetglas y Helios Gala

Al pensar en el concepto de la monarquía, la pareja no niega que al principio fue difícil entenderlo. “Obviamente nosotros crecimos sin eso, pero ya llevamos tiempo aquí y uno aprende a agarrarle cariño a la cultura y a las tradiciones”, explica la caraqueña.

Llenando un plato de papas fritas desde el quiosco, Gala pide disculpas por no poder dedicar más tiempo a El Nacional pero, en una mezcla de alegría y casi de incredulidad, afirma que ha sido “un día muy especial”. 

“Estar vendiendo arepas que es algo tan venezolano en un evento tan británico pues estamos súper orgullosos y emocionados”, asegura.

Latinoamérica en Londres y la reunión familiar

Con al menos 145.000 latinoamericanos que viven en Londres, estos no podían faltar en la fiesta. El Nacional tuvo la oportunidad de conocer a argentinos, chilenos y guatemaltecos. En un día de frío y lluvia, muchos de ellos se sorprendieron por cuántos niños habían asistido al evento con ese clima tan duro.

“Los padres están desesperados por que sus hijos vivan este momento tan histórico. Es algo muy bonito», dice Érika Salazar de Bogotá, quien, sintiéndose inspirada, luce con orgullo una vincha con dos banderas británicas. “En Colombia no se verían a tantos niños bajo esta lluvia porque los padres dirían que se van a enfermar”, explica riéndose.

Érika Salazar

Salazar vino a visitar a una amiga en Londres y, al saber que las fechas coincidían con el evento, supo que tenía que aprovechar una experiencia tan única y tradicional.

“Aunque hay muchísima gente, no me esperaba que la celebración fuera tan tranquila. Quizá pensaba que iba a ser más loco, como las fiestas del Día de la Independencia en Colombia”, dice.

“Aunque los británicos se emocionan y pasan mucha alegría, son súper educados y respetan mucho”, agrega.

Louise Byrne es un ejemplo claro de una británica que se esforzó por dejar huella en los más jóvenes de su familia: “Es la primera vez que voy en persona a alguna celebración de la familia real. Mi hija fue al funeral de la reina (Isabel II) y me dijo que fue hermoso compartir el día con el resto de la nación”.

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Louise Byrne y sus nietos

Presume de su nieto menor, George, quien, ataviado con una pajarita y un traje de banderas británicas, le encanta disfrazarse. “He venido con mis cuatro nietos con la esperanza de que siempre recuerden este día y cómo les acompañé a la coronación”, dice con los ojos llorosos.

“Ni siquiera se quejaron de madrugar. Es maravilloso”, agrega.

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George, nieto menor de Louise Byrne

¿Los jóvenes son apáticos?

Luego de la ceremonia, cuando el rey vuelve en su carruaje de oro, a la multitud se le reinicia la energía. Aquí todo tiene sentido. Por eso se quedaban fuera acampando durante días y días. No sólo para verlo todo, sino para sentirlo. De repente se acelera el ritmo de todo a su alrededor. Los que se encuentran lejos de la procesión llegan como una estampida.

Casi corriendo para no perder al rey, pisan fuerte por el barro, atraídos por la emoción y ondeando las banderas a ritmo de la música. De vuelta en el Palacio de Buckingham, ya toca esperar el último evento del día. “El espectáculo aéreo y la tradicional aparición en el balcón de la familia real es lo que más tengo ganas de ver”, afirma Rebecca Gutsche, quien viajó desde Kenia para la ocasión y luce el traje de Superwoman de su hija, adornado con unos toques patrióticos.

Junto a su amiga Gail Blackwell, Gutsche explica que de niñas las dos habían ido a Londres para el matrimonio del rey Carlos III con la Princesa Diana en 1981. “La noche antes de la boda, dormimos en el suelo de The Mall con nuestras madres para asegurarnos un buen sitio”, recuerda con cariño.

“Queríamos hacer lo mismo con nuestros hijos que tienen 18 años pero no les interesaba venir”, dice Blackwell.

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Gail Blackwell y Rebecca Gutsche

A pesar de la indiferencia de sus hijos, lo más importante para Blackwell ha sido recrear ese recuerdo para su propia madre: “Ahora sufre de alzheimer y me gustaría que se acordara de la oportunidad que me dio para ver un evento tan histórico de pequeña”.

Más adelante en The Mall, El Nacional se encontró con 35 scouts de entre 10 años de edad y 18 años. A pesar de que la juventud británica se encuentra en épocas de exámenes para pasar a sus próximos cursos o, hasta incluso, calificar para una universidad, estuvieron bastante presentes para la coronación del rey Carlos III. “Para mi lo principal no es ni la monarquía, ni celebrar a la familia real”, afirma Ren Jackson, de 15 años, rodeada de sus compañeros, “pero sí es un día inolvidable y simplemente no nos lo podíamos perder”.

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Ren Jackson, junto a sus compañeros scouts

La coronación de Carlos III

Varios asistentes llevan décadas en eventos de este estilo y vinieron para reunirse con amigos queridos que conocieron en los últimos matrimonios, cumpleaños o jubileos de la realeza. Sin embargo, muchos contaron a El Nacional que lo más importante era reforzar los lazos en sus propias comunidades.

“Todos hemos puesto nuestro granito de arena”, afirma Claire West, quien lleva una corona con peluches del rey y la reina cosidos al lado de flores.

coronación Carlos III

“Me lo hizo la florista del pueblo”, cuenta West, señalando la corona. Emociones han estado a flor de piel y cuenta que, sabiendo lo que le esperaba en la coronación, le fue difícil ser productiva en el trabajo esta semana.

“Mis amigas seguían llamándome para planear los últimos detalles”, dice riéndose. “En el festivo del lunes, los vecinos nos encontraremos en el centro para cantar ‘Dios salve al rey’ (el himno del Reino Unido) y ya vamos juntando dinero para disfrutar de un poco de champán todos juntos como comunidad”, agrega.

Futuro de la monarquía británica

“Estaba nerviosa al principio del reinado del rey Carlos III porque su madre nos sirvió de forma tan excepcional”, cuenta Lorrie James de Gales. «Lleva 70 años esperando. No le quedará tanto tiempo como su madre, pero incluso si tiene 10 años creo que marcará la diferencia y será capaz de modernizar la monarquía”, dice.

coronación Carlos III
Lorrie James 

Mientras el día llegaba a su fin, El Nacional encontró que la tónica general es de positividad. “Aún necesitamos un poco de pompa. Nadie hace ceremonias como esta”, señala James.

“Fíjate que todos los militares, todos los que participaron, llevan tiempo ensayando de día y de noche. Y fue perfecto. Todos marcharon al compás, todos hicieron lo correcto para que nos sintiéramos un poco más británicos. De veras fue perfecto”, agrega.

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Parte de lo que se vivió en la coronación de Carlos III

@_natashatinsley


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