CAPTURA DE VIDEO- Economista cubano dice que familia Castro se adueñó de Cuba.

Emilio Morales, socio director de The Havana Consulting Group, conoce en profundidad los secretos de la economía de Cuba: trabajó en sus estructuras antes de exiliarse y a su estudio le dedica buena parte de su tiempo. Sus conclusiones no pueden ser más desalentadoras.

–El pasado martes en un acto público en Madrid, dijo usted que Cuba había alcanzado la condición de Estado mafioso fallido.

–En Cuba se ha producido una mutación silenciosa de lo que alguna vez supuestamente fue un Estado socialista que se ocupaba de las necesidades primarias de la población, como asegurar educación, salud, alimentación, energía eléctrica, agua potable, hacia un estado mafioso a través de un holding que se llama Gaesa, que nominalmente pertenece a las Fuerzas Armadas, pero que en la práctica no funciona como una dependencia de la fuerza como tal, sino como un conglomerado manejado por un grupo, la familia Castro y un grupo de oligarcas cercanos a ella y que se ha apoderado poco a poco, paso a paso, después que Fidel cayó en cama. Se ha apoderado de los principales recursos del país.

–El 70% de la economía y 95% de las finanzas del país. Empezaron con 8% del sector empresarial.

–Eso es.

–¿Cómo lo hicieron?

–Poco a poco. Primero se apoderaron de la Corporación Cimex, que era un conglomerado que manejaba Fidel. La corporación era la empresa más grande de Cuba, en la cual yo trabajé seis años. Esa empresa se encargaba de la mayor turoperadora de Cuba, que era Havanatour. En aquel entonces tenía el negocio de las remesas, todo el mercado minorista polarizado en las cadenas de tiendas, los fast food, las gasolineras, o tiene una naviera, todavía rige para importar y exportar. El negocio de inmobiliarias, de todos los edificios, de oficinas, de vivienda para extranjeros, para diplomáticos y un montón de negocios más. Son como 35 líneas de negocio.

–Una de ellas, antaño pilar de la economía cubana, es el sector hostelero: después de la pandemia en República Dominicana el turismo ha repuntado y en Cuba no. ¿Hay una explicación? ¿Cuál?

–Cuando se acaba la pandemia, ellos [la cúpula del régimen] salieron muy dañados por la epidemia y por su propia incompetencia sobre cómo manejarla, de cómo manejar la economía, porque antes de la pandemia, ellos trajeron esas famosas tiendas Mlc que lo que hicieron fue irritar más a la población. Eran unas tiendas en las que solo podías comprar en dólares, pero no con dólares físicos, sino con dólares digitales. El dinero llegaba a unas tarjetas de ellos y con esa tarjeta uno ni siquiera podía sacar los dólares físicamente, solo podías comprar ahí. Entonces imagine un país que paga los salarios en pesos y cobran los productos en dólares. Fue muy duro.

–Y llegó la pandemia.

–Murieron miles de personas. Cuando se acaba la pandemia, y también en medio de la pandemia, todo ese capital que llegaba de remesas y de los médicos que tienen contacto con el exterior, que era mayor que de las remesas, se usaba para construir hoteles en un momento en que la ocupación hotelera, incluso antes de la pandemia, era menos del 50 %. Con la pandemia lo que pasaba antes era  5 %,  3 %, casi nada. Entonces ellos invirtieron miles y miles de millones de dólares. Descuidaron la matriz energética. Después, eso explotó.

–¿Hasta el punto de hundir el turismo?

–Cuando se acaba la pandemia y empieza el primer año de recuperación turística, ahí vemos los resultados: 1,6 millones de turistas, frente a los 8,4 de República Dominicana, un récord, y los 23,4 de Quintana Roo [México].

–Tampoco van los turistas a un país con apagones de hasta 11 horas diarias.

–Bueno, no es atractivo para un turista ir a un país donde haya apagones, donde se persigue a la gente por protestar, donde no hay comida, las colas para comprar un pollo son de 12 horas. Las calles y las casas se están cayendo a pedazos, las ciudades están sucias, el sistema de salud está colapsado, no hay medicinas: un turista, no se siente en el paraíso, sino en el infierno. Nadie va a ir ahí.

–Siguiendo con los apagones, afirma que ya no basta con mantener el sistema, sino que hay tumbar el sistema eléctrico.

–El problema de la matriz energética es que mientras el país funcionaba año tras año, nunca se ocuparon de darle mantenimiento a esas plantas. Se requería. Tienen más de 30 años de uso con un mal mantenimiento. No es suficiente darle un mantenimiento porque sacan una planta tal para darle mantenimiento, a la semana la ponen de nuevo a funcionar y a los dos días tiene que salir del sistema por una rotura. Están en crisis.

«No es atractivo para un turista ir a un país donde haya apagones y donde se persigue a la gente por protestar»

–¿Es solo la obsolescencia?

–No: también es el capital que no tienen para comprar el petróleo que ellas necesitan. Tenemos un sistema energético totalmente colapsado. La demolición y la reposición de esas plantas cuestan diez mil millones de dólares y Cuba debe hoy 46 mil millones de dólares.

–Por lo tanto, nadie quiere invertir en Cuba.

–Exacto, nadie va a invertir. Los acreedores están detrás de ellos para que les paguen. En el año 2015, a raíz del deshielo, a Cuba le perdonaron 42 mil millones de dólares. Sí, se dice así muy rápido, 42 mil millones, pero siete años después deben 46.000. Entonces, ¿cuál es la esperanza que tiene un inversionista hoy en día?

–Rusia perdonó parte de la deuda en fechas recientes.

–Lo que hizo fue darle más tiempo para que ellos paguen los 3.000 millones de dólares que debe que deben desde 2015, cuando le perdonaron 29.000, si la deuda quedó en 3.000 millones de dólares, deuda que se iba a usar para hacer inversiones en Cuba; pero como no pagan esas inversiones se convirtieron en cero porque nunca le pagaron.

–O sea que Rusia no cree, financieramente, en Cuba.

–Políticamente sí, porque son sus socios.

–Situación paradójica.

–Exacto. Con China pasa lo mismo: no invierte ni siquiera un centavo en Cuba. Sin embargo, China invierte miles y miles de millones de dólares en América Latina, en países con economías capitalistas. Los empresarios chinos que en algún momento suministraban productos y materias primas a Cuba, ya no lo hacen porque les deben miles de millones de dólares.

–¿Resultado?

–Cuba se ha convertido en el cementerio de las inversiones. Es el lugar de América Latina de más alto riesgo para invertir. Por eso hace cuatro años que nadie invierte en Cuba. Nadie.

–Hace unas semanas, un banco público cubano perdió un pleito contra un acreedor privado por impago deuda. Dio usted a entender que próximamente llegará otra demanda que podría ser aún más letal. ¿Quién la pone?

–Una demanda de un banco, detrás del cual hay un banco chino, por 1.300 millones de dólares. Si ellos usaron esta primera demanda para ver cómo Cuba reaccionaba con una demanda de 70 millones, ahora viene una más grande.

«Cuba se ha convertido en el cementerio de las inversiones»

–Otro sector derruido es la industria azucarera: Cuba importa su azúcar cuando era uno de los principales exportadores mundiales.

–Le llamo a eso el espejo del fracaso. Sí, sí. Cuando Fidel Castro tomó el país de la Revolución, recibió en sus manos una industria intacta, pudiente, boyante, que era incluso de las principales del mundo. Y a pesar de los años, todo ese proyecto funcionó aun cuando recibía miles y miles de millones de dólares en petróleo por parte de la Unión Soviética para mantener esa industria. Hoy en día, que tienen una zafra que no supera a la zafra de hace 120 años, cuando se hacía en los tiempos de España; ni siquiera existía la Central Azucareros, lo hacía con trapiches a por bueyes y la caña se transportaba en carretones al buey. Esa zafra producía más que la que el año pasado, por ejemplo.

–¿Tiene solución?

–Tiene solución: tienen que volver al pasado. Cómo se manejaba, qué industria con capital totalmente privado, con empresa privada, con un mercado de oferta y demanda. Eso en Cuba no existe. Tendrían que regresar a eso y además tendrían que renegociar con todas esas familias o todos esos dueños a los cuales se les confiscó y no se les pagó, porque es la única manera de tratar este problema.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!