Pedro Sánchez
Pedro Sánchez. Foto: ANDER GILLENEA / AFP

En plenos tiempos digitales y vertiginosos, cuando tiktokers, tuiteros e instagramers exigen información muy breve y en tiempo real, el presidente del Gobierno de España Pedro Sánchez Castejón ha escrito una larga carta de cuatro folios anunciando en ella una aún más larga pausa de cinco días para reflexionar sobre su permanencia al frente del Gobierno. Ha recuperado algo en desuso: el género epistolar. Y con ello ha creado una crisis de Estado con la que controla los tiempos de la política y la agenda pública de discusión.

Como era de esperar, los periódicos españoles abrieron con la noticia a cinco columnas, y buena parte de los más importantes medios del mundo lo incluyeron en sus cabeceras. Nuevamente, Pedro Sánchez se convirtió en el epicentro del debate público.

No se trata una carta de amor, tampoco se percibe la melancolía de quien se despide. Aunque menciona el amor por su esposa, y parecía muy genuinamente afectado en la sesión de control cuando recibió la noticia de la investigación abierta a su consorte, la carta es plena en epítetos hacia la ultraderecha y sus adversarios políticos que sirven de alimento a la refriega en curso.

España vive tiempos polarizantes, y es posible que ante ese único hecho noticioso, medio país lea entre líneas que “el presidente está con el agua al cuello y para evitar ahogarse piense en dimitir”, mientras que la otra mitad hable del muy injusto lawfare y los excesos de “la ultraderecha mediática”.

Aunque España dejó de ser formalmente un bipartidismo, existen aún dos polos en la incapacidad de interpretar una realidad en conjunto y en las dificultades de compartir un referente institucional de confianza y apoyo a la justicia. Una de las dos Españas sigue helando el corazón de los españoles.

Pedro Sánchez tiene un gran manejo del suspense

Sánchez es un político que se arriesga, y maneja como pocos el suspense y la capacidad de sorprender al adversario. Y es siempre audaz. Pero en su audacia suele medir bien el agua que tiene la piscina… no se lanza a una vacía.

Una posible hipótesis es que confía en que no hay nada más, y se trata de una investigación abierta a partir de información falsa o inexacta, por lo que se lanza a este movimiento donde se victimiza, moviliza a los suyos, conmueve, y luego reaparece triunfante el lunes 29. La hipótesis alternativa es que efectivamente renuncie, y nuevamente surja en el horizonte una convocatoria electoral. Cualquiera de las dos opciones ocurrirán justo al inicio de la campaña de las elecciones catalanas y a 40 días de las europeas.

Durante décadas se ha estudiado el impacto de los medios de comunicación sobre la conducta electoral. En una primera etapa se pensaba que los medios de comunicación definían las actitudes públicas de manera directa, como una aguja hipodérmica que inyecta información y opiniones en la piel de las personas.

En una segunda fase, se creyó que los impactos de los medios sobre el comportamiento electoral y las opiniones de los ciudadanos tenían efectos mínimos por tener las audiencias una exposición limitada, por estar sometidos a una exposición selectiva o por sesgos perceptuales.

Ahora se sabe que los medios de comunicación masivos no definen directamente las actitudes. En cambio, definen los temas de la discusión pública, los priorizan y otorgan relevancia. Ello es lo que hace definir las actitudes ciudadanas sobre los asuntos públicos. Es lo que se conoce como la Teoría del Enmarcamiento de la Agenda (en inglés, Agenda Setting), que nos dice que los medios tienen la capacidad de visibilizar o silenciar los asuntos públicos.

El enmarcamiento de la agenda es la habilidad que tienen los medios para hacer influir la relevancia que tienen los eventos en las mentes del público, de forma tal que las prioridades de la prensa se convierten en las prioridades del público.

Influencia de los medios en la agenda pública

Esta teoría establece que los medios de comunicación social tienen el poder de influir en la agenda pública al iluminar ciertos temas, problemas o aspectos que luego terminarán siendo considerados importantes por el gran público. Es decir, los medios no nos dicen qué pensar, sino más bien sobre qué pensar. Y los políticos habilidosos crean noticias para los medios.

Asimismo, explica el papel de los medios y su capacidad para formar la opinión. Los medios transmiten gran cantidad de información y el público busca orientación. Al incidir en unos temas y silenciar otros, los medios fijan los asuntos sobre los que hay que debatir. Así, un medio ayuda a un candidato cuando le concede centímetros cuadrados o segundos, y no cuando habla positivamente de él en su línea editorial.

Los medios de comunicación actúan como un haz de luz en un escenario. Al iluminar a ciertas personas permiten que la audiencia se concentre en ellas. Esta teoría fue desarrollada por Maxwell McCombs y Donald Shaw. Identificaron que al elegir y mostrar las noticias, periodistas y editores tienen un papel importante en la configuración de la realidad política. Los lectores aprenden no solo sobre un tema determinado, sino también sobre cuánta importancia jerárquica darle a ese tema a partir de la cantidad de información en una noticia y su posición.

En resumen, la fijación de agenda o agenda setting es fundamental en campañas políticas porque influye en lo que el público considera importante, en la jerarquización de los problemas, en la visibilización de los actores claves y, por lo tanto, en sus percepciones sobre los candidatos y los problemas políticos en juego.

Un golpe de efecto de cara a próximos comicios

Un líder político exitoso suele manejar efectivamente la agenda mediática para iluminar sus mensajes y prioridades. Es muy posible, por ejemplo, que este incidente que mantiene al país y sus instituciones en vilo, termine haciendo más visible a Salvador Illa en la campaña catalana, pese a que las elecciones en Cataluña tengan una dinámica propia.

Igualmente, un golpe de efecto de esta magnitud elevaría la visibilidad de Sánchez de cara a un proceso europeo, donde están en auge las fuerzas de la derecha, desde su figura como presidente de la Internacional Socialista.

Sánchez ha sido el líder más visible y también el más atacado. Sin embargo, los ataques han contribuido a ponerle con frecuencia en el centro de la discusión, y eso le ha facilitado el control de la agenda setting y de la discusión pública. Para Sánchez ha sido mucho más importante cuánto han dicho de él que lo que han dicho de él.

Cualquier jefe de campaña suele hacer grandes esfuerzos para intentar colocar a su candidato en el centro del escenario, algo que el polémico presidente logra con facilidad. España se encuentra en puertas de dos elecciones importantes: las catalanas y las europeas. La capacidad de incidir sobre ambas siempre será más exitosa en la medida en que logre que la sociedad se plantee como dilema electoral una pregunta: ¿Sánchez sí o no?The Conversation

Carmen Beatriz Fernández, Profesora de Comunicación Política en la UNAV, el IESA y Pforzheim, Universidad de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.


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