José Miguel Vivanco
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Se conversó con José Miguel Vivanco, director de la División de las Américas de Human Rights Watch (HRW), una organización global que defiende los derechos humanos. Él sigue día a día el estado de la democracia en el continente, los riesgos y las amenazas que se presentan. Actualmente, vive en Washington, donde pasa con su familia la cuarentena como todos.

—¿Qué riesgos se pueden presentar para las democracias en esta época de pandemia y crisis sanitaria?

Yo partiría por el que más me angustia y me preocupa: En muchos países, incluyendo los Estados Unidos, se tiende a confundir la emergencia que representa la pandemia con la guerra. Entonces, si se hace una analogía de ese tipo, lo que se requiere es de un liderazgo fuerte.

La guerra tiende a unir a los pueblos, a hacer concesiones enormes de puntos de vista de derechos y libertades y a buscar una figura fuerte. Mi preocupación es que, en mi opinión, esto nunca puede ser enfrentado como una guerra y no lo es porque una pandemia lo que requiere es el fomento del debate público.

Acá la clave es educar, informar y conseguir la colaboración de los ciudadanos. Y esa colaboración se consigue en democracia. Creo que por ahí siempre hay muchas voces que sostienen que la democracia es ineficiente, que es burocracia y que refleja un estado de cosas que estamos profundamente divididos, polarizados, donde hay demasiada diversidad. Ante una emergencia de salud como esta, lo que se requiere es un sistema de salud distinto.

Hay muchos que probablemente estén deseando que lo que ha logrado en algún tiempo, aparentemente en China, que no es una democracia para combatir este fenómeno. Lo cierto es que todo indica que si no hay libertad de expresión, si no hay posibilidades de escrutinio y fiscalización de la cosa pública por parte de los distintos sectores, así no estén equivocados incluso por la oposición (la oposición juega un rol fundamental en democracia, de cuestionamiento que puede estar motivado por afán de circulación, pero también puede estar bien fundado). Se requiere la cooperación y comprender muy bien cuáles son las necesidades del pueblo, de la población, de los más humildes y atender esas necesidades.

—En las encuestas realizadas durante la cuarentena se disparó la aprobación presidencial en la mayoría de países. Una lectura es que, en medio de este tipo de crisis, la ciudadanía tiende a entregarse a un protector. Entonces, eso supone un riesgo: la acumulación de poder (no necesariamente tomada a la fuerza de manera deliberada, sino el poder recibido a partir de esta entrega de la ciudadanía).

Hay que entender el fenómeno, como una respuesta natural a lo desconocido, a la incertidumbre y al miedo. Cuando tienes una combinación de esa naturaleza, donde el temor es real y tienes ejemplos como los ocurridos en Europa como en Italia o España, que era un mundo globalizado de la información por los medios y las redes sociales.

Creo que indudablemente genera angustia, incertidumbre, total falta de certezas porque es algo que además está afectando a países que tienen altos niveles de desarrollo con cuantiosos recursos médicos, científicos, que están mejor preparados que nuestros países, pensando en Alemania o Inglaterra. Todo eso en el marco de temor, hace que los ciudadanos premien un liderazgo sólido, no necesariamente autoritario y dictatorial.

Yo creo que aquellos políticos que se muestran como políticos razonables, que ante esta circunstancia no están tratando de acumular poder y aprovecharse, en usar al coronavirus como pretexto para ir contra la oposición, para ir contra los medios, para denigrar aquellos que discrepan. Quisiera creer que hay mayor madurez como para hacer esa diferencia, esa distinción y por eso es que la gente esta dispuesta a entregar derechos constitucionales.

Acá la clave es que exista un consenso general. Si bien hay que hacer unas concesiones que efectivamente se requieren para poder dirigir un país, administrar una crisis de esta naturaleza, esas concesiones nunca pueden ser tales que permitan el ejercicio absoluto e irresponsable sin rendición de cuentas del poder. Primera advertencia.

La segunda que es que todo esto es temporal, transitorio, que aquellas atribuciones que se les reconocen, que se les otorga a las autoridades, son esencialmente temporales. Esas concesiones o esos poderes extraordinarios cesan en el minuto en que desaparece la emergencia. Aquí lo que hay que tener cuidado es que no se logre institucionalizar una concesión de derechos y recorte de libertades públicas a propósito. Hay que enfrentar la situación siguiendo el libreto democrático.

—¿Entonces, de alguna manera, dependemos de la calidad democrática de cada uno de los líderes?

Yo creo que sí. Uno paga el precio en circunstancias de esta naturaleza en función de la calidad y del carácter del líder que ha sido elegido. Hay algunos países que tienen todavía la posibilidad de elegir a sus líderes. No estoy pensando en Venezuela, Nicaragua y Cuba, pero aquellos donde hay una democracia y por alguna razón el pueblo terminó abrumadoramente eligiendo a un líder o si no abrumadoramente, pero democráticamente sin fraude, eligieron a un líder que les prometió el paraíso y se conduce de la manera irresponsable, populista.

En estas circunstancias es donde uno mide, donde no puede evaluar y depende de la calidad y la prudencia y solidez de ese liderazgo. Si tú te fijas en las oscilaciones políticas de la región, yo no creo que reflejen un cambio brusco de derechas e izquierdas. Normalmente es por el agotamiento y el afán por castigar a aquel líder que prometió reducir pobreza, la inflación, mejorar el crecimiento, las condiciones de vida y luego al concluir el mandato, además de ofrecer lo que prometió, hemos podido ver que como algunos de los más importantes y más influyentes populistas de la región como Jair Bolsonaro en Brasil y también a Andrés Manuel López Obrador en México. Ambos opuestos de izquierda y derecha, están en este instante sufriendo algún castigo en las encuestas, las cuales son bajas en popularidad, precisamente por la manera irresponsable, tan frívola con la que han conducido la emergencia.

—¿En qué debemos trabajar las sociedades para proteger nuestra democracia? ¿Quiénes son los mejores posicionados para ayudar en ello?

Yo creo que en una emergencia de esta naturaleza lo más importante, lo que la gente valora casi obsesivamente, es la información. La información científica, la información creíble. Hay que luchar contra cualquier intento de censura porque la tentación de los gobiernos, de aquellos que están en el poder, por ejemplo, sobre la base de catalogar la discrepancia o la crítica, como desinformación.

Entonces, decir, aquí estamos haciendo un esfuerzo enorme, hay que ser prudentes, trabajar unidos. Sí, todo eso está muy bien, pero eso no significa que hay que simplemente subordinarse a los decretos, y a los discursos oficiales. Hay que estar permanentemente (y más que nunca hoy día) fiscalizando, midiendo y verificando la información oficial que nos entregan. Corroborándola con las experiencias en otros países, con los avances que se puedan ir detectando en cuanto a mejorías que puedan ser sostenibles, no mejorías de 24 horas y que uno pueda en el debate público, intentar replicar.

Para mí una de las principales obligaciones en un momento de emergencia como este es preservar los ámbitos más amplios posibles de un debate saludable, un debate público, donde todas las opiniones son bienvenidas. Hay otra área que es más bien empírica o fáctica y que se da por las vías de echo. Gran parte de las políticas públicas en emergencia, la implementación de la política recae usualmente sobre los hombros de agentes policiales, de aquellos que tienen tareas de control del orden público, de apoyo judicial y es ahí donde se cometen abusos, en la práctica.

El diseño de política puede estar muy formulado en el punto teórico pero en los hechos, es un agente policial, o un soldado en algunos casos, el que tiene alguna misión específica y hay que estar supremamente atentos y en condiciones de reaccionar de inmediato y sin vacilación frente a los abusos, al abuso de poder porque se tiene que comprender que en una pandemia como esta, el valor fundamental es la prevención.

El objetivo acá no es la prohibición, no es la persecución, no es el castigo, es la prevención. Eso muchas veces, nuestros policías no lo entienden y creen que pueden cometer abusos y no responder por ellos. Otro tema a revisar es el enorme riesgo (y potencial retroceso) que el control de la pandemia representa para el derecho a la privacidad. Como sabes, en muchos países el análisis del celular se ha transformado en el principal instrumento de localización y seguimiento de los contagiados, con síntomas o no. Esa fue la política que usó Taiwán para lograr controlar eficazmente el problema.

— ¿Qué opina de la actuación de los países en términos de democracia y transparencia?

Me haces una pregunta complicada, nosotros tratamos de no hacer rankings, pero déjame intentar responderte la pregunta. Hay algunos, los más grandes, estoy pensando en México y Brasil, donde los líderes no se quieren hacer cargo del problema, no quieren asumir responsabilidad por razones ideológicas. O por razones de conveniencia política, porque saben que medidas estrictas en términos de coronavirus les pueden generar luego un costo político por lo que representa para la economía, el desempleo que origina el cerrar la actividad comercial, lo que es cerrar la economía, cómo luego respondes ante un evento de esa naturaleza de la ciudadanía.

Hay dos casos muy notorios, el de Bolsonaro y López Obrador que hacen todo tipo de contorsiones hasta el día de hoy para evitar asumir responsabilidad y minimizar el problema y dejarle a otros la responsabilidad de enfrentar esta pandemia. Obviamente es lo peor que se puede hacer porque es poner en jaque la salud de la población y es actuar de una manera irresponsable sin ejercer un poder, un liderazgo, una autoridad democrática como la que corresponde.

Eso es un estilo, que lamentablemente afecta a 125 millones de mexicanos y en el de Brasil a 210 millones de brasileños. Creo que existe otro conjunto de países que se están conduciendo de una manera fuertemente criticable porque refleja una actitud autoritaria con un afán por conservar poder, el impedimento de las libertades públicas, y del estado de derecho, desafiando e ignorando las sentencias y las posiciones del resto de poderes y especialmente del Poder Judicial.

—Otro caso dramático es el de Nicaragua…

Acaba de aparecer el presidente Ortega. Yo creo que apareció después de más de 30 días, como dices, donde nadie conocía su paradero. Y en la práctica era su vicepresidenta, la señora Murillo (que es su esposa), la que por teléfono y a distancia, daba instrucciones. Lo peligroso de Nicaragua es que a diferencia de Brasil y México no es una democracia, es una dictadura. Ahí no hay debate amplio, los que han intentado debatir se han visto obligados a exiliarse, a salir del país. Me estoy refiriendo a medios de comunicación, a periodistas: Porque muchos de ellos han sido injustamente encarcelados, perseguidos.

— ¿Y el caso de Venezuela? Es un país quebrado, en el que un problema sanitario como el actual puede ser una crisis humanitaria de proporciones mucho mayores de la que hemos vivido en tiempos normales. Las cifras oficiales hablan de cerca de 180 casos; ¿es eso creíble?

En Venezuela, la catástrofe desde el punto de vista económico, social, el colapso de sistema de salud venezolano ha llevado a cientos de doctores a protestar constantemente porque no tienen lo mínimo. Estamos nosotros haciendo en este instante, con un grupo de médicos de la Universidad de John Hopckins, un estudio sobre las condiciones en las que funciona el sector salud en Venezuela. Hemos llegado a concluir este informe.

Concluimos que aparte de la falta de jeringas, algodón, de medicina básicas, porque no hay vacunas, y estoy hablando de Malaria, de enfermedades que estaban perfectamente bajo control en Venezuela. Aparte de todo eso, sarampión, en fin. Tú tienes casos que en nuestra investigación nos da la impresión que afecta prácticamente a todo el sistema de salud de Venezuela, donde ni siquiera hay agua potable.

Hay hospitales donde los médicos tienen que traer su propia agua y las enfermeras también desde su casa en botellas grandes, bidones, porque no hay agua para lavarse las manos. O no hay agua para usar los inodoros, entonces las aguas que usan muchas veces para lavarse las manos, después les sirven para llenar el tanque del inodoro. Estamos hablando de describir una situación de tal precariedad que lo cierto es que un brote de coronavirus en Venezuela desde luego puede ser una catástrofe y como el gobierno es la voz oficial… sobre la pregunta tuya sobre los 180 casos de contaminados: la verdad es que es muy difícil confirmarlos.

Al contrario, mi impresión es que esos datos están manipulados porque el gobierno controla todo y porque a los médicos que se atreven a reclamar los detienen. Acaba de detener a dos médicos que reclamaron por la falta de recursos y a una enfermera. Ellos no son los únicos, hay otros que ya llevan más de un año en detención por hacer el reclamo de esta naturaleza antes del coronavirus. La manera draconiana como gobierna Maduro no da ninguna garantía porque ahí no hay un poder que pueda desafiar la voluntad y la información que manipula y que entrega el régimen de Maduro.

—¿Cuál es la visión que HRW tiene respecto al manejo de la crisis, dentro del régimen democrático y la transparencia, en países como Chile, el Perú y Colombia?

Yo creo que en Argentina con Alberto Fernández. Él ha ganado respeto en muchos sectores de la sociedad argentina por la manera prudente en la que ha conducido este proceso. No da la impresión que este buscando acumular poder, al contrario, uno de los primeros gestos que dio fue invitar a unos de los más importantes líderes de la oposición, el alcalde de Buenos Aires, Rodríguez Lajarreta, a compartir con él el escenario y juntos discutir y promover una política publica que implica el aislamiento en nuestras casas frente al coronavirus.

Creo que es notable cómo ha ido logrando procesos bastante amplios en una sociedad que está profundamente dividida por razones políticas. Creo que Perú y Chile al igual que Uruguay también son buenos ejemplos de un trato prudente por parte de los jefes de estado con las controversias habituales. Obviamente estoy al tanto de las conferencias de prensa que da el presidente Martín Vizcarra. Las preguntas se hacen por escrito y no hay repreguntas. Esa es una práctica que ojalá se corrija. Pero más allá de eso, la manera en la que el gobierno ha ido armando su estrategia, me parece que es consistente con los valores democráticos.

— ¿Cuál sería el mensaje desde HRW a los mandatarios sobre el manejo de la crisis sanitaria?

Yo creo que si uno pudiera comunicarse con los jefes de estado, especialmente los más receptivos, a comprender el valor que tiene el preservar las instituciones democráticas, yo diría que lo primero estar muy atentos al abuso de poder. Siempre hay posibilidades que un policía exija una coima por ejemplo, o que un policía abuse de su poder.

El poder es enorme, el que tienen los policías y los militares cuando están en tareas de policías ante una emergencia de esta naturaleza. Es muy importante que aquella persona que es sorprendida en la calle y tiene una justificación que lo exime de la obligación de estar en casa, como por ejemplo, va a una farmacia y le da esa explicación al policía y le muestra que tiene una receta médica o que tiene un recibo de recién haber comprado una medicina en la farmacia, y el policía no admite esa explicación y aun así lo detiene, le cobra una multa, eso es un abuso de poder, y yo creo que es muy importante mantener las reglas básicas y enviar mensajes inequívocos a la fuerza pública.

No es un momento donde todo vale y ellos tienen el poder de decidir qué han mantenido y qué no. De acuerdo a su parecer, a su criterio, y si se produce un abuso de esa naturaleza, como por ejemplo se produjo recientemente en Perú con un oficial militar que abofeteó a un muchacho y que se cansó, lo humilló. Es muy importante que se produzca de inmediato las sanciones, como creo que ocurrió en este caso, y serán debidamente corregidas el tipo de conductas ante circunstancias de naturaleza.

Pero al mismo tiempo, creo que es muy importante que los líderes entiendan que si bien hay una restricción temporal al ejercicio de ciertas libertades y derechos. Esto no es permanente, no es institucional, es esencialmente pasajero y está consciente que incluso la emergencia e incluso bajo estado de emergencia, existen tribunales de justicia para verificar, para lograr y para al mismo tiempo proteger los derechos de los más vulnerables.

— ¿Y cuál sería el mensaje a los ciudadanos?

La ciudadanía organizada por partidos políticos o la sociedad civil. Los ciudadanos y en general todos los que hacen parte de la sociedad civil, tiene la responsabilidad de cooperar. En esto hay que cooperar, pero al mismo tiempo hay que educarse, hay que informarse, hay que estar dispuesto a conseguir y a contrastar la información.

Yo creo que no se exige una conducta activa no pasiva. Tenemos que ser parte del debate público, tenemos la obligación y la responsabilidad de exigir más y más información y corroborarla. Y cuando, por ejemplo, existan rumores, que hay personas que están, por ejemplo, en un hospital donde se ha rotulado el problema como neumonía para no reconocer que no es coronavirus así bajar las cifras, eso debe ser objeto de un escándalo y de un debate riguroso donde se aporten las evidencias.

Y cualquier burócrata que intentó manejar o maquillar las cifras sea debidamente sancionado. Y eso no va a ocurrir si no hay una sociedad civil vibrante, si no hay unos medios de comunicación que ejerzan sus fueros de la manera más independiente posible. Si no hay un poder judicial independiente, y si no hay además una oposición que actúe con altura, sin pequeñeses porque al mismo tiempo esa oposición, yo creo que el pueblo sí ve que hay una conducta responsable sin pequeñeces, eventualmente lo van a premiar con su voto y cuando se supere la situación.

—¿Qué opina del manejo de la crisis en Estados Unidos por parte del presidente Donald Trump?

El manejo de la crisis por parte de Donald Trump ha sido realmente vergonzoso porque este hombre es esencialmente un narcisista que ejerce el poder. Si él pudiera ejercerlo de una manera despótica, lo haría. No le cabe la menor duda y está dispuesto siempre a poner sus intereses personales, sus intereses políticos, su agenda de negocios por sobre los intereses nacionales, los intereses del país.

Ha demostrado una vez más que realmente es un líder no confiable, que miente sistemáticamente y que distorsiona los hechos, manipula y ejerce el poder. Incluso una situación tan dramática, tan delicada como esta, que de una manera yo diría, muy cuestionable.

Este señor todos los días da conferencias de prensa, cada vez que en las conferencias es cuestionado, ataca al periodista, pero de una manera trivial, con vulgaridad e incluso más. Se negoció con el Congreso un programa de estímulo económico que significa que se les va a entregar especialmente a los sectores más pobres un cheque de 1200 dólares en concepto.

Él se ha preocupado de conseguir que su nombre vaya en el cheque. Esto no ha ocurrido nunca en la historia de Estados Unidos, nunca, porque los cheques reales los firma el jefe del Tesoro con otra autoridad, entonces él quería firmar el cheque y finalmente lo va a poner en una esquinita. Han tenido que dilatar la salida para poder incorporarla.

Realmente el narcisismo y el objeto de utilizar esto como campaña política para conseguir su revisión es lo que lo mueve. Pero te voy a decir algo que me parece muy importante señalarlo. Y es el hecho de que, a pesar de lo que él reclama, lo que anuncia, que él tiene en el poder total en una situación como ésta, de emergencia. Estados Unidos es un Estado Federal y el poder que efectivamente tiene los gobernadores es enorme. El poder, la administración de recursos, la fijación de políticas…

— ¿Ha cruzado una línea de legalidad al hacer esa afirmación sobre los poderes supuestamente ilimitados del presidente?

La afirmación la puede seguir haciendo, pero nadie lo toma en serio, porque no tiene ninguna base para sostener algo así. No tiene ninguna base constitucional, no hay ninguna norma que le dé eso. No hay una jurisprudencia, no hay un fallo de la Corte Suprema. No ha habido nadie que haya salido a respaldar salvo sus empleados, pero un jurista importante, un juez o magistrado, un juez federal que diga que efectivamente el presidente tiene razón.

— ¿Esto no le puede acarrear algún tipo de acusación formal? ¿Puede tener consecuencias legales lo que él ha dicho?

No sé, no conozco bien la respuesta. Todo el mundo prácticamente se ríe. No le han dado ninguna importancia a eso. Acá realmente ha sido considerado una bravata más, así como cuando ataca a la presidenta del Congreso y dice que es una vieja. O cuando se refiere a cualquiera que se le cruza en el camino, incluso un periodista que le hace una pregunta le dice: “tú eres un fracasado”, se toma como una bravata más.

Una de las grandes virtudes de Estados Unidos es que hay controles en el uso del poder. Pero hay algo que es más importante, quizás lo que puede salvar el país de un déspota como Trump y que es el hecho de que el poder está claramente fragmentado. Por ejemplo, California que es la séptima economía mundial, tiene un gobernador pero Trump podría llegar que él va a extorsionar, lo dice abiertamente, y administrar por ejemplo los ventiladores. Este señor ha llegado a decir que él va a distribuir los ventiladores teniendo en cuenta a los gobernadores que lo tratan bien, lo cual es un mensaje directo al gobernador de Nueva York y al de California, que son los que están permanentemente cuestionándolo, cuestionando las cifras.

— ¿La diferencia entre Trump y un déspota como Hugo Chávez sería que uno tiene límites institucionales y el otro no?

Eso es. Hasta ahora acá hay prensa libre, hay una sociedad civil muy fuerte y muy vigorosa y como te digo, el poder está fragmentado, al punto en que tú tienes la posibilidad de colocarle frenos al ejercicio autoritario.

— ¿Qué piensa respecto a las elecciones que se están produciendo en algunos países en este contexto de crisis?

Creo que hay que hacer todo lo posible porque esas elecciones se den de acuerdo al calendario. Hay que buscar maneras para garantizar que el proceso permita la más amplia participación y al mismo tiempo que no se produzca manipulación en el proceso. Creo que hay algo que es fundamental, si se va a tomar una decisión tan grave, que tiene tantas consecuencias como, por ejemplo, hacer una reprogramación del calendario electoral nada menos que eso, es decir, postergar las elecciones.

Eso debe estar muy bien fundamentado en un análisis de lo que es el estado de la salud pública, las posibilidades de administrar esta emergencia, la falta de otras alternativas como la participación a distancia que obviamente no se presta para fraudes. Pero digamos, no es una cuestión tan sencilla como simplemente de un plumazo decidí que estamos en pandemia, ya entramos en el proceso electoral, no se puede hacer campañas, por lo tanto, mejor le ponemos otra fecha y entre puertas cerradas, tomar una decisión de esa envergadura porque eso obviamente se presta para retrocesos democráticos y muchas veces concentración de poder.

— Para ser claros: una cosa es postergar la fecha de la elección, y otra cosa es postergar la fecha de la transmisión de mando del poder. ¿Cuando señala que se debe hacer todo lo posible se refiere a ambas? ¿o para Ud. la transmisión de poder es algo que debe ocurrir sí o sí?

Yo creo que el cambio de mando, es decir, la transición de un gobernante que tuvo un mandato claro no debería estar en discusión. Esto no se puede prestar para que el mandatario de turno diga: le voy a sacrificar otros seis meses, porque no hay condiciones. Tendrán que dar el país un estado de calamidad al que realmente todos los sectores coinciden en que esa es la única opción posible. Yo sí creo que hay que evitar una circunstancia de esa naturaleza, tratar de garantizar un proceso electoral tal cual está definido, pero si se van a tomar decisiones que pueden terminar por buscar una fecha distinta, eso bajo ninguna circunstancia se puede traducir en que el mandato del actual jefe de Estado se prolongue casi sin fecha.

— Hay partidos políticos en el Perú que están efectivamente conversando, buscando alargar las elecciones, alargar el mandato tanto del presidente como del Congreso. ¿Qué reacción le suscita?

No, eso no me convence. Creo que ya entramos en un terreno de agendas, de manejo de intereses partidarios. Hay que ser cuidadosos con lo que uno dice, pero me huele a que allí hay agendas en juego y no un examen prudente, razonable, de lo que es el contexto específicamente de salud pública del país, con unas proyecciones objetivas, con el respaldo de expertos, de médicos que conozcan del tema. Yo creo que ahí hay otros intereses que están en juego.

— En la región, además del Perú, hay otros países que están en procesos electorales. ¿Ud. siente que hay algún tipo de riesgo en el cambio de mando de alguno en particular?

Creo que el más relevante en estas materias, el caso más serio es el de Bolivia, porque obviamente no estoy contemplando la situación en Venezuela porque hay un gobierno, una dictadura de facto y ojalá se consiga negociar la transición política. En el caso de Bolivia no hay nunca que olvidarse que es un gobierno interino, que surgió a raíz de la crisis provocada por la salida de Evo Morales. Pero el principal objetivo que tiene el gobierno boliviano es garantizar las elecciones.

— Estaban para mayo de este año y las han postergado aún más…

No me atrevo a decir una fecha pero que es algo para septiembre, agosto incluso más. En el caso de Bolivia, ese gobierno el único objetivo que tiene es entregarle el poder a un presidente que resulte elegido popularmente en un proceso electoral limpio. Es muy lamentable que la señora Añez, que era vicepresidenta al Senado y que le tocó asumir esas responsabilidades, hoy día desde esa posición esté buscando también postularse. Ella es una de las candidatos y creo que con ello genera más problemas para la democracia boliviana. Su único deber y responsabilidad, era temporalmente, administrar esa crisis y entregarle el mandato a un presidente elegido popularmente.

— ¿Le parece sensata la postergación en Chile? ¿Es parte de lo que sufrimos por la crisis o hay algún tema de agenda también?

No, me parece que es una parte de la crisis. En el caso de Chile, entiendo que los partidos políticos… No sé si el Partido Comunista está involucrado en eso, pero sí de todo el espectro político, los que luego de reunirse con el Colegio Médico, ellos fueron los que entendieron que este asunto no era broma y que la fecha del 26 de abril habría que esperar.

— Estados Unidos también tiene elecciones en noviembre este año. ¿Cree que hay algún riesgo en esas elecciones?

El riesgo que existe es el que Donald Trump está todos los días aprovechándose de esta crisis de salud para lanzar propaganda política. O sea, él a veces habla durante una hora, pero abiertamente de política y ataca a la oposición en esas conferencias eternas y ahora está firmando los cheques.

Usa ventajosamente esta figuración y deja algunos minutos para que los médicos respondan preguntas. Cuando a él no le gustan las preguntas qué están haciendo los médicos,y el insiste en algún tema, le quita el micrófono a los médicos para él responder la pregunta, incluso siendo una pregunta médica. Él está haciendo un circo diario aprovechando estas circunstancias. No sé por cuánto tiempo esta situación se va a prolongar en los Estados Unidos, pero nadie acá hablando de postergar la elección de noviembre.


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