Jeffrey Sachs
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«Esta crisis es alarmante», avizora el catedrático Jeffrey Sachs. Considerado uno de los economistas más respetados del mundo sobre erradicación de la pobreza y desarrollo desde hace décadas, cree que el avance de la pandemia del coronavirus «es una amenaza muy seria para todo el mundo». La pandemia puede provocar la peor debacle económica de la historia moderna, potenciado por una duda que lo carcome: «¿Están los políticos a la altura de lidiar con esto de manera seria, de escuchar a los expertos y cooperar con otros países?».

La pregunta carcome al multipremiado profesor de la Universidad de Columbia y consultor senior de las Naciones Unidas porque considera que al menos parte de la respuesta es no. No, dice, si miramos las acciones de presidentes como Donald Trump o Jair Bolsonaro, a los que califica de «ignorantes». Ambos, afirma en un tono inusual para un catedrático de universidades de élite, «ponen en peligro a sus naciones y, de hecho, a la población mundial».

Por eso y mucho más, Jeffrey Sachs cree que «la pandemia reveló cuán frágil es nuestra civilización global«, potenciado por la confrontación entre Estados Unidos y China. Esto por citar solo uno de los factores que pueden registrar efectos incontrolables durante los próximos meses. «La crisis sanitaria podría volverse una crisis geopolítica».

Dado este complicadísimo horizonte planetario, el director del Centro para el Desarrollo Sustentable (CSD, por sus siglas en inglés), con sede en Nueva York, considera que «llegó el momento de aliviar la deuda soberana, claramente en el caso de la Argentina. Pero también de muchos otros países altamente endeudados que afrontarán dificultades extremas. Ahora debemos priorizar salvar vidas, apoyar a quienes afronten necesidades y no abandonar a nadie. Las finanzas deben apoyar la inclusión social, no tornarla más difícil».

¿Y en el caso de la Argentina?, le preguntó La Nación, horas antes de que el Gobierno anunciara su oferta de canje de la deuda soberana con quita de 62% de los intereses, un alivio en el stock de capital de 5,4% y tres años de gracia. ¿La respuesta de Jeffrey Sachs? «El alivio de la deuda de la Argentina tendrá que ser muy profundo».

-¿La pandemia reafirmó o alteró sus ideas previas? ¿Modificó su foco de análisis? O déjeme que se lo plantee de forma más concreta: ¿les ha pedido a sus colaboradores, por ejemplo, que ahonden en algún eje en particular desde que irrumpió el coronavirus?

-La pandemia reveló, una vez más, cuán frágil es nuestra civilización global. Vivimos en un mundo superpoblado, con profundas amenazas de todo tipo: armas nucleares, cambio climático, pérdida de biodiversidad, pandemias. ¿Somos lo suficientemente astutos para cooperar y lidiar juntos con todo esto? No lo sabemos.

En 2008, en mi libro Economía para un planeta abarrotado escribí: «Estamos, en suma, pegados unos a otros como nunca antes. Abarrotados en una sociedad interconectada de comercio global, migración e ideas, pero también de riesgos de pandemias, terrorismo, movimientos de refugiados y conflictos». Así que desde lo racional puedo decir que sabía que las pandemias representaban un riesgo real, pero aun así, desde lo emocional, esta crisis es alarmante.

-¿Cuán mala es esta crisis global?

-El virus es muy peligroso por cuatro motivos. Es nuevo para la humanidad, o, como solemos decir, la población mundial es «inmunológicamente ingenua». Personas de todos los confines son vulnerables. Segundo, se difunde muy rápidamente, como hemos comprobado. Tercero, personas que ya están infectadas pero todavía no registran síntomas, o que son asintomáticas, están transmitiendo el virus, tornándolo muy difícil de controlar. Y cuarto, hay una tasa elevada de muertes por cantidad de infectados. En suma, es una amenaza muy seria para todo el mundo.

-En este contexto que traza, permítame desafiarlo: ¿hay alguna lección que podamos aprender hasta ahora de esta pandemia?

-Hemos aprendido que es posible contener el virus, aun si el virus no se elimina por completo. China, Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Hong Kong y Japón, por ejemplo, han logrado mantenerlo relativamente bajo control. En el caso de China, ese control se logró después de una terrible epidemia inicial en Wuhan. Para controlar la epidemia, los países requieren sistemas de salud capaces y altamente activos para estar en condiciones de aislar tempranamente a los contagiados, rastrear sus contactos y testearlos, y para lograr que todos adopten recaudos extremos, como máscaras faciales, además de lavarse las manos y respetar la distancia física. Los países deberían testear, testear, testear. Y los líderes de cada país deberían tomar esta amenaza muy, muy en serio. Líderes ignorantes como Bolsonaro y Trump ponen en peligro a sus naciones y, de hecho, a la población mundial.

-¿Qué es lo que más le preocupa de esta pandemia? ¿Acaso la «catastrófica» respuesta de Trump, como usted la calificó hace poco en una columna que publicó en el portal de la cadena CNN? ¿Acaso la falta de una coordinación multilateral para lidiar con esta amenaza global?

-La política. ¿Están los políticos a la altura de lidiar con esto de manera seria, de escuchar a los expertos y cooperar con otros países? Trump no es capaz de eso, obviamente. Es desordenado mentalmente, es narcisista y es un psicopático. Espero que podamos trabajar a pesar de él y sacarlo de la presidencia en las elecciones de noviembre próximo. Pero también estoy muy preocupado porque la línea dura de la derecha de Estados Unidos buscará aprovechar todo esto para cebar el conflicto con China. Así, la crisis sanitaria podría volverse una crisis geopolítica.

-Y al revés, ¿hay algo de todo esto que estamos sobrellevando que sea esperanzador?

-Hasta ahora, nuestras sociedades han reaccionado muy bien a los cierres de emergencia que dispusieron los gobiernos y las privaciones que deben afrontar. Las personas han cooperado muchísimo entre sí. Y los trabajadores de la salud han sido heroicos. Deberíamos estar agradecidos con médicos, enfermeros, personal hospitalario, ambulancieros, policías y personal de distribución por arriesgar sus vidas para mantener a salvo a la sociedad. La pregunta es si podremos mantener este espíritu de solidaridad.

-Dados sus extraordinarios antecedentes a lo largo de décadas en que conoció a líderes y referentes de todo el mundo, ¿qué cree que debería hacerse para resolver esta crisis planetaria?

-Creo que debería hacerse todo lo posible para conectar a los expertos globales con los líderes locales. Debemos aprender lecciones unos de otros, intercambiar las mejores prácticas, promover la interacción internacional. Los países deben facilitarse mutuamente los insumos esenciales. La Argentina deberá ayudar a alimentar a otros países y otros países deberán ayudar a la Argentina con kits para testeo y equipamiento hospitalario, por ejemplo.

Llegó el momento de aliviar la deuda soberana, claramente en el caso de la Argentina, pero también de muchos otros países altamente endeudados que afrontarán dificultades extremas. Ahora debemos priorizar salvar vidas, apoyar a quienes afronten necesidades y no abandonar a nadie. Las finanzas deben apoyar la inclusión social, no tornarla más difícil.

-Mencionó a la Argentina y no puedo, por lo tanto, evitar la repregunta. Más aún después de que usted planteó que Chile, por ejemplo, con su estallido social y el Covid-19 afronta «una doble crisis». ¿Qué queda para la Argentina, entonces? ¿Prevé un horizonte más complicado para el país dada su situación coyuntural?

-La Argentina todavía tiene una chance de contener la epidemia. El Gobierno debería hacer todos los esfuerzos para aumentar los testeos, identificar todos los contagios lo más tempranamente posible y facilitar que se aísle todo aquel que sospeche que tenga síntomas o que haya estado en contacto con infectados para que de ese modo no contagie a terceros, incluyendo a sus familiares. Eso requiere un alto nivel de respuesta organizacional y ayuda internacional. Y, como mencioné antes, la Argentina ya estaba negociando un alivio de su deuda soberana antes de la epidemia. Ahora no debería haber duda alguna de que ese alivio de la deuda tendrá que ser muy profundo.

Biografía

  • Nacido en 1954 en Estados Unidos, Jeffrey Sachs se doctoró en la Universidad de Harvard, donde luego fue profesor durante dos décadas y dirigió el Instituto para el Desarrollo Internacional (HIID, por sus siglas en inglés)
  • En 2002, pasó a dar clases en la Universidad de Columbia, donde asumió el control del Instituto de la Tierra y se convirtió en uno de los expertos mundiales en desarrollo económico, macroeconomía global y lucha contra la pobreza
  • Director del Centro para el Desarrollo Sustentable en Columbia, Sachs también dirige la Red de Soluciones para el Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas, organismo donde ha sido asesor de los últimos tres secretarios generales
  • Autor de El fin de la pobreza y otros libros, aparece mencionado de manera recurrente entre los 100 líderes globales por diversas publicaciones y recibió múltiples premios y reconocimientos, entre ellos, decenas de doctorados honoris causa

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