Holocausto
Al igual que al resto de los supervivientes del Holocausto, a Abraham Roth, de 92 años de edad, no le quedan muchos Yom HaShoáh por delante | EFE / EPA / Abir Sultan

El Día de Recuerdo del Holocausto encuentra este martes a la mayoría de los israelíes en cuarentena. A través de ceremonias virtuales y actos en los que el recuerdo los acerca más de lo que los separa la distancia, muchos honran la memoria de los 6 millones de judíos exterminados por el nazismo.

Al igual que al resto de los supervivientes del Holocausto, a Abraham Roth, de 92 años de edad, no le quedan muchos Yom HaShoáh por delante. Tal vez por ese motivo le resulte tan doloroso transitar este día, en el que Israel recuerda año a año a las víctimas, en cuarentena en su casa, solo con su cuidadora, y alejado de sus 4 hijos y 11 nietos, su legado y símbolo de su triunfo frente a los nazis.

«Esta situación me trae memorias horribles del Holocausto, porque por entonces durante varios meses estuve también aislado y encerrado». Así confiesa a EFE, mientras recuerda el tiempo que pasó en el gueto de su Ámsterdam natal y luego en casa de una familia que lo escondió junto con sus parientes y salvaron sus vidas.

Abraham es uno de los 189.500 supervivientes del Holocausto que viven hoy en el país y, con un promedio de edad de 84 años, forman parte de la población de mayor riesgo frente a la pandemia del coronavirus.

La primera víctima fatal en Israel por el covid-19 fue un superviviente de la Segunda Guerra Mundial, mientras que solo en una residencia de ancianos en el sur ya son siete los fallecidos que llegaron al país luego de escapar de los nazis.

En este contexto, los multitudinarios y emotivos actos en que cada año los cada vez menos testigos de la tragedia son honrados al mismo tiempo que recuerdan a sus familiares perecidos y narran sus historias a los jóvenes, se vieron trastocados por la pandemia y, gracias al esfuerzo de nietos pacientes y abuelos tozudos, pasaron del formato presencial al virtual.

El acto central en Israel suele tener lugar en el Museo del Holocausto de Jerusalén, Yad Vashem, donde cientos de personas, incluso jóvenes, soldados y supervivientes se reúnen, entonan el himno, una plegaria de duelo y encienden antorchas para mantener viva la llama de la memoria.

En esta ocasión, un Yad Vashem cerrado al público organizó una ceremonia audiovisual, grabada durante los días previos y en la que, además de discursos y canciones, seis supervivientes encendieron una antorcha cada uno, una por cada millón de judíos muertos a manos de los nazis.

El museo organizó, además, una campaña internacional en la que invitó al público a grabarse leyendo nombres de víctimas y difundirlos a través de las redes sociales con la etiqueta #RecordandoDesdeCasa.

Otra de las tradiciones más características de esta conmemoración es la llamada Zikarón BaSalón, o conmemoración en el salón, y consiste en una serie de reuniones en hogares de todo el país donde uno o algunos supervivientes narran sus vivencias frente a familias o grupos de jóvenes.

Esta dinámica también encontró la manera de hacer frente al encierro y al aislamiento y a través de plataformas virtuales logró conectar a oradores y público que cantaron, rezaron, hablaron y se rieron juntos de las dificultades tecnológicas que desafiaron su tradición, pero no lograron distanciarlos.

En esta fecha, además, miles de jóvenes israelíes viajan a Polonia, más precisamente a los campos de exterminio de Auschwitz-Birkenau, como parte del viaje educativo Marcha por la Vida, donde todos los Yom HaShoáh supervivientes y jóvenes de todo el mundo recorren los tres kilómetros y medio que separan el estos dos campos y que en esta ocasión no pudo realizarse.

«Me fue muy difícil y me duele mucho no poder estar allí, porque tengo en mis venas la obligación de hacer lo máximo por la memoria de los fallecidos», explica a EFE Baruch Adler, que además de ser vicepresidente de Marcha por la Vida es hijo de una superviviente.

En lugar del viaje anual organizaron actividades como la confección de un memorial virtual compuesto por placas con dedicatorias de gente de todo el mundo y que fue proyectado sobre las puertas de Birkenau, explicó. Además, reconoció estar preocupado por el creciente desconocimiento sobre el Holocausto y por lo que señala como un aumento del antisemitismo durante la pandemia, debido a la lenta reacción de comunidades judías ultraortodoxas.

«Me apena porque podría haberse evitado, pero esto muestra que no hace falta mucho para que el antisemitismo se expanda. La llama está ahí, y se prende fácilmente, por eso tenemos que educar a la gente para que sepa que es muy fácil llegar a circunstancias que causen algo parecido al Holocausto», dijo.


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