Guyana
Foto cortesía

Habitantes de las zonas selváticas del Esequibo, que apoyan a Guyana, afirman que se defenderán si Venezuela decide invadirlos.

«No quiero ser venezolano ni loco», afirman algunos habitantes que aseguran que se van a defender si se desata un conflicto, reseñados por El País de España.

«Defenderé a mi país si Venezuela se atreve a invadirnos», exclama un habitante de Charity, una ciudad fluvial de apenas 1.500 habitantes en el corazón del Esequibo.

Los ánimos de los guyaneses que habitan la zona en reclamación están caldeados desde el anuncio de Referendo Consultivo por parte del gobierno de Nicolás Maduro y las acciones que ha tomado el mandatario desde entonces.

Con más del 95% votó que sí, como se esperaba, Maduro asegura que esto le ha otorgado un mandato popular para ocupar estas tierras, en disputa desde hace más de un siglo.

La amenaza venezolana se produce después de que un consorcio liderado por ExxonMobil haya realizado una serie de descubrimientos de petróleo en altamar y el presidente de Guyana, Irfaan Alí, presione para que se realicen más exploraciones de hidrocarburos en zonas que Venezuela reclama como suyas.

Una realidad distorsionada

Guyana, un país pobre, ha visto de la noche a la mañana que la riqueza está ahí, al alcance de su mano. Este año cerrará con un aumento del 25% del PIB.

Su capital, Georgetown, se ha llenado de empleados de las grandes petroleras y eso ha distorsionado el mercado. La noche más barata de hotel cuesta 200 dólares, los taxis no hacen un trayecto por menos de 30 y la carta de los restaurantes no tiene nada que envidiarle en precio a los de Estados Unidos.

Los camiones cargados de arena atestan las pequeñas carreteras del país, porque ahora siempre hay algo por levantar en algún sitio.

Se puede afirmar que Guyana está en obras, pero toda esa prosperidad se la quieren arrebatar, piensan los guyaneses.

Alí, el único presidente musulmán de Occidente, ya ha dicho que no sucumbirán a las artimañas de Maduro y que defenderán su país por cualquier medio. Fue una noche a la frontera con Venezuela vestido de ropa militar, se subió a un peñón e izó una bandera de Guyana, al estilo de la película Flags of our Fathers.

Un intento de ocupación, sin embargo, parece remoto. Estados Unidos, Brasil y China han coincidido en que el statu quo de esa frontera debe continuar, a menos que dictaminen lo contrario los tribunales internacionales.

Venezuela no parece darse por enterada y ha promulgado una ley para convertir el Esequibo en uno de sus estados y darle la ciudadanía a los 125.000 habitantes de esa región, en la que proliferan las minas ilegales de oro y la tala de árboles indiscriminada.

Miedo latente

«No quiero ser venezolano ni loco», responde Adrian, un peluquero de 30 años de Charity que se ha pasado la mañana de brazos cruzados.

«Soy superguyanés. Nunca he salido de aquí. Tengo un tío en (el distrito neoyorquino de) Queens», continúa Sita Singh, la vendedora de ropa de unas tiendas más allá, tiene miedo.

«Estoy asustada. Ellos quieren venir y dañar este país. Cuando uno lo piensa, es absurdo. No, no quiero ser venezolana. ¿A la fuerza? No».


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