venezolanos varados en Argentina

“Quédate en casa” es una de las premisas fundamentales para evitar la propagación del covid-19. Pero, ¿qué sucede cuándo no tienes casa? ¿Qué pasa cuando estás varado a más de 5.000 kilómetros de tu hogar? Esta es la realidad de casi 300 venezolanos que se encuentran desde hace más de dos meses varados en Argentina.

Llegaron a la nación por distintos motivos: turismo, reencuentros familiares, oportunidades laborales, cada uno con una razón y una historia distinta. Comparten el mismo sentimiento de ansiedad y desamparo ante la falta de respuestas y acciones contundentes por parte de la embajada del régimen en el país sudamericano.

A través de las redes sociales, se unieron con el objetivo de elevar sus peticiones y hacer visible su situación. Para ello crearon la cuenta @VenVaradosEnArg donde exponen comunicados en conjunto y testimonios de los diversos afectados.

Mediante grupos de Whatsapp, organizados en función de si cuentan o no con boleto aéreo, los venezolanos varados en Argentina se mantienen en permanente contacto, comparten información, difunden casos y se prestan ayuda mutua ante las dificultades que cada uno atraviesa.

La espera desespera

El cierre de fronteras decretado en marzo por los gobiernos de Argentina y Venezuela, dejó a estas personas –como a muchas otras– en una situación que se agudiza con el paso del tiempo.

Zoraya Díaz tiene 54 años de edad. Es Trabajadora Social egresada de la Universidad Central de Venezuela. Llegó a Buenos Aires el 1 marzo a visitar a un familiar y pensaba regresar el 1 de abril. Es administradora en el centro de educación inicial Hogar Feliz, ubicado en La Guaira. Tiene premura de poder acompañar a su única hija durante sus últimas semanas de embarazo.

“Me siento como Anita, la Huerfanita”, confesó.

Inicialmente se quedó en un hotel que debió desalojar. Intentó conseguir una habitación en otros lugares de la zona, pero ante el decreto de cuarentena no se le permitió el hospedaje. Finalmente, por medio de una Iglesia, consiguió una vivienda en la cual resguardarse. Allí permanece.

Díaz explicó que hace malabares para poder sostenerse, limitándose a dos comidas diarias, con una alimentación a base de cereales, galletas, frutas o alimentos económicos.

Junto al grupo de varados ha intentado por todos los medios conseguir alguna respuesta precisa por parte de la embajada venezolana, la cual brinda como parte oficial, que el gobierno se encuentra sumando esfuerzos para activar los vuelos de repatriación y se mantienen a la espera de una confirmación de fecha por parte de Caracas, sin ofrecer mayores detalles al respecto.

“Hay mucha gente mayor, mucha gente enferma, muchos que están en las provincias y se les hace imposible moverse. Ya no hay dinero para la comida, no sabemos ni cómo ni cuándo vamos a salir de aquí. Necesitamos que por favor nos escuchen y nos ayuden a regresar a casa”, indicó.

Un detalle importante a tener en cuenta es que pese a contar con una embajada en Buenos Aires, Venezuela no posee un embajador a cargo. Hace más de un año su titular, Carlos Martínez, dejó el país y nunca fue reemplazado. En la nación existe asimismo la presencia de una embajadora designada por Juan Guaidó, Elisa Trotta, pero su rol no es reconocido por el gobierno argentino, limitando de esta manera su capacidad de acción. Esta situación, hace que los afectados se sientan aún más desamparados e inseguros en territorio extranjero.

Venezolanos en Argentina con boleto en mano

Jesús Naranjo tiene 26 años de edad, es licenciado en Idiomas Modernos egresado de la UCV. Luego de un año en el país, pensaba regresar a Venezuela y tenía boleto para el 25 de marzo.

Naranjo, que en Argentina ejerce como trabajador independiente, funge como coordinador del grupo, llevando el control de las listas de quienes lo integran y los casos de cada uno.

Hasta el momento, Venezolanos varados en Argentina contabiliza un total de 289 connacionales afectados, localizados entre la zona capital y otras provincias. De estos, 253 cuentan con boletos aéreos.

La mayoría de los pasajeros, tenían viajes programados con las aerolíneas Estelar y Copa Airlines, dos compañías que cuentan con ruta directa de Argentina a Venezuela, mientras que el resto, realizarían un viaje con escala en Brasil o Colombia, para luego cruzar frontera. Entre ellos hay clientes de las líneas Latam, GOL, Aerolíneas Argentinas, Avianca, Conviasa, Lastminute y Azul Airlines.

El pedido de todos ellos es el mismo: “Queremos que desde la embajada lleven adelante las gestiones pertinentes que permitan a las aerolíneas llevar a sus pasajeros de vuelta a Venezuela, usando nuestros boletos o habilitando un vuelo humanitario”, subrayó Naranjo.

Vuelo humanitario

El pasado 9 de mayo, un vuelo humanitario realizado por la Copa Airlines salió desde Caracas hasta Buenos Aires, como parte del plan que lleva adelante el gobierno argentino para repatriar a los ciudadanos y residentes de su país, que quedaron varados en otras naciones ante la pandemia.

Ese vuelo, además de servir para repatriar a los argentinos, pudo hacer lo mismo con los venezolanos de haberse hecho las gestiones, destacó Díaz.

Relató que horas previas al aterrizaje del avión en el aeropuerto internacional Ministro Pistarini un grupo de afectados se acercó para conversar con los representantes de Copa. “Les rogamos que habilitaran un vuelo, pero nos dijeron que los canales regulares dependen de la embajada”, enfatizó.

Díaz también recalcó que si bien han puesto su mejor disposición para organizarse y afrontar la situación, “es la embajada la que debe ser insistente y llevar al frente la petición ante las aerolíneas y los organismos competentes. Nosotros nos organizamos, pero solos no podemos. Todo tiene que partir de la embajada. Han transcurrido casi tres meses y, mientras ellos no tomen la iniciativa, seguimos como el primer día”.

Sobre los varados y el plan Vuelta a la Patria

En relación a la realidad de los venezolanos varados en Argentina hay dos cifras que se han viralizado en las redes sociales. En unos casos se habla de casi 300 personas y en otros se plantean que son alrededor de 1.500 los afectados. ¿Cuál es la verdad?

Según las estadísticas del consulado serían un total de 1.500 personas las que desean regresar a Venezuela, una cifra que engloba dos grupos, el de los venezolanos que, por una u otra razón se encontraban de forma transitoria en Argentina, y el de aquellos que se inscribieron, incluso desde meses previos a la cuarentena, en el plan Vuelta a la Patria, el programa de vuelos creado por el régimen de Nicolás Maduro para promover el retorno de migrantes que están en situación de vulnerabilidad o falta de oportunidades en los distintos países.

Este último grupo, sin duda ha aumentado en los meses que lleva instaurado el decreto de aislamiento social, preventivo y obligatorio en la República Argentina, por lo que Díaz resaltó que a su juicio, la mejor alternativa sería habilitar un permiso de viaje para alguna línea venezolana, y que se tomará en cuenta los boletos previamente cancelados, en lugar de sumarlos a los vuelos del plan para repatriados.

“Hay personas en situaciones muy difíciles que tienen meses esperando dentro de esas listas. No sé cómo sería la logística para determinar el orden de los vuelos, pero creo que si se habilita uno para aquellos que ya tenemos pasajes, se podría agilizar ese proceso”, detalló.

Regreso a casa

Marco Agudelo tiene 31 años de edad, es abogado y forma parte del grupo de venezolanos que piden la activación de los vuelos del plan Vuelta a la Patria. Vive desde hace tres años en Argentina y hasta la llegada coronavirus se ganaba la vida trabajando como conductor de taxis.

Agudelo es el sustento económico de sus padres en Venezuela y, en medio de la cuarentena, se quedó sin empleo, un problema que desencadenó otro aún mayor, pues tras dos meses sin poder pagar el alquiler, el gerente de la residencia donde vivía procedió a desalojarlo por la fuerza –pese a que está prohibido por decreto presidencial–.

Con sus pertenencias a cuestas y en plena crisis de salud, Agudelo se quedó en la calle. “He estado en albergues, también me he quedado en casa de algunos amigos, pero la situación de todo el mundo es difícil. Mis papás son dos adultos mayores y tienen problemas de salud. Yo vine a este país para poder ayudar a mi familia y no he podido hacerlo desde la cuarentena, lo último que me queda es regresar”, aseveró.

Eugenia Vizcaya, de 33 años de edad, tenía previsto regresar a Venezuela para reencontrarse con su hijo, al que no ve desde hace un año. Este rencuentro, formaba parte de un plan que le permitiría llevarse a su pequeño con ella a España, país en el que reside actualmente. Para ello, necesitaba la autorización del padre del menor, de nacionalidad argentina, razón por la cual, llegó al país con el fin de realizar el trámite necesario y viajar el 15 de marzo a Venezuela, compartir con sus familiares algunos días, y regresar a España para iniciar una nueva vida junto a su pequeño. Los planes que quedaron a la deriva con la llegada del covid-19 y las restricciones en viajes tomadas por los países como medida de prevención ante su propagación.

Vizcaya no pudo viajar y perdió su trabajo en España. Actualmente convive con una amiga en un alquiler situado alrededor de 200 kilómetros de distancia de la capital bonaerense, donde debe colaborar con los gastos mínimos, aproximadamente unos 100 dólares mensuales.

Confesó que se encuentra sumergida en un estado de ansiedad que se intensifica ante la imposibilidad de comunicarse de forma continua con sus familiares en Venezuela debido a los cortes de luz y las fallas de internet. Tampoco ha podido ayudarlos económicamente, pues las circunstancias no lo permiten.

Situaciones diversas, algunas más complejas que otras.

En el grupo hay quienes están bajo tratamiento médico, personas mayores y mujeres con niños pequeños, que no cuentan con medios para proveerse techo y alimento, explicó Naranjo. Explicó que a través de la Cruz Roja, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) han logrado conseguir algunas donaciones de alimentos que, lastimosamente, son insuficientes para cubrir toda la demanda.

Con miedo al frío

Como un factor más dentro de la ya extensa lista de preocupaciones se suma el hecho de que Argentina está en temporada de otoño y que el frío se comienza a intensificar con la cercanía del invierno.

La angustia ha sido tanta, que incluso se han planteado la posibilidad de irse por tierra, alternativa que descartaron a causa de los cierres de fronteras que impiden el tránsito nacional e internacional.

“Estamos desesperados. Hemos salido dos veces a protestar, estuvimos en el centro de la ciudad, en el Obelisco, y también frente a la embajada, de donde nos desalojaron los efectivos policiales. No hemos hecho más manifestaciones porque somos respetuosos de la cuarentena, pero que no salgamos a la calle no significa que no tengamos necesidad”, precisó Díaz.

@EsDaniFlores


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