El subsecretario de asuntos políticos de Estados Unidos, Thomas Shannon, trató de evitar durante mucho tiempo que el presidente estadounidense, Donald Trump, firmara el decreto presidencial que establece sanciones económicas contra Venezuela.

Shannon era partidario de sanciones económicas más suaves que, aún aplicadas, no afectarían en demasía el diálogo entre la Casa Blanca y Miraflores. Otros funcionarios, como el senador del estado Florida Marco Rubio y el asesor de seguridad nacional, Herbert Raymond McMaster, apoyados por Consejo de Seguridad Nacional (NSC), favorecían un paquete mucho más severo, reseñó el diario el Nuevo Herald en un reportaje publicado este viernes. 

Dos días después de la reunión no revelada de Shannon con el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Samuel Moncada, efectuada el 23 de julio, el gobierno venezolano convocó una reunión con periodistas estadounidenses en la residencia del embajador de Venezuela en Washington. Carlos Ron, el encargado de negocios de la embajada, criticó las amenazas estadounidenses de extender las sanciones contra el sector petrolero venezolano. Pero también dejó claro que querían mantener el diálogo.

“Lo que queremos es un diálogo, pero con respeto”, dijo Ron. “No con amenazas. Venezuela no se va a sentar en una mesa amenazada”, añadió.

Shannon también quería mantener las líneas de comunicación con Caracas, por lo que presionó contra los avances del NCS y de Rubio, advirtiendo que las sanciones agresivas podrían cerrar la vía diplomática.

Después de una larga sesión de intensos debates, el Comité de Coordinación de Políticas del NSC resolvió promover un plan que cumpliría con las declaraciones de Trump de aplicar fuertes sanciones económicas contra Venezuela. El viernes 28 de julio el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, llamó a Leopoldo López para informarle que su gobierno tomaría medidas si el régimen venezolano despojaba a los parlamentarios de sus poderes constitucionales.

Shannon es uno de los diplomáticos más respetados, no solo en Estados Unidos, sino en el hemisferio. Ha servido a tres presidentes, fue embajador en Brasil y se le atribuye un rol importante como facilitador del acuerdo de paz en Colombia. Y, con esa experiencia, este veterano del Departamento sabía que le quedaba otra opción. Todavía podía convencer a Tillerson.

El domingo 30 de julio Trump firmó el conjunto de severas sanciones acordadas por el grupo de varias agencias y apoyado por el equipo de Rubio. Pero esa noche Tillerson intervino alentado por Shannon. El secretario de Estado le dijo al presidente que el castigo era demasiado severo. Al día siguiente, el gobierno estadounidense declaró a Nicolás Maduro como dictador y emitió un conjunto de sanciones más suaves.

El mandatario venezolano respondió ante las medidas. “¿Sanciones? Tomen las sanciones que les dé la gana, pero el pueblo venezolano ha decidido ser libre y yo ser el presidente de un pueblo libre, soberano, orgulloso, patriota, bolivariano y chavista”, dijo Maduro el 31 de julio. La reacción de Maduro enfureció al bando de Rubio.

Rápidamente aumentó la presión para una segunda respuesta más contundente. Y Shannon, habiendo convencido a Tillerson una vez, no pudo detener a la Casa Blanca dos veces.

El jefe de personal de Trump, John Kelly, se unió a Pence y McMaster para alentar a Trump a firmar el paquete de sanciones anunciado el viernes. Según varias fuentes, Tillerson apoyó la decisión. Y la Casa Blanca entregó el conjunto más severo y más amplio de sanciones que quería el NSC.

Con información de El Nuevo Herald.


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