En Venezuela no puede haber ninguna celebración por el Día Internacional de la Mujer cuando ellas y sus familias son víctimas del hambre y la pobreza impuesta por el Estado. Una feroz crisis económica e indetenible hiperinflación que han tenido que soportar con sueldos miserables, lo que las ha convertido en heroínas.

En nuestro país la mujer venezolana sigue sufriendo a causa de la indolencia que la despoja de derechos como el bienestar social y la calidad de vida. Es imposible soportar una crisis económica con bajos salarios que no permiten adquirir los artículos de primera necesidad de una canasta básica que ronda los 500 dólares. Asimismo, cuando no tiene garantizado el derecho a la salud por las condiciones pésimas en que se encuentran los hospitales, donde familiares y pacientes deben de llevar todo para la asistencia médica. El colapso de los servicios públicos, en especial el agua y energía eléctrica con racionamientos permanentes, también hacen que la mujer viva en total indefensión por ser en su mayoría sostén de hogar.

El Estado sigue indiferente ante las peticiones justas de la mujer venezolana, solo tiene como prioridad en su agenda el poder político y eso vulnera todos los derechos humanos de quienes siguen dando vida.

Por esta razón, insisto, no había nada que celebrar por el Día Internacional de la Mujer debido a la negación por parte del Estado de garantizar a nuestra mujer venezolana una vida digna impregnada de seguridad social


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