A veces las bombas son trasladadas a un terreno seguro para una detonación controlada. Foto Blastigsnews

Han pasado más 74 años desde el término de la Segunda Guerra Mundial y se estima que el subsuelo berlinés esconde aún 4.600 bombas sin detonar.

Nadie sabe a ciencia cierta cuánto tiempo más se necesitará para limpiar por completo el terreno sobre el que se alza la ciudad.

Dietmar Püpke es artificiero desde hace 16 años, inspector jefe de la Policía, jefe de equipo y una de las personas que acude al sitio donde se produce el hallazgo de una bomba.

Desde 1947, los artificieros de Berlín han detonado de manera controlada 1.197 bombas de los tiempos de la gran contienda. Se trata de poco más de la quinta parte de los artefactos sin explotar que la guerra dejó enterrados en suelo berlinés.

«Hacia el final de la guerra se pensó que en unos 10 años se podía limpiar todo de bombas y de eso ya estamos muy lejos. Encontramos unas 30 toneladas al año. En 2018 fueron 38,7 toneladas y este año superaremos también las 38 toneladas. Quedó mucha munición en tierra que simplemente no se recogió», explica Püpke a Efe.

Según el artificiero, nadie contó con esas cantidades por lo que sencillamente «no se puede hacer un pronóstico, decir cuánto tiempo va a hacer falta para eliminar todos los artefactos». Se calcula que se necesitarán otros 20 años para la tarea.

La ciudad tenía muchas fábricas de armamento y aquí se libró la batalla final, recuerda.

Además, «todos los ejércitos que llegaron hasta Berlín traían consigo su munición y la que no utilizaron, no se la volvieron a llevar, se quedó en Berlín, y en grandes cantidades», aseguró.

¿Nuestro mundo se parece al que desató la Segunda Guerra Mundial?

En el despacho de Püpke, ubicado cerca del terreno en el que se detonan de manera controlada las bombas halladas, siempre y cuando su estado permita su traslado hasta este lugar, cuelga un mapa de Berlín con chinchetas de diferentes tamaños y colores por cada artefacto hallado y neutralizado desde 1947.

Procedimiento peligroso

Cuando los artificieros reciben el aviso del hallazgo de una supuesta bomba, lo primero es ir al lugar, determinar si se trata o no de munición, en caso afirmativo, de qué tipo se trata y si su estado permite su transporte al terreno de la policía, ubicado en Grunewald, en el sur de la ciudad, para su detonación controlada.

Los artefactos vienen con una espoleta de retardo para que exploten cuando el fabricante lo haya determinado y, desde luego, el tiempo establecido no es de 74 años, sino de varias horas o de hasta 3 días, dijo Püpke.

«Desde entonces, este detonador se encuentra en un estado en el que en cualquier momento puede estallar, y si esta bomba es tocada o es cambiada de lugar, se produce una onda de presión dentro del artefacto que puede activar la espoleta», precisa.

Por eso, resume, la situación más peligrosa se produce siempre que el artefacto queda descubierto, es rozado o se altera su ubicación.

En consecuencia, en algunos casos no hay otra salida que detonar la bomba de manera controlada en el lugar del hallazgo.


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