Petro

Además de los seguidores de Gustavo Petro, la izquierda latinoamericana también celebra. Se abre la posibilidad de un nuevo capítulo de un proyecto ideológico que se ha tomado su tiempo para desarrollarse, sin apuro, pero constante. Así, Colombia podría convertirse en ese vital aliado que tanto hacía falta.

Cercano a Estados Unidos (EE UU), Colombia había tomado el camino de la enemistad y crítica al menos con Venezuela y Nicaragua. Ambos países son parte de los retos que tendrá que afrontar Petro a partir del 7 de agosto cuando se haga inquilino de la Casa de Nariño junto a su fórmula Francia Márquez.

Iván Duque deja serios compromisos. El reconocimiento o no a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela y con ello el restablecimiento de las relaciones bilaterales rotas desde 2019 pero con años de deterioro. Además de la necesidad de tomar una decisión sobre el rol del opositor venezolano Juan Guaidó y de los funcionarios que se desempeñan en Bogotá como representantes diplomáticos del gobierno interino.

Relaciones con Venezuela y Nicaragua

En el caso de Nicaragua, Petro ha cuestionado el desenvolvimiento de Daniel Ortega. Sin embargo, encima tiene otro problema y es la resolución de la controversia marítima por el archipiélago de San Andrés. Aunque la Corte Internacional de Justicia (CIJ) falló a favor de Nicaragua, la disputa no se resuelve.

“Felicito a Gustavo Petro y a Francia Márquez por la histórica victoria”, escribió Maduro en su Twitter, agregando que “nuevos tiempos se avizoran para este hermano país”. La cancillería a través de un comunicado invitó a construir relaciones.

Por su parte, Daniel Ortega también extendió en una carta las felicitaciones al líder del Pacto Histórico mientras que la oposición de ese país pidió que Colombia mantenga la posición de crítica frente al gobierno nicaragüense.

“La victoria de Petro abre sin la menor duda un cambio radical en la política exterior de Colombia”, así lo cree el politólogo y experto en Desarrollo Regional, Daniel Arias.

“En el caso de Nicaragua puede haber la posibilidad de una prenegociación con la situación de San Andrés que ha generado problemas diplomáticos y de seguridad estratégica”, explica el analista a EL TIEMPO.

Arias asegura que en el caso venezolano, la conexión puede derivar en alianzas impulsadas por la izquierda para tomar acciones como dejar a un lado la unión con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) con la idea de buscar el quiebre de esas políticas de relación con EE UU.

“Tal vez haya una incorporación a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba)”, afirma Arias, agregando que esto significaría un golpe a la Organización de Estados Americanos (OEA) “y en fin una manera para buscar el esquema de la izquierda esperando la victoria de Lula en Brasil, en conjunto con México para tratar de eliminar la OEA”.

Los analistas coinciden en que ese retorno de relaciones con Venezuela es inevitable. Si bien en la campaña Gustavo Petro fijó diferencias hacia la forma de gobernar de Nicolás Maduro, no es menos cierto que ideológicamente y en virtud de las alianzas de la izquierda latinoamericana es muy probable que el restablecimiento se vaya dando de manera paulatina.

Sobre todo porque hay una necesidad: “En el caso de Venezuela, la difícil situación humanitaria, en el caso de Colombia porque necesita reactivar el aparato productivo que siempre se ha beneficiado de la relación comercial”, explica Jesús Yánez, analista de entorno político y exdiputado venezolano.

Con Yánez coincide el internacionalista y diplomático Jesús Mazzei. Solo en la frontera, las pérdidas económicas son considerables, en el mejor momento el comercio generó ingresos de unos 7’200.000.000 de dólares, pero todo “dependerá de quién va a dirigir la cancillería. Nunca se debió llegar a esta suspensión constreñida de las relaciones”.

El panorama con EE. UU.

Ahora bien, ¿cómo queda la relación Colombia- Estados Unidos? Para Michael Weiner, asociado senior de la consultora estadounidense Albright Stonebridge Group (ASG), la relación bilateral tiene unas bases fuertes. “Colombia seguirá siendo un socio estratégico clave de los EE UU en la región”, dijo.

Weiner aseguró que así como Petro ha sido un crítico de los enfoques adoptados por ambos países en materia de seguridad y lucha contra el crimen organizado. ”Su victoria requerirá un enfoque diferente a estos esfuerzos por parte de los EE UU. Es probable que una administración Petro revise políticas como la extradición y la erradicación de la coca en las zonas rurales”, enfatizó.

Si bien la normalización de las relaciones diplomáticas con Venezuela podría llevar a una mayor tensión con Estados Unidos, particularmente en cuestiones relacionadas con la colaboración en materia de seguridad -explica Weiner- la administración Biden ha reconocido la necesidad de ser más flexible y pragmática con su enfoque hacia Venezuela, y Petro no es el primer líder recientemente elegido en la región en adoptar una postura complaciente con Venezuela.

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