16 años de edad
Julie ingresó en cuidados intensivos el martes. Estaba en una pequeña habitación de paredes azules, con unos ositos. "Como tiene 16 años de edad, todavía la atienden en pediatría", dijo la madre | AFP / Benjamin Gavaudo

Todo empezó con una tos con apariencia benigna, cuenta la madre de Julie A., quien murió de coronavirus en París. Tenía 16 años de edad.

«Es insoportable«, afirma Sabine, la madre de la adolescente. Habla a toda velocidad de la conmoción de perder a un hijo, el sentido de la vida y la obligación de continuar.

«Solo tenía tos», explica Sabine por teléfono a la AFP, desde su casa en los suburbios de París. Una tos con apariencia benigna que comenzó hace una semana y que ella intentó curar con jarabe, plantas e inhalaciones.

El sábado, Julie, sin problemas de salud particulares, comenzó a sentir que le faltaba el aliento. «No mucho, tenía dificultades para recuperar el aliento«, recuerda su madre. Luego llegaron los ataques de tos. El lunes llevó a su hija al médico.

El médico de familia observó una deficiencia respiratoria aceptable. Llamó a los servicios sanitarios de emergencia, pero finalmente llegaron los bomberos.

Trajes de protección, mascarillas, guantes, parecía la cuarta dimensión, dice la madre. Se llevaron a la adolescente con una mascarilla de papel debajo de la de oxígeno al hospital más cercano, en Longjumeau, en el área metropolitana de París.

Sabine se fue a casa. Cuando llama al hospital un poco más tarde, le hablan de un escáner, de opacidades pulmonares, nada grave.

Hay una prueba de covid-19 en marcha.

Pero en la noche trasladaron a Julie, bajo insuficiencia respiratoria, al hospital infantil Necker de París. Se le realizaron otras dos pruebas de covid-19.

«Me duele el corazón»

Julie ingresa en cuidados intensivos el martes. Está en una pequeña habitación de paredes azules, con unos ositos. «Como tiene 16 años de edad, todavía la atienden en Pediatría», dijo la madre.

Cuando visita a su hija por la tarde, Sabine la encuentra ansiosa. Habla, pero pronto se cansa. «Me duele el corazón«, le dice.

Los resultados de las dos últimas pruebas de covid-19 traen buenas noticias: negativos.

«Abrimos la puerta de la habitación, las enfermeras ya no llevan bata, el médico levanta el pulgar para decirme que es buena señal». Julie parece fuera de peligro.

Es tarde, Sabine regresa a casa, promete que volverá al día siguiente.

Entrada la noche recibe una llamada: el resultado de la primera prueba realizada en el hospital de Longjumeau acaba de llegar. Julie dio positivo al coronavirus y su estado se deteriora. Hay que intubarla.

«No lo podíamos creer. Piensas: se equivocaron. ¿Y por qué estos resultados llegan tan tarde?«, se pregunta Sabine.

«Desde el comienzo nos dicen que el virus no afecta a los jóvenes. Lo creímos, como todos los demás», dice Manon, la hermana mayor de Julie.

Alrededor de las 12:30 reciben otra llamada: «¡Vengan, rápido!«.

«En ese momento, sentí pánico», describe Sabine.

El director general de Salud, Jérôme Salomon, quien anunció la muerte de la adolescente el jueves en la noche, indicó que Julie sufrió una forma grave del virus, algo extremadamente raro entre los jóvenes.

– En una hora –

«Ella ya estaba gris«, recuerda Sabine.

Cuando llega al hospital con su hija mayor el miércoles a eso de la 1:00 de la madrugada, Julie está muerta. Le toca la mano, «su piel aún estaba caliente».

Su hermana le acaricia la frente. Y luego, inmediatamente, les explican que no la volverán a ver. El protocolo en tiempos de epidemia es estricto.

Te lo anuncian todo «en una hora…»

Tampoco pudieron recuperar las pertenencias de Julie. Hay que quemarlo todo. Se las arreglan para quedarse con una cadena del bautizo y una pulsera.

El cuerpo de Julie está en la sala mortuoria del hospital Necker. No saldrá de ahí hasta el entierro, previsto en unos días. Como medida de precaución no habrá ceremonia, solo 10 personas pueden acudir al cementerio.

«Tuvimos que elegir entre los familiares quién estará presente«, explica Manon. «El día de la muerte ya tuvimos que elegir un ataúd para ella».

Este féretro permanecerá cerrado y no se podrá maquillar ni vestir a Julie. «No tenemos el derecho» de hacerlo, explica su hermana. «Es difícil de encajar», dice al mismo tiempo que su madre.

El último balance señala que se han registrado 1.696 muertos por covid-19 en hospitales en Francia desde el comienzo de la epidemia.

El jueves en la noche, las televisoras repiten una y otra vez que una adolescente de 16 años de edad murió a causa del coronavirus. «Es horrible porque yo sé que es la mía», se lamenta Sabine.


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