El presidente de Colombia, Iván Duque, no se escuda en la neutralidad para hablar de la política argentina. De visita oficial en Buenos Aires, apoya de manera decidida a Mauricio Macri de cara al año electoral. «Yo creo que la reelección del presidente Macri es algo fundamental para América Latina», dice en una entrevista con La Nación en el hotel de Recoleta donde se aloja.

Sin medias tintas, este dirigente uribista de 42 años que gobierna desde agosto pasado, argumenta que la continuidad de su colega argentino es vital para el enfrentamiento del régimen de Nicolás Maduro, al que le augura poco tiempo en el poder. «Nunca estuvo tan cerca el final de la dictadura», enfatiza.

Se defiende de las críticas por el complejo proceso de paz en Colombia –él fue una figura clave de la oposición al plan promovido por el ex presidente Juan Manuel Santos–, y advierte que su objetivo es promover la reinserción de ex guerrilleros, pero con una posición implacable ante quienes reincidan en la violencia.

—Estuvo anoche con Mauricio Macri, ¿cuáles son los objetivos centrales de esta visita?

—Para mí la relación con la Argentina es una relación fraterna y estratégica. Somos dos países que compartimos principios y una visión de una economía de mercado con sentido social. Tenemos vínculos comerciales que debemos fortalecer. Y compartimos, sobre todo, una visión en temas hemisféricos. Yo valoro muchísimo que el presidente Macri nos haya acompañado en la denuncia ante la Corte Penal Internacional contra Nicolás Maduro, que haya participado de la creación de Prosur para contribuir al fin de la Unasur. Esta visita va a servir para estrechar vínculos en ciencia, desarrollo agropecuario y lucha contra el crimen transnacional. Incluso estoy muy motivado porque vamos a organizar en conjunto la Copa América el año que viene.

—Mencionaba el tema Venezuela, ¿qué es lo que está permitiendo que Maduro siga en el poder y la oposición parezca perder impulso?

—Una dictadura que lleva 20 años no termina de un día para otro. Nunca antes había estado Venezuela tan cerca del fin de la dictadura. Esta dictadura empezó siendo una dictocracia, porque ganaban la legitimidad a través de elecciones, pero erosionaron todos los poderes independientes y se convirtieron en la más brutal represora dictadura que haya visto América Latina en los años recientes. Pero Juan Guaidó y la Asamblea se han impuesto. Se ha instalado un cerco diplomático como nunca se ha visto, con 50 países que reconocen la legitimidad de Guaidó. Todo esto ha permitido que se fracturen las fuerzas militares de Venezuela.

—Sin embargo, en el levantamiento de abril eso no se comprobó y los leales a Maduro se impusieron. ¿Cómo cree que va a concretarse el fin de Maduro?

—La división en las fuerzas militares es notoria. Lo que ocurrió el 30 de abril lo evidenció. Lo evidencia también la profundización del cerco diplomático; también que los bloques de países que tenían distintas posiciones están convergiendo hacia la salida democrática e institucional. Esa solución debe pasar por la salida de Nicolás Maduro. ¿Queremos que esto se dé más rápidamente? Sí, eso lo queremos todos. Y yo creo que mi llamado a la comunidad latinoamericana es que no miremos esto como espectadores, que todos definamos cuál debe ser nuestro rol para que Venezuela recupere la democracia.

—¿Cuál es el papel de Colombia, según usted?

—Usted sabe que Colombia es el país que ha tenido que amortiguar la mayor parte de la crisis migratoria, la más grande que haya vivido América Latina en los años recientes, mucho más de 1,5 millones de migrantes en menos de 3 años. Que por supuesto generan impacto en salud, en educación, en empleo. Colombia le ha demostrado al mundo que se puede manejar una crisis migratoria con fraternidad y con orden. El papel nuestro ha sido muy claro: primero, denunciar los atropellos de la dictadura; segundo, promover el cerco diplomático; tercero, participar en el Grupo de Lima, y cuarto, hacerle una clara exposición al mundo de que ese régimen dictatorial esta protegiendo grupos terroristas y de narcotraficantes en su territorio que atentan contra el pueblo colombiano.

—¿Qué importancia le da a las elecciones en la Argentina y a la posibilidad de que pueda volver un esquema político como el kirchnerismo, que fue aliado de la Venezuela chavista?

—Yo creo que hoy América Latina está viviendo una especie de confrontación, que no es entre izquierda y derecha, sino entre demagogos y pedagogos. Los demagogos son los que promueven el odio de clase, los que creen en el estatismo, los que persiguen el aparato económico, los que siembran el odio. En cambio, los pedagogos son los que les hablan a los pueblos con responsabilidad, respetando la iniciativa privada, las libertades, la administración eficaz. Sin lugar a dudas, Mauricio Macri es un pedagogo, que recibió un país convulsionado y que durante su gestión lo que ha hecho es tratar de reorientar la capacidad productiva de la Argentina para que se traduzca en equidad y beneficios, dentro de una economía de mercado. Si usted me pregunta a mí, yo pensaría que la reelección del presidente Macri es algo fundamental para América Latina.

—¿Usted teme que pueda cambiar la orientación de la región, que en los últimos años se fue alineando hacia un consenso llamémosle liberal o de derecha, en contraposición a la década anterior?

—Yo creo que lo que más daño le ha hecho a América Latina fueron los demagogos. Que arruinaron Venezuela, que destruyeron el capital en uno de los países más ricos, que han ayudado a consolidar la dictadura en Venezuela, que han agigantado el tamaño del Estado que después paga el pueblo con más impuestos. Los demagogos han satanizado a los sectores económicos y que llaman «ricos», a los que generan empleos, para promover el odio de clase. Este tipo de prácticas las han vivido ustedes también. Y yo creo que en buena hora en América Latina han aparecido otros gobiernos que tenemos como prioridad demostrarle a la sociedad que las cosas se pueden alcanzar con sacrificio y el debido esfuerzo. Si bien hay cosas que en lo inmediato pueden ser impopulares, lo más importante son los beneficios de mediano y largo plazo para nuestros pueblos.

—¿Cuánto influye a nivel político el narcotráfico en la región?

—Los demagogos son bastante permeables por el crimen transnacional, como lo es el narcotráfico. El lavado de activos, el contrabando, la corrupción directa de funcionarios para obtener beneficios son hoy ramificaciones del narcotráfico. Cuando nosotros hablamos de enfrentar a los demagogos también estamos enfrentando las tramas de corrupción que hubo en nuestra región.

—¿Cómo analiza el impacto que está teniendo en América Latina el caso Odebrecht, que también se siente en Colombia?

—Nosotros debemos promover una corte internacional anticorrupción, sobre todo para enfrentar los entramados de corrupción corporativa. Creo que debería darse en toda la región una práctica: empresa que corrompa a un funcionario nunca más debe contratar con el Estado y debe tener una línea de responsabilidad en sus dueños y en sus directivos. A mí me preocupa que en muchos países las empresas que corrompieron terminan pactando con el Estado y después siguen contratando.

—Lo llevo hacia el proceso de Paz en Colombia, que no parece que esté dando los resultados que se esperaban o al menos no con los tiempos que se esperaban. ¿Qué está fallando?

—En primer lugar, hay que poner dos cosas en contexto. Cuando yo asumí la presidencia, el 7 de agosto de 2018, el proceso llevaba 18 meses de implementación. Que era frágil y tenía serias falencias. Desde el primer momento entendí que el verdadero corazón de paz está en la integración de las personas que han dejado la violencia. Dicho eso, cuando empezó nuestro gobierno solo se habían adelantado 2 proyectos productivos. Hoy tenemos 25, que cobijan a más de 1.300 personas. Cuando empezó nuestro gobierno se habían adelantado 2 planes de desarrollo con enfoque territorial; hoy se han completado 16. Las zonas de transición estaban bastante débiles y llenas de incertidumbre: nosotros vinculamos esos lugares de transición a iniciativas productivas de carácter sostenible.

—Usted le ha hecho objeciones a la justicia transicional, clave en el proceso de paz. ¿Por qué cree que así puede encarrilarse la situación?

—Mucha gente lo cuestiona. A mí sí me preocupa que en 18 meses de implementación del gobierno anterior y lo que va de nuestro gobierno todavía no hemos logrado que la justicia transicional consiga que las FARC den información completa de lo que fue su relación con el narcotráfico, sus rutas, el reclutamiento de menores, crímenes sexuales contra niños, niñas y adolescentes. Y adicionalmente no ha sido posible que den información veraz sobre los recursos que ellos deben reponer para reparar a las víctimas. Estos son retos enormes, pero nosotros seguiremos trabajando para que se den esos puntos que son fundamentales para la esencia de verdad, justicia, reparación y no repetición. Quiero ser claro: nosotros hemos sido generosos para que esa reinserción se dé, pero seremos absolutamente implacables con quienes reincidan en las actividades criminales.

—Una parte importante de quienes habían dejado las armas han vuelto a la clandestinidad, según reportes de inteligencia publicados recientemente.

—No es así. Desde antes de que empezara nuestro gobierno se hablaba de 3.000 personas en armas que estaban en las disidencias de las FARC. Nosotros hemos contribuido a que las personas que están en la reincorporación en las zonas de transición lo hagan bien. Hemos garantizado protección a las personas que se han desmovilizado. Pero también hemos sido implacables con los que han regresado al camino de las armas y del narcotráfico. La prueba más clara es que delincuentes como alias «Guacho», «David», «Jason Orejas» y «Rodrigo Cadete» han sido enfrentados con toda la contundencia por parte de la fuerza pública.

—En la Argentina hay bandas y carteles de drogas que están instalándose con fuerza. ¿Hay algo sobre este tema en la agenda entre los dos países?

—Con Macri vamos a suscribir un memorando de entendimiento para mejorar la cooperación judicial y la lucha contra el crimen transnacional. El narcotráfico es una amenaza en todos los países, tanto para lo institucional como para la economía. La cooperación para identificar las estructuras de lavado, para extraditar a los criminales, para compartir información probatoria es para los dos países una prioridad.

—¿Qué lección podría darle Colombia a la Argentina en la lucha contra los narcos?

—No creo mucho en lecciones. Cada país tiene sus particularidades. Lo que yo creo es que la Argentina en el gobierno de Macri ha tomado decisiones valientes y necesarias. Valiente es iniciar un camino de recuperación económica después de muchos años de demagogia y de populismo. Valiente es promover la responsabilidad fiscal, porque la irresponsabilidad fiscal solo conlleva más impuestos a los ciudadanos. Valiente, diversificar las exportaciones. Y valiente hacer un proceso tan contundente de inserción internacional de la Argentina. Creo en el enfoque de Macri de decirle a la población que hay que sacrificarse para lograr el éxito, antes de lo que hacían otros en el pasado, que eran pan para hoy y hambre para mañana.

—¿Qué han hablado con Macri sobre el papel de Estados Unidos en la región, con la gestión de Donald Trump?

—No entramos en esas materias. Yo creo que Estados Unidos tiene una relación con la región que ha ido mutando con los años. Desde la época del gran garrote, como lo llamaban en su momento, hasta nuestros días, hemos visto una relación más constructivista, con la intención de afianzar lazos con el comercio y la inversión. Hay que resaltar la apertura del mercado de Estados Unidos en los últimos años, que a algunos países nos ha permitido avanzar muchísimo. Esa parte del relacionamiento está por encima de quiénes son los presidentes, allí y aquí.

—¿Cuánto le afectan a Colombia las guerras comerciales, como la de Estados Unidos y China?

—Las guerras comerciales no nos convienen en América Latina. Nosotros terminamos siendo uno de los grandes perjudicados, porque si bien tenemos mucho comercio con Estados Unidos también hemos abierto el camino a Asia y tenemos una relación importante con China. Es del mejor interés de los países latinoamericanos que esa situación llegue a un final feliz para que nosotros podamos de manera tranquila seguir creciendo y reduciendo la pobreza.

—¿Hablaron con Macri sobre la Copa América que los dos países organizarán en conjunto en 2020?

—Sí, nos motiva que por primera vez estemos organizando un torneo conjunto en un deporte que nos entusiasma a los dos países. Creemos mucho en la diplomacia deportiva.

—¿Y se pusieron de acuerdo dónde va a ser la final?

—Yo espero que sea en Colombia (risas).


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