Arquidiócesis Managua Nicaragua
Imagen: Arquidiócesis de Managua.

El sacerdote nicaragüense Carlos Áviles, vicario general de la Arquidiócesis de Managua, capital de Nicaragua, fue detenido este jueves por la Policía. El hecho ocurrió en medio de tensiones entre el gobierno del presidente Daniel Ortega y la Iglesia católica. La denuncia fue hecha por la abogada e investigadora nicaragüense exiliada Martha Patricia Molina.

«El Ministerio del Interior amanece realizando su primera arbitrariedad. Han secuestrado a monseñor Carlos Avilés, vicario general de la Arquidiócesis de Managua, quien en años anteriores declaró que el presidente Daniel Ortega miente al decir que en Nicaragua hay libertad«. Molina, autora del estudio titulado ‘Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?’, escribió el mensaje a través de su cuenta de la red social X (antes Twitter).

La opositora Unidad Nacional Azul y Blanco también denunció la detención del sacerdote de la Arquidiócesis de Managua, que dirige el cardenal nicaragüense, Leopoldo Brenes, quien aún no se refiere a esa denuncia.

«Otro zarpazo represivo de la dictadura contra la Iglesia católica. Su secuestro se suma al encarcelamiento del obispo Isidoro Mora, dos sacerdotes y dos seminaristas en los últimos días«, indicó la Unidad Nacional en una declaración.

Arquidiócesis en problemas

En el caso de Mora, obispo de la diócesis de Siuna, en el Caribe de Nicaragua, quien fue encarcelado junto a dos seminaristas, fue detenido el 20 de diciembre. Esto fue un día después de invocar en una homilía al obispo encarcelado Rolando Álvarez; quien fuera condenado en febrero pasado a más de 26 años de prisión por delitos considerados traición a la patria tras negarse a abandonar su país.

Ni el gobierno que preside Daniel Ortega ni la Policía Nacional ha confirmado o negado la presunta detención de otro sacerdote.

En el caso de Mora es el segundo obispo detenido en Nicaragua. El primero fue Álvarez, quien el 10 de febrero pasado fue condenado a 26 años y 4 meses de prisión. También, fue despojado de su nacionalidad y suspendidos sus derechos ciudadanos de por vida por delitos considerados traición a la patria.

Esa condena fue dictada un día después de que Álvarez rechazó subirse a un avión que lo iba a llevar, junto con otros 222 excarcelados políticos nicaragüenses, hacia Estados Unidos. Esto provocó la indignación del presidente Ortega, quien en cadena nacional lo calificó de «soberbio», «desquiciado» y «energúmeno».

Las relaciones del gobierno de Ortega y la Iglesia católica viven momentos de gran tensión. Todos marcados por la expulsión y encarcelamiento de sacerdotes. Así mismo, por la prohibición de actividades religiosas, y la suspensión de sus relaciones diplomáticas.


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