cumbre UE-CELAC
EFE

De aquí saldremos dados de la mano», declaró el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, a su entrada a la cumbre entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Tras ocho años, Bruselas volvió a recibir a los jefes de Estado y altos cargos de los 33 países que conforman la CELAC, pero no sin polémica y, sobre todo, con discrepancias.

La alfombra roja se desplegó en el edificio Europa para que, además de los presidentes de los Veintisiete, desfilasen, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, su homólogo colombiano, Gustavo Petro, el chileno Gabriel Boric o el cubano Miguel Díaz-Canel, entre muchos otros. Al término del primer día, aún no se tiene claro si los líderes europeos y americanos saldrán juntos o cada uno por su cuenta.

La gran sorpresa de la cumbre UE-CELAC corrió a cuenta de Venezuela. El régimen de Nicolás Maduro quiso vengarse de la Unión Europea tras la condena del Parlamento a Caracas por la inhabilitación de María Corina Machado, favorita en las primarias de la oposición. Ante este pulso europeo, Maduro envió a una figura más que polémica, la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez, sometida a sanciones de la UE.

Maduro no solo ha prohibido a Bruselas enviar una misión de observación a Venezuela para las elecciones presidenciales de 2024, sino que ha metido al enemigo en casa. Hasta última hora del viernes, fuentes europeas habían afirmado que sería el ministro de Exteriores venezolano, Yván Gil, quien representaría al país suramericano. La llegada de Delcy Rodríguez a Bruselas, el domingo, fue publicitada por ella misma a través de su cuenta de Twitter.

A pesar de que tiene prohibido pisar suelo europeo, estas sanciones siempre vienen acompañadas de una letra pequeña. Delcy Rodríguez se ha acogido a su inmunidad diplomática, al asistir a una cumbre de la CELAC intergubernamental organizada por la propia UE, en calidad de vicepresidenta de Venezuela. Fuentes europeas afirman que Bruselas se limita a invitar a los líderes europeos, mientras que las invitaciones de los países latinoamericanos y caribeños corren a cuenta de la CELAC, por lo que no podían hacer nada para evitar la presencia de la enviada de Maduro.

A su llegada al Consejo Europeo, Delcy Rodríguez exigió, con semblante serio, que se levantara el «bloqueo criminal» contra su país. Ni corta ni perezosa, la vicepresidenta venezolana aseguró que traía de parte del presidente Nicolás Maduro «un mensaje de paz, de armonía, de cooperación, que debe ser la ruta que sigue y que guía a nuestros países».

Un mensaje que el presidente Pedro Sánchez acogió de buen grado. Mientras la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, o el presidente del Consejo, Charles Michel, recibieron a la venezolana con un frío apretón de manos, Sánchez no dudó en dedicarle una gran sonrisa y, por supuesto, dos besos. Abrazos tampoco faltaron ante la llegada de Boric, Lula Da Silva o Petro.

El primer día de la cumbre se puede resumir en saludos, reencuentros, bienvenidas y encuentros al margen de la cumbre, pero pocos acuerdos. El broche final fue la ausencia de Sánchez en la cena de gala, por asistir a un mitin en Huesca. También los desacuerdos entre los 60 países estuvieron muy presentes, a pesar de que se intente vender una imagen de «unión». La guerra de Ucrania no podía faltar en el orden del día y, precisamente, es uno de los puntos que crea más fricción entre Bruselas y algunos países latinoamericanos.

Guerra de Ucrania

Sigue sin haber consenso para redactar una declaración conjunta. La Unión Europea quiere demostrar que existe una «voluntad política», pero sin unas conclusiones consensuadas entre todo el bloque, el principal objetivo de la cumbre puede verse amenazado. El vocabulario que se use a la hora de referirse a la invasión rusa de Ucrania es el principal escollo, una vez que se ha descartado por parte europea condenar los regímenes de Venezuela y Cuba como solicitó el Parlamento Europeo.

Una respuesta contundente a Rusia podría poner en aprietos a más de un país hispanoamericano que ha compartido sus simpatías con el Kremlin -Venezuela, Cuba o Nicaragua-. Brasil ha querido vender la imagen de mediador, condenando la agresión rusa, a medias. El presidente del Consejo Europeo explicó que «el borrador es ambicioso», quizás demasiado.

Otro de los grandes puntos, el acuerdo entre la Unión Europea y Mercosur no se cerrará durante estos días. 20 años de negociaciones no han sido suficientes para ambas partes, que piden más tiempo. La Comisión espera que, finalmente, el acuerdo pueda ser ratificado en octubre.

En el ámbito económico, Bruselas ha conseguido reforzar el acuerdo económico que ya tiene con Chile, y espera lo mismo con México. También se ha llegado a un entendimiento con Argentina para cooperar en materia energética. La UE es el principal inversor de la región y ha anunciado 45.000 millones de euros hasta 2027, de los que España aportará 9.400 millones.

«Europa no ha prestado mucha atención a América Latina durante los últimos años», declaró Borrell. Bruselas pretende poner remedio a esta época de silencio, relanzado nuevas vías de comunicación entre los líderes europeos y los americanos. Asimismo, esperan acordar la celebración de la cumbre UE-CELAC, al menos, cada dos años. Pero será la segunda jornada de la cumbre la que pondrá negro sobre blanco cómo de real es este compromiso.


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